¿Ale..xandra o Ale..jandra?. Una reseña de El mundo alucinante: una novela de aventuras


Por Jonathan Mossos


Nada más fugaz, sincero, espontaneo, que el amor en el trasporte público. De pie, en el acordeón, me hice a su lado. Rápidamente empezamos a jugar. Yo jugaba a no mirarla y ella jugaba a que yo no existía. Constantemente ella ganaba. Ella no era bonita ni linda ni hermosa, era bella, era la Belleza hecha mujer, ¿cómo no contemplar la Belleza? Después de perder varias veces le propuse cambiar de juego y se negó, eso cero. Como ya había perdido me dedique a descubrir su nombre mientras la miraba de reojo. Sus ojos me decían que su nombre empezaba por “A”, eran abiertos y algo comunes.


 Su nariz me dedique continuaba la “L” por su fina hipotenusa. Su boca era especial, tenía una sonrisa espontanea, efusiva, era clara que seguía la “E”. De repente, cuando buscaba la siguiente letra, contesto una llamada. Vi en su lengua que era mexicana. No pude determinar bien la siguiente letra “J” o “X”. ¿Se llamara ¿Ale..xandra o Ale..jandra? 



Eso me recordó a las diputa de hace años sobre si era México o Méjico. Saque el celular y busque en la RAE y ambas eran válidas, mas, ésta promovía el “México” pero que se pronunciara con “J”. Algo inconforme, pues esta respuesta es como beber una cerveza sin alcohol o un café descafeinado, decidí buscar más. Y encontré una carta (Carta de despedida a los mexicanos) de un sacerdote mexicano (Fray Servando teresa de Mier):



[Luego de hablar del origen fonético de “México”] Y es un dolor, mexicanos, que italianos, franceses, ingleses y alemanes pronuncien mejor que nosotros el nombre de nuestra patria, pues nadie fuera de nosotros, pronuncia México con letra gutural. En todo caso, pisanos míos, sigamos a escribirlo con x, o para llegar con el tiempo, si la nueva ortografía predomina, a pronunciar como se debe éste y los demás términos mexicanos, o para no echar en olvido enteramente una de nuestras mayores glorias. Si México con x suave como lo pronuncian los indios significa: donde está o es adorado Cristo, y mexicanos es lo mismo que cristianos.(Fray Servando, 1821)



Había encontrado el tema perfecto para romper el hielo y hacerla perder; sin embargo cuando voltee a mirarla de nuevo, ya no estaba. Efímero y mordaz, aunque sincero, es el amor del trasporte público. Me falto la valentía de Fray Servando al cuestionar, hasta en la fonética, a los españoles en plena colonia. Me falto la locura de decir Jesús ya había venido a América y era el mismo dios al que los aztecas llamaron: Quetzalcóhuatl. Bueno, hablarle a una desconocida den el trasporte público no es tan loco como esto, pues, si el discurso de España se centraba en el hecho de que ellos traían el credo, y con este la salvación, decir que aun si ellos ya teníamos dicho credo, es aceptar que España nada tenía que hacer en América.Tal vez debí llenarme de valentía y preguntarle su nombre sin despojos. Tal vez debí cometer una locura y pedirle que me mostrara la X de su lengua. Tal vez pero no fue así. Ante su ausencia, solo me quedo el descubrimiento de un fraile loco. 

La vida, bien o mal, siempre continúa. Fue así como tiempo después me dirigí a la biblioteca para buscar al que iba a ser mi amigo, Reinaldo Arenas. Había escuchado de el en alguna clase de literatura cubana, pero no sabía más que de su abierta homosexualidad y de todos los problemas que esta le trajo en plena dictadura. Ingenuamente tome la primera novela que vi, el mundo alucinante: una novela de aventuras, publicada en 1966 y me dirigí a una mesa donde entraban bastantes rayos de sol. Me senté, abrí el libro y me acorde de Ale…xandra. Es increíble pero no pude hacerme una imagen mental de ella. No podría recordar cómo era. Solo recordaba la sensación que me había causado y el problema de la “J” y la “X”. la novela relataba la vida de Fray Servando Teresa de Mier.  





Inicialmente se me dificulto un poco la lectura de la novela, no por Ale…xandra, sino por la compleja estructura de la novela, pues, pese a que narra “linealmente” la historia de Fray Servando, hay bastantes experimentaciones en la escritura.
Reinaldo Arenas se dedica desde jugar con la forma y las concepciones estéticas de la obra, hasta explorar la mirada mágica característica del latinoamericano, llena de agujeros, de hechos inexplicables; esta mirada toma un papel importante en la narración y en la misma construcción del personaje creando así una identidad a partir de los hechos maravillosos y, en ocasiones, sobrenaturales.



Reilando Arenas
Mientras leía, iba descubriendo la humanidad, no solo la de Fray Servando, también la de Reinaldo Arenas; después de todo esta temprana obra suya sería una premonición de su vida. Reinaldo Arenas tuvo el mismo problema que Fray Servando, ambos se encontraban oprimidos por un régimen que quitaba la libertad; la única pequeña diferencia es que el régimen español realizo el mayor genocidio de la Historia. En fin, con el pasar de las hojas se hace notoria la preocupación de Reinaldo por realzar la figura de un prócer de la independencia latinoamericana como lo fue Fray Servando.  A medida que avanzaba la lectura se hacía cada vez más interesante ver como no solo se reconstruye la propia historia que escribió Fray Servando en su Apología, sino la condensación de la identidad latinoamericana a través de la narración; identidad que abarca la literatura y su tradición, pues, apartándose un poco de ese característico neobarroco cubano, Reinaldo Arenas experimenta una estética muy trabajada, con grandes recursos narrativos característicos de las escrituras de la región, lo que le permitió conocerse en el Boom. 
Cuando termine la novela, al cabo de tres días, pues pese a lo interesante, mis ojos por ocasiones se cansaban o se distraían, descubrí una noción diferente del amor. Un amor naciente por lo que soy, por lo que somos: Latinoamericanos. Esta novela hace una invitación a ser valientes y locos como Fray Servando, aunque no para hablarle a la gente desconocida en buses, si para comprender y luchar por lo que somos a partir de una tradición historia. En palabras del mismo Reinaldo Arenas, se trata de reconstruir lo que somos desde la Historia y desde la Literatura. 



Esta es la vida de Fray Servando Teresa de Mier, tal como fue, tal como pudo haber sido, tal como a mí me hubiese gustado que hubiera sido. Más que una novela historia o biográfica pretende ser, simplemente, una novela. R.A.


                                                                                                   
Arenas, R., (1973). El mundo Alucinante. Tus Quets Editores.

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