Bogotá parásito, Bogotá babosa, Bogotá post-apocalíptica: Reseña de Parásitos Perfectos

Por: Mar Plumas Fernández Venegas


En realidad, todes por dentro tenemos –somos– parásitos perfectos. «Somos colecciones complejas de organismos individuales, de naturaleza muy distinta, que en conjunto crean [cuerpo]»1 No podríamos vivir sin larvas en nuestros intestinos o sin bacterias en nuestros jugos gástricos. Pensamos que somos un solo individuo viviente pero somos legión, somos multitud. La muchedumbre de seres internos es llevada al nauseabundo y repulsivo extremo por Luis Carlos Barragán en su libro de cuentos, poniéndole textura, color, aroma y sobre todo tamaño, vida y consciencia a los parásitos con quienes hacemos simbiosis. Me interesa comentar de este libro temas que se relacionan con la parte órganica de los cuerpos como lo son la viscosidad, lo baboso, lo peludo, lo biotecnológico, la consciencia y por último, la identidad.


Parásitos Perfectos es un libro que se compone de 15 cuentos situados en diferentes universos cyber-apocalípticos muy similares. Cada cuento toma un rumbo donde el mundo del personaje se transforma abruptamente y para siempre. A medida que se avanza en la lectura, se hace cada vez más difícil que todos los escenarios planteados coexistan entre sí en un solo universo. A pesar de que en los cuentos existen varios personajes cybertecnológicos2 que se repiten, cada uno plantea futuros que se repelen mutuamente, así que la alternativa concluyente es que son realidades alternas, futuros posibles en distintas dimensiones sucediendo en simultáneo: realidades paralelas nacidas de un mismo escenario que se transforma y toma diferentes caminos.


Cada cuento resalta la construcción particular que hace Barragán de un universo cyber-apocalíptico individual y personalizado para cada historia, con algunas cuestiones en común pero con sus respectivas distancias narrativas. El autor crea espacios y organismos potentes tomando elementos arquitectónicos de Bogotá con el fin de destruirlos por el mencionado cyber-apocalípsis. Bogotá es un personaje importante: hace una aparición estelar en la mayoría de los cuentos, se va transformando biotecnológicamente según lo requiera cada cuento, llenándose de parásitos que la destruyen –más–, la sacuden, la corrompen, la transforman. Cada cuento plantea una Bogotá distinta; incluso existe más de una Bogotá por cuento. Bogotá se ha multiplicado también como parásito. Bogotá parásito, Bogotá babosa, Bogotá post-apocalíptica cristiana, Bogotá transmiorugiada, Bogotá corroída, Bogotá planetaria, Bogotá enruinada. Bogotá se convierte en el parásito multiplicado principal con muchos parásitos habitándola por dentro. 


Al igual que Bogotá, la escritura del libro también se biotransforma. En Parásitos Perfectos, las palabras se fusionan a la vez que la biotecnología lo hace. Se presenta una simbiosis de prefijos, fijos y sufijos para describir nuevas realidades, nuevos organismos y nuevas sensaciones. Barragán realiza un interesante manejo del lenguaje cuando incluye palabras de la biología y las fusiona con partes de organismos tecnológicos para luego incrustarlas en partes del cuerpo de los personajes. El uso de estas palabras acentúa la imagen y la s, compuestos de parásitos. A su vez, con esta mutación escritural crea nuevos olores, colores y criaturas, dando a los sucesos y a los seres una descripción más cybercompleja que tiñe la imaginación de quien lee de realidades biotecnológicas. Se puede sentir el olor a información rancia, el color de la wificitrina, la textura del pelaje del GMX Decoder (un animal-modem, en forma de conejito). En general, la escritura despierta una sinestesia lograda mediante organismos descritos bioplásticamente con colores y palabras que yo definiría llenas de una ternura cyberpunkera. 

Estas fusiones acentúan el llamativo uso de la palabra como materia plástica, que por momentos colapsa cuando la consciencia del personaje también lo hace; en «Simbiosis», por ejemplo, la narración del personaje empieza a desaparecer y se vuelve letras recortadas: la escritura deviene en balbuceo. La materia plástica entra en declive porque le daba voz a una consciencia que se va perdiendo. Aunque esta situación ocurre a la inversa no pocas veces, cuando la voz de los personajes se mantiene en una escritura lúcida a pesar de estar cayendo en un estado de locura. Esto ocurre en «Cefalomorfos», «Cucaratoño» y un poco en «Maschalagnia». Me parece que, precisamente, los cuentos más interesantes del libro tienen que ver con la consciencia y los recuerdos: con fusionar la consciencia colectiva, traspasarla de un lugar a otro mediante un organismo biotecnológico o con revelar esa parte oculta de cada ser al materializarla en un objeto. 


Muchos de los cuentos en algún punto de la trama sacan al plano físico tangible una capa espiritual, etérea y oculta que habitualmente se encuentra cerrada para los personajes y se abre mediante diversos organismos biotecnológicos que segregan sustancias al cuerpo, haciendo que entren a un estado de florecer consciente. Los cuentos plantean la posibilidad de tener un despertar espiritual mediante órganos proto-adheridos al cuerpo o mediante el descubrimiento de un nuevo bio-órgano previamente existente. Dicho objeto/órgano/organismo es el que permite que el personaje acceda a su psique y a la de otres, así como también le permite fusionar consciencias y vivir otros recuerdos que no son propios. Muchos de los cuentos plantean la facultad de exteriorizar en un organismo vivo la parte inconsciente y consciente de uno o varios individuos. La consciencia e inconsciencia, los recuerdos y la psique están condensados en una bio-sustancia/bio-organismo con características por lo general peculiares, babosas y desagradables: hongos, tentáculos con ojos, crustaceos-caracoles, agujeros negros dentro de personas, la baba de un cactus, la «Ayaguasca5», las antenas de una nave que se mete por la uretra de enucos, entre otros. Los cuentos relatan reiteradamente la existencia de organismos repugnantes que guardan posibilidades sagradas a nivel psíquico.


En el listado anterior se evidencia el componente bizarro de los organismos bio-tecnológicos. El autor se esfuerza por crear imágenes aleatorias, peludas y babosas que son extrañas, esponjosas, viscerales, un poco asquerosas, viscosas y resbalosas. Leer Parásitos Perfectos se siente como cerrar los ojos, sentarse sobre una langosta gelatinosa y tocar la baba de un caracol peludo con la lengua. Existen en los cuentos detalladas descripciones sobre criaturas que tienen la misma energía que un cartílago baboso con muchos mini tentáculos. Esta evocación de babosidad larvaria es un importante tópico común entre los cuentos: es una especie de brazo gelatinoso que se extiende y rodea bajo sus axilas peludas todos los relatos y los une en su manto de calor y baba. La sensación, más que un brazo, es una especie de antena larga, gruesa e inarticulada, cartilagosa y húmeda que se va moviendo y va palpando babosamente los elementos que le dan comunión a los universos narrativos. 


De esta manera, trazando un límite difuso entre lo tecnológico y lo orgánico, lo baboso y lo peludo, lo maquínico y lo espiritual, Barragán plantea preguntas sobre la identidad (de los humanos, de las máquinas, de los organismos). El concepto de identidad es problematizado en la mayoría de los cuentos del libro al generar cambios en la consciencia o en la corporalidad de los personajes. En el cuento «Éxodo X», todos los seres del planeta están viviendo metamorfosis masivas, obligándoles a emigrar hacia otras ciudades que se adapten a su nuevo cuerpo. ¿Es posible mantener la misma subjetividad teniendo una corporalidad nueva, completamente diferente junto con un contexto y una cotidianidad ajena? Inevitablemente pienso que transformarme en otro ser (tanto consciente como físicamente) o irme a otro lugar me haría una persona diferente. Este límite también se cruza en el cuento «Simbiosis», donde los recuerdos pueden ser implantados, archivados y reseteados de la memoria de los individuos, lo cuál pone en la cuerda floja los conceptos de identidad, individualidad e intimidad. Es interesante leer cómo los personajes narran esas transformaciones y cómo sus subjetividades van cambiando o se van fusionando con otras mientras las situaciones planteadas en los cuentos les van sucediendo. Todos los personajes en algún punto ven trastocada su identidad: ningún personaje es el mismo que era cuando el cuento empezó.


Para finalizar, la representación LGBITQ+ tan relevante que se da en Parásitos Perfectos es fundamental para mí. Aunque es cierto que algunos personajes del libro hablan de las personas trans como si fueramos otro tipo de seres diferentes que no entramos en la categoría de «viejo, vieja, niña o chico», también existe una representación no-binaria sensible y mística en un personaje del último cuento que nos menciona como «seres con doble espíritu». Me parece políticamente importante que en un libro colombiano contemporáneo existan personajes transgénero, personajes que se identifiquen con la categoría marica y que existan vinculos homosexuales dentro de la mayoría de los cuentos. Mi corazoncito maricón se siente calientito cuando lee cuentos que no tienen la heteronorma como única realidad posible. Me hace pensar en el protagonista de «Símbiosis», cuando dice: «estuve pensativo, dándome cuenta de que mi cuerpo era una enorme carga política» Así me sentí cuando descubrí que yo misme era una persona trans y me hace sentir feliz que muchos de los personajes experimentan situaciones parecidas cuando sus identidades se ven interpeladas por sucesos directos. También me enorgullece la representación de personas trans en dónde el drama no se basa en las tragedias de su transición ni tienen un final trágico como personajes, sino que su identidad de género es una situación más que les sucede sin que se dramatice o sufra dicha condición. En conclusión, Luis Carlos Barragán nos ficciona universos futuros diversos, bio-tecnológicos y post-apocalípticos en los cuales parece decirnos con orgullo: el futuro bogotano será maricón y no binario o no será. 



1  (Parásitos perfectos, 139).

2 «Decoders»,« transmiorugas» y «coprorecicladores» –parásitos babosos y fundamentales para el desensación de seres mutantesarrollo de las tramas– habitan en cada cuento como una realidad común y, aunque exista un universo particular para cada uno, en todos ellos se realizan transacciones monetarias con yuanes.



Barragán, L. (2021) Parásitos perfectos. 330 páginas. Bogotá, Colombia: Ediciones Vestigio.


Sobre Mar Plumas Fernández Venegas:

Bogotá, 1999. Estudiante de doble titulación en Artes Plásticas y Estudios Literarios de la Universidad Nacional de Colombia. Es unx creadorx colombianx, disidente del sistema sexo-género.  Además de escribir, desarrolla obras en dibujo, bordado y perfomance. Se interesa por el trabajo con el cuerpo en relación con la diversidad sexual y de género. Sus intereses principales son: la literatura, el graffiti, el BDSM, el performance y la pedagogía entendidos como acciones políticas. Contacto: mafernandezve@unal.edu.co


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