Entrevista con Sergio Álvarez sobre 35 muertos (2011)

Por Sebastián Giraldo*

Junio de 2019, vía Skype.

Sebastián Giraldo: Quizá podríamos empezar desde el punto en donde siempre acaban las entrevistas: las influencias literarias. Es tal vez un mejor comienzo, porque podemos partir de esas influencias para luego ver los rasgos de su obra y así profundizar en la relación que hay entre sus novelas y la realidad colombiana que aparece en ellas. Tanto en 35 muertos (2011) como en La lectora (2001) veo una influencia de la novela negra norteamericana; en especial, relaciono mucho su obra con escritores como Dashiel Hammett y Raymond Chandler. Ese estilo duro pero a la vez poético que fluye a lo largo de una historia cargada de emociones y peripecias. Podríamos profundizar en ese tema, si le parece.
Sergio Álvarez: Crecí leyendo autores como Emilio Salgari y Julio Verne, también leía muchos libros de historia universal y novelas colombianas como La Vorágine, Risaralda, etc. De allí pasé al boom, García Márquez, Rulfo, Cabrera Infante, Paz. Pero cuando me planteé la escritura, la mafia ya se había tomado el país y busqué escritores de novela policíaca que me dieran una luz de cómo narrar el crimen. Leí a Chandler, a Hammett, a Leonard y algunos otros, pero estos tres me gustaron por la manera cínica y desenfadada de contar los hechos. Hay un autor que también me gustó mucho, Luis Sepúlveda. El viejo que leía novelas de amor me quitó los miedos de ser escritor y las novelas policiacas de Sepúlveda me ayudaron a hacer la transición del realismo mágico a un realismo más cercano a nuestra vida cotidiana.
SG: No sé si sea porque desde hace unos días he estado leyendo Oliver Twist, pero también veo similitudes entre la historia de Charles Dickens y la historia de 35 muertos. Los dos protagonistas son huérfanos que viven en una realidad marcada por el maltrato y la carencia. En las dos obras hay una mezcla entre la desolación brutal y el sentido del humor. Como usted mismo decía en una entrevista, en Colombia vivimos en una fiesta constante, pero al mismo tiempo estamos todos untados de sangre. Eso se ve en los personajes de la novela. En la manera en que se narra el nacimiento del protagonista vemos que su vida estará marcada por el equívoco, por estar siempre en el lugar equivocado, por ser inoportuno: eso tiene efectos delirantes y crudos, pero al mismo tiempo muy graciosos. ¿Eso fue premeditado para darle un matiz a la crudeza de la novela, o es más bien un rasgo de la realidad colombiana que usted vivió en primera persona? ¿Podríamos decir que Colombia es absurda?
SÁ: Es un poco la mezcla de la vida y la literatura. En un país feudal como Colombia, quien no hace parte de las élites siempre nace en el lugar equivocado, no tiene acceso ni a la educación ni a las oportunidades adecuadas. Mis personajes suelen cargar con estas circunstancias, a veces de una manera explícita, a veces de un modo más circunstancial. Cuando la gente confirma que, no importa cuánto se esfuerce, la vida no le va a favorecer, tiende a tomárselo con humor y resignación y disfrutar de placeres más personales como el afecto, la fiesta y el sexo. El problema es que, la mayoría de las veces, el sistema ni siquiera permite la felicidad del humilde. Ahí aparece la violencia. Colombia no es un país absurdo, al contrario, es un país con las reglas claras; y quien no se adapta a ellas, debe combatirlas o emigrar. No es absurda la realidad, lo que es un poco absurdo es que los colombianos no aceptemos nuestra realidad, nos gusta estar más en el realismo mágico que nuestra realidad actual.
SG: Ese contraste también se ve en Fabio Coral. Este personaje me llama mucho la atención porque es la realidad brutal de Colombia la que, en un principio, le brinda uno de los mayores momentos de felicidad. Botones mata al prometido de Nidia y esto permite que Fabio pueda estar por fin con la mujer que siempre ha amado. Fabio llega al punto de agradecerle todas las noches al bandolero que mató a Rubén, el soldado que se iba a casar con Nidia. Pero luego sabemos que esa felicidad no dura mucho, porque el nacimiento que es producto de todos estos eventos relacionados con la violencia en Colombia termina por causarle la muerte a Nidia. También, cuando Fabio, en su ingenuidad, cree que lo favores que le hizo a un político corrupto van a ser recompensados, se golpea de nuevo con la realidad. En este caso, la desilusión es tremenda y Fabio termina muriendo luego de una borrachera suicida. Este personaje es idealista, pero su ideal choca contra la realidad. Entender que el mundo no es como él quiere que sea es un conocimiento que al final no es capaz de asimilar… Podríamos hablar un poco de esa característica que no sólo aparece en Fabio.
SÁ: está ligado con la respuesta anterior, quien vive en un sistema injusto sueña con la justicia y de esa ilusión suele aprovecharse el sistema para perdurar. En Colombia, los poderes económicos y políticos saben que su gran capital es vender falsas esperanzas, saben que la gente las necesita y también saben que cuando las expectativas no se cumplen, la gente prefiere resignarse a luchar. El problema con Fabio Coral es que su capacidad para la esperanza es más fuerte que su capacidad para la resignación y ese desequilibrio lo mata. En realidad, en nuestros países, ese juego entre la capacidad de soñar y resignación marca las vidas de todos nosotros. Es nuestra ruta vital.
SG: Si seguimos con el rasgo de la novela y de la realidad colombiana que se mueve entre lo festivo y lo violento, no podemos dejar de lado la influencia de la música en su obra. En Las cenizas de Ángela, de Frank McCourt, aparece la música como una manera de retratar la idiosincrasia de los personajes y al mismo tiempo aparece toda una nación retratada. Toda la pobreza y el resentimiento hacia los ingleses y la sensación de haber perdido una cultura pasada por la colonización británica aparecen en la novela de McCourt. A mí me parece que en 35 muertos la música funciona de la misma manera. Pero con la diferencia de que la música no sólo retrata la forma de ser de los colombianos y la realidad colombiana, sino que determina en parte la estructura de la novela. Es como si la música le permitiera pasar de un escenario a otro, y ese ritmo marca el flujo vertiginoso de la historia. Además, hay un contraste entre la violencia colombiana y el carácter festivo de la música. Es como si la realidad colombiana fuera un chiste de humor negro.
SÁ: El ser humano necesita comunicarse para romper la soledad y cada sociedad encuentra formas de comunicación según sus circunstancias y sus medios. En América latina, la música es la más eficaz herramienta de comunicación. A través de la música nos miramos, vemos a los otros, nos amamos e, incluso, odiamos. Hay países que se leen, nosotros nos oímos e, incluso, construimos nuestra memoria a través de la música. Para mí sería imposible estructurar una historia sólo con elementos literarios porque hago parte de una sociedad que se cuenta a través de la música. “35muertos” explora este asunto e intenta ser fiel a él. La relación entre la fiesta y la violencia es una relación natural, se empieza por celebrar algo que nos da felicidad, pero detrás de esa alegría salen los demás sentimientos, la frustración, el abandono, el odio. La violencia en la fiesta es la manifestación de un estado de malestar profundo que siempre hemos preferido ocultar a sanar.
SG: No sólo en 35 muertos la música es importante. Hace poco veía una conferencia suya sobre la música como el primer acercamiento que usted tuvo con la literatura. Podríamos hablar un poco de esa idea.
SÁ: La literatura es en esencia poesía, si hay una poética se puede contar bien una historia y era en las canciones de mi infancia donde yo escuchaba grandes historias. La ranchera, el bolero, la salsa, la balada, la cumbia, el merengue y nuestras músicas tropicales son grandes fuentes de personajes, historias, dramas y humor. Oyendo a Guillermo Buitrago, a Calixto Ochoa, a Lizandro Meza, a Sandro, a José Alfredo Jiménez, a Juan Gabriel, Joe Arroyo e incontables músicos más entendí el valor de contar historias y, a partir de ellas, reflexionar sobre el amor que es en últimas el sentido de toda existencia. Aunque fui un lector curioso, fue en la música donde se formó mi vocación por la escritura.
SG: Si le parece, me gustaría preguntarle la relación entre su vida y la historia de 35 muertos. ¿Qué tanto hay de realidad y qué tanto hay de ficción? ¿Cómo ha sido su experiencia de vida en Bogotá y de qué manera ha influido en su obra? ¿Qué personajes reales le permitieron crear los personajes de sus obras? 
SÁ: En 35 muertos usé algunas experiencias de mi infancia y adolescencia, hay algunos personajes que corresponden a gente que conocí e, incluso, decidí terminar el libro con el personaje en el exilio porque yo mismo tuve que irme del país a buscarme la vida. Aun así, la mayoría de personajes e historias son ficción y corresponden más al deseo de hacer una perspectiva de cuatro décadas de la historia de Colombia que a hacer algún tipo de auto ficción. Para encontrar las historias, recorrí el país, conversé con muchos protagonistas de los hechos que cuento. Siempre he preferido buscar las historias en la calle que en archivos o fuentes de documentación.
En Bogotá viví hasta los treinta años y, después de instalarme en Barcelona, he vuelto por largas temporadas, fue la ciudad de mi infancia, adolescencia y juventud y ha sido mi refugio en un par de crisis personales. Así que cuando me planteé escribir, era el escenario natural de una posible historia. Con “La lectora”, creo que saldé esa deuda, Bogotá es un escenario infinito, pero llevo veinte años lejos de ella y ahora me costaría mucho contar algo allí. También tengo un problema con la ciudad, queramos o no, Bogotá sigue representando al país que desprecia lo que está más allá de su meseta. Yo, en cambio, adoro las regiones, adoro la música regional y me siento, al igual que la gente de provincia, un poco molesto con la ciudad.
SG: Hemingway decía que el periodismo era bueno para la creación literaria si el escritor aprendía a dejar ese oficio a tiempo. No me gustaría terminar sin preguntarle lo siguiente: ¿cómo ha influido el hecho de trabajar como libretista y guionista a la hora de escribir sus novelas?
SÁ: Mucho y poco, en realidad mi gran influencia audiovisual no ha sido el tiempo que he dedicado a trabajar en el cine o la televisión, sino toda una vida dedicado a verlos. Del cine he aprendido a contar con eficacia y a crear grandes momentos y personajes y de la televisión he aprendido su cercanía al público masivo y la conversación que estable con su habla y su cultura.



* Profesional en Filosofía y letras de la Universidad de Caldas. Maestría en Estudios literarios de la Universidad Nacional de Colombia en curso. Intereses: literatura, filosofía y aguardiente.

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