Reseña La forma de las ruinas


Por Nicolás Alfonso Rueda Villamizar*

“Mundo nuevo”, así fue nombrada la esperanza, el sustento, la tierra arrebatada a mis abuelos, sin embargo, al poco tiempo de concebirse el albor de aquel sueño fue lapidado por la violencia. En las montañas rojizas de la serranía de los yariguíes, en el carmín de una piedra milenaria, nació mi padre huyendo de la persecución conservadora; cuando el hastío del silencio lo asaltaba y sentía la honda necesidad de volver al pasado se abría para mí un relato desconocido y doloroso. Me contaba   que en el plebiscito de  1957 a raíz de una conspiración entre  conservadores y  liberales traidores  una detonación destruyó el patio de la casa de mi abuelo por ser parte del directorio liberal,  siempre me decía que ese día había aprendido a  volar;   me  contaba  que de Jordán - un pueblito  incrustado en el cañón del Chicamocha-  los conservadores  mandaban gente  para atentar contra mi  abuelo, yo le  preguntaba que quién podía ser, que por qué  tanta  conjura para acabar con la vida de un hombre,  él  decía  como si fuera así de simple: “Son los Carillo y los Ferreira los godos malandros de siempre”, luego de  muchos años me entero que Ramón Carillo, el conservador que organizó la  conspiración contra mi abuelo -conocido en el hampa como Emilio I- luego de  haber sido un “chulo” reconocido se había  vinculado al DAS y había participado protagónicamente en el magnicidio del político conservador Álvaro Gómez Hurtado,  sospeché entonces que no  eran ni los  Carillo, ni los Ferreira, los que estaban detrás de los  intentos de asesinato de mi abuelo y el atentado contra Gómez Hurtado, había una conspiración mucho mayor detrás de todo, de la reflexión acerca de este  hecho  surgió  una pregunta que no dejó de palpitar dentro de mí: ¿Hay  una  historia  cierta?  ¿Hay un relato verídico  detrás de los   acontecimientos  que  han forjado  el devenir humano? Si  el misterio de las  rebeliones,  los magnicidios y  las  conjuras  por el poder  se pudiera  resolver con el acervo de información de los  tratados historiográficos y la versión de los medios  de  comunicación, ¿Dónde  quedarían las  secretas  voluntades que  intentan  todos  los  días  desviar  el  curso  de los hechos,  volcarlo  hacia  lo  inverosímil, hacia el  caos? La  respuesta la encontré en  La  forma de las   ruinas de  Juan Gabriel  Vásquez , una novela  que  habla de  otra historia,  no la  que  ha forjado  la   hegemonía  cultural,   sino  la  que se  configura secretamente  en los  círculos del poder  y  de la que  no se  sabe  un ápice.

 ¿Cómo chocan  la Historia y la conspiración? ¿A través de  quién? Un puñetazo que  le propina  Juan Gabriel Vásquez  a   Carlos  Carballo en una  fiesta abre una  relación de  mutua curiosidad  por  las teorías  de la conspiración, este es el eje  del  relato de  La forma de las  ruinas: La Historia y la conspiración. Carlos  Carballo  es uno de los  pupilos del bacteriólogo y forense  Luis Ángel Benavides, quien  heredó a Carballo  las  investigaciones  de las  cátedras forenses que dio  durante toda su vida, en  los expedientes de Benavides se encuentra   una  teoría de la  conspiración  que  controvierte   la actuación solitaria de  Juan Roa Sierra  en  el  asesinato de  Jorge Eliecer Gaitán , de Lee  Harvey  Oswald  en el de  John Kennedy  y  de Leovigildo  Galarza y Jesús Carvajal  en  el   homicidio de Rafael Uribe  Uribe.   

 En La forma de las ruinas , Juan Gabriel  Vásquez  es un personaje,  como en la nivola - Niebla-  de Miguel de Unamuno, Vásquez se  hace personaje  para inquirir, para  contradecir a sus  alter-ego narrativo: a  Carlos Carballo. Así, en la novela   la  línea  divisoria  entre la  ficción y la realidad  es sutil,  la  vida del  escritor,  su curiosidad  por  la historia,  el nacimiento de sus hijas,  su  viaje y estadía en Barcelona se  entrevera  con la obsesión  por  la conspiración  de un  personaje  que  va y viene,  que  acecha  sigilosamente el devenir  de Vásquez,  pero que  sobre   todo  lo  representa,  es  él mismo,  es  su  alter-ego   que  no se resigna  a  creer  en un relato  foráneo  de la  Historia,  es  el  investigador  policial  guiado  por  el estandarte  de la  verdad,  como Auguste  Dupin  de Edgar Allan Poe o  Sherlock  Holmes de Arthur  Conan Dyle.

Leo  el poema “In memorian J.F.K”  de Jorge  Luis Borges  y  las armas de la Historia se  diluyen en una ,  me  pregunto entonces: ¿El metal que mató a  Julio César no  fue  el mismo que mató a Gustavo Adolfo de Suecia? ¿La  bala  que mató al  emperador Maximiliano  no  fue  la misma  que mató a Lincoln y a Francisco Fernando de Austria? El  hacha  que  atravesó  el cráneo de  Uribe Uribe en la fría Bogotá se  convierte de pronto en un pico que en Ciudad de México  acaba  con la  vida de Trotsky,  la  bomba  que casi mata  a mi  padre  en aquel  pueblo de Santander  es la misma con la  cual  la Cosa Nostra  asesinó al  loable juez  Giovanni Falcone.  La  forma de  las ruinas  me  hizo consciente de que  la  historia  está  confeccionada  por hilos  vaporosos,  de que  detrás de los  grandes acontecimientos - y los  pequeños también-  hay  titiriteros  enormes  que definen la  paz  o la guerra,  el  ascenso  o la  caída de los gobiernos.  Como  Vásquez, sentí  en algunos momentos de lectura  de la novela  que  me encarnaba  en  Ryan,  el mítico investigador del  cuento  del "tema del traidor y del héroe" de Jorge Luis Borges,  quien descubrió que  detrás de la muerte del héroe  irlandés  Fergus Kilpatrick  se encontraba  un sujeto  capaz de montar  puestas en escena pletóricas  de actores  a  imagen y semejanza de  Macbeth  y Julio César de William Shakespeare, el  conspirador de  conspiradores. La  veleidad de la  conjura, eso fue precisamente lo que me desveló  Vásquez  a  través  de su relación con el expediente de Carlos  Carballo y Luis Ángel Benavides. Aunque la novela dialoga  con  los crímenes de Gaitán y de Kennedy,  la  veta de la  investigación de   Carlos  Carballo   se encuentra  en el crimen  de Rafael Uribe Uribe.  

 Vásquez descubre  que el fuego de la conspiración  se aviva en dos  lugares  distantes ese mismo año de  1914,  mientras  un par de artesanos  asesinan a hachazos al general liberal más  temerario de la  guerra de los mil días, en  Sarajevo un joven nacionalista  asesina a Francisco Fernando de Austria y  le da apertura a la primera guerra mundial. ¿Qué  hubiera pasado  si a Gavrilo Princip se  le  atasca  el  arma  cuando  se dispone a  asesinar al archiduque? ¿Qué hubiera pasado si se captura a Pedro León Acosta –general conservador de la guerra de los mil días- cuando intentó asesinar al presidente Rafael Reyes, quien para  sorpresa de Vásquez es quien está detrás del asesinato de Uribe Uribe? Pienso  en la  conspiración, en la  guerra, y pienso en mi vida,  en la de mi padre,  y no dejo  de  preguntarme: ¿Qué  hubiera pasado  si en ese año de 1950 mis abuelos  no hubieran estado  internados  en el monte y mi  padre  hubiera nacido en una  casona  bajo  el  cuidado de una partera como un niño común y corriente? ¿Qué  hubiera  pasado si en 1957  mi padre no aprende a  volar  por la  tiranía de la  guerra? ¿Cómo sería él, cómo sería yo bajo su educación, bajo el  influjo de ese otro  que pudo ser? ¿ Si pudiéramos  malear  la  forma de las ruinas,  si pudiéramos  hacer recular  la  pira de la historia entonces se dibujaría  en  el porvenir  la misma mueca macabra,  se mancharía igual de carmín inocente la tierra? La  lectura de  La  forma de la  ruinas  me hizo estar seguro que  es  la  literatura - ¡dónde más!-  el santuario de la  duda  y la  posibilidad,  es en  la  literatura  donde se abren  alamedas  posibles,  paisajes incendiados  por  el  fuego de los  arreboles y no de los  hombres,  de la ficción nace  la  irreverencia  de  quien se considera indigno al aceptar la mentira que se escupe desde arriba,  esa  instantánea del mundo en llamas me la ofrendó  La  forma de las  ruinas.

Vásquez, Juan Gabriel. (2015). La forma de las ruinas. Colombia: Penguin Random House. 480 págs.

*Rueda, Nicolás. Bucaramanga, 1996. Estudió en la Universidad Industrial de Santander la  licenciatura en  español y literatura,  actualmente  se  encuentra realizando  la maestría  en Estudios literarios en la Universidad Nacional de Colombia.  La  literatura,  la  filosofía,  el cine,  la  pintura y la música  son mis áreas de  interés.  Contacto: nicorvr@hotmail.com





Comentarios

Entradas más populares de este blog

Tres miradas en torno a Pájaros en la boca de Samanta Schweblin. Parte II

Reseña Cerezas al óleo