Sobre Transterrados de Consuelo Triviño Anzola


Por Daniela Bedoya Vanegas

“soy emigrante latino, que llora en la lejanía,
añoro el pueblo querido que ha dado luz a mi vida”

“Yo ya no soy yo, ni mi patria es ya mi patria”

Dejarlo todo, irse y dejar de ser, perderse y no encontrarse ni allá ni acá, no pertenecer, ser un extranjero afuera y en la propia tierra, y aún así convertirse en uno más de ese nuevo lugar,  ser un transterrado. Consuelo Triviño Anzola toma de José Gaos el concepto Transterrados para darle nombre a su libro. Dicho por primera vez en boca de Gaos, la palabra transterrado, aunque implica el abandono de la tierra de origen, no es sinónimo de exiliado o refugiado, pues el transterrado es aquel que, a pesar de llevar la tierra consigo, voluntariamente se queda en ese nuevo lugar y finalmente se “empatria”.

Como en una exposición fotográfica, y guiada por una voz, veo y escucho cada rostro que Consuelo Triviño expone en Transterrados (2018). Es una galería de retratos la reconstrucción de distintas culturas puestas en un mismo lugar. Bajo la voz de Constanza, la narradora, sabemos que Luis Jorge, periodista y transterrado colombiano, se despierta una mañana junto al cuerpo estrangulado de Patricia, su compañera sentimental, sin ninguna idea de qué pasó. Intrigada, Constanza decide iniciar una investigación con todas las personas que conocieron a Patricia y a Luis Jorge para intentar conocer la verdad. Así entonces y a través de muchas voces logramos ir hacia atrás y reconstruir.

Pero no es la muerte de Patricia ni la imposibilidad de la verdad lo que convoca esta reseña, ni lo que mueve a la novela, sino el inteligente estilo narrativo del que hace uso Consuelo para orquestar el coro de voces que integran su libro. Los personajes pertenecen a una comunidad latina que reside en España. Cada uno recuerda su pasado y se ha reinventado en este nuevo lugar. Los testimonios nos permiten adentrarnos en un cosmos lleno de desventuras que viven los transterrados. Así es que conocemos sobre pandillas, delincuencia, trabajo informal, narcotráfico, amores y desamores, celos,  y toda una ola de situaciones que llegaron a España, de la mano de una gran comunidad latina, a principios del siglo XXI.

La oralidad es clave en el relato y la narradora le da espacio a cada voz para hablar desde su propia realidad. Cada personaje es escuchado en sus propios términos y esto permite evidenciar la confluencia de distintos lugares, acentos, dificultades y verdades de todos los inmigrantes latinos en España. A esta polifonía se une la variedad de registros que utiliza la escritora en aras de una posible objetividad. Entrevistas orales, cartas, artículos de periódico, poemas, relatos propios y testimonios permiten el sentimiento de un todo, de una intención totalizadora.

Y a esto quería llegar porque creo que Transterrados está muy a tono con el concepto de Novela Total que Vargas Llosa le acuñó alguna vez a Cien años de soledad. Consuelo pone todo a coexistir: tiempos, personajes, culturas, verdades, registros, y de esta manera la narración no se hace lineal sino que, por el contrario, salta entre tiempos, espacios y voces. Todo esto, a mi parecer, logra la sensación de una mirada que quiere abarcarlo todo, unas manos que utilizan la situación de un individuo para recoger la experiencia de toda una comunidad transterrada.

Todo me gusta de Transterrados. En un principio la lectura causa un poco de conflicto porque no sabemos quién habla. Un narrador de afuera nos introduce a Constanza, quien narrará el resto del libro, y que además introducirá las siguientes voces. Con el pasar de los capítulos, la lectura se hace más clara y se establece un juego de saltos y voces que le permiten al lector sacar sus propias conclusiones. 

Me gustó imaginarme a Consuelo poniendo en este libro fragmentos de su propia vida como transterrada, de sus compatriotas, de sus amigos inmigrantes, de sus tristezas y su verdad. Pero ¿por qué utilizar una narradora que está fuera de la situación de esos transterrados para darle voz a un grupo de latinos golpeados por su propia tierra? Dice Consuelo que era una carga difícil de asumir y utilizó a Constanza como estrategia de distanciamiento para “sacar mayor provecho de detalles que podrían pasar desapercibidos para quienes están inmersos en la realidad de la que pretenden dar cuenta”[1]. Sin embargo, al final nos enteramos de que ella misma (Constanza) es una transterrada en su propia tierra.

Nada de lo puesto en la novela es al azar, cada juego de palabras y de referencias tienen un propósito claro para Consuelo: el nombre del periódico y su homónima canción, la españolización de las palabras en inglés, las discusiones en torno a las diferencias lingüísticas, y por supuesto el juicio y cuestionamiento a una sociedad que ha sometido a sus individuos a vivir lo ajeno desde el constante sentimiento de supervivencia.

Leer Transterrados significa adentrarse en las profundidades del drama del inmigrante, ahondar en las miradas del mundo y la actualidad desde los ojos marginados. Buscar culpables se relega, lo importante es sentarse a escuchar sin esperar una verdad absoluta.

Triviño Anzola, Consuelo. (2019). Transterrados. Colombia: Sílaba Editores: Calambur Editores. 272 págs.








[1] Entrevista hecha por la reseñista

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