Entrevista a Evelio Rosero

Por Emmanuel Arias*

Dado el trabajo llevado a cabo en la clase “Novela colombiana de los siglos XX y XXI”, dirigida por la profesora Alejandra Jaramillo, se planteó realizar una entrevista a un autor, sobre quien se presentaría una reseña realizada sobre una de sus obras. Tuve la oportunidad de realizar una entrevista, a través de medios electrónicos, al escritor colombiano Evelio Rosero, autor de una larga lista de novelas y colecciones de cuentos como El incendiado (1988), Cuento para matar un perro (y otros cuentos) (1989), Los ejércitos (2006) y La Carroza de Bolívar (2012), entre otros.


Emmanuel Arias: Buenos días, señor Rosero, es un placer para mí poderme contactar con usted. Esta entrevista está dentro del marco de la clase “Novela colombiana del siglo XX Y XXI”, dirigida por la profesora Alejandra Jaramillo. A continuación, he planteado una serie de preguntas que se refieren a ciertas posturas críticas que, siento, gravitan dentro de dos de sus obras, en particular La carroza de Bolívar (junto con otras obras de otros autores del siglo XX), y cómo estas posturas ponen en evidencia un juego con la idea de nación. 
En la novela La carroza de Bolívar (2012) es evidente el gesto paródico a la imagen de Simón Bolívar ¿A qué se debe el crear esta imagen que ni humaniza, ni glorifica al “libertador”?
Evelio Rosero: No lo glorifica porque nunca me pareció justa esa “gloria” de Bolívar, la que nos entregaron a lo largo de los años en los colegios y escuelas y universidades. Es una gloria inventada, como lo fueron muchas de las grandes “victorias” de Bolívar. Pero de lo que puedo estar seguro es que mi novela lo humaniza. O por lo menos se refiere a aspectos humanos de la vida de Bolívar que nunca se destacaron con el debido interés y más bien se contemplaron con ironía, con el guiño machista del historiador de turno: su enfermizo gusto por las niñas de los pueblos, por ejemplo, entre otros muchos detalles: el ansia desmedida de poder, a despecho del interés colectivo, la soberbia, la mentira, las masacres que ordenó, el asesinato de verdaderos héroes y caudillos. Bolívar, ese “Napoleón de las Retiradas”, como lo llamó el general Manuel Piar, con muchas razones, y a quien Bolívar quitó del camino mandándolo a fusilar, Bolívar, digo, fue un prócer a la medida del futuro que nos aguardaba.
EA: En la novela, el papel de la memoria, o más bien, la sombra de la escasa memoria que posee el país es un elemento contundente que participa activamente en el enfrentamiento contra la historia oficial. Si establecemos que la amnesia colectiva que afronta el país es el resultado de la tergiversación de los hechos por parte de los discursos oficiales, la historia de los vencedores, ¿no siente que por más que en obras como La carroza, notas periodísticas o cualquier forma de expresión de visión de mundo, se intente dar a la ciudadanía un acercamiento a esos hechos distantes de la historia, de manera objetiva, los colombianos siguen igual? ¿Su posición frente a los hechos, en su gran mayoría, no cambia? ¿A qué cree que se deba ese rechazo no sólo a recordar, sino a hacer algo frente a ello, a afrontar el pasado del país de manera crítica?
ER: La responsabilidad de la amnesia recae sobre todo en la educación. Y ya menciona usted en manos de quién o de quiénes está la educación. En Colombia diríamos, mejor, que la responsabilidad recae en la ausencia de educación. Sobre todo el estudio de los acontecimientos históricos, siempre estuvo sometido a pasiones viscerales, a intereses de partido, según la directriz educacional. No hubo objetividad, y en el presente apenas se puede señalar un despuntar de educación plena. En las escuelas y colegios de la mayor parte del país no se puede hablar de una educación humanística sólida. Allí radican todos los males. A los diferentes poderes políticos que han tomado las riendas del país no les interesa que se implante una educación que pugne por la reflexión, el discernimiento. Por el contrario, se buscan ciudadanos prácticos, que hagan bien la tarea, que vayan al circo, que vean telenovelas, que encojan los hombros ante la corrupción, que logren pagar una casa y luego se mueran. Pero el hecho de que estemos usted y yo hablando del tema nos muestra cierta esperanza en la educación. Pero para que usted sienta inquietudes acerca del tema ha tenido que llegar a la universidad; no lo inquietaron semejantes temas en la primaria, en el bachillerato; ni a usted y mucho menos a sus profesores; y es desde la primaria y el bachillerato que se debe instaurar la reflexión en los colegios, alrededor de nuestro pasado, de nuestra historia, alrededor de lo que hay que corregir y nunca repetir. Repetir es lo que sucede.
EA: En obras como Estaba a pájara pinta sentada en el verde limón, Sin remedio, La carroza de Bolívar y Los Ejércitos encontramos personajes que viven en cierto desconcierto, en una actitud casi desesperanzadora frente a lo que es la sociedad colombiana. Las narraciones nos plantean, de cierta manera, a estos personajes como aquellos que nos permiten cuestionar los lugares comunes o los ideales de nación que se pretende tenga Colombia.  Es decir, se cuestiona el papel que tuvieron lo que denominamos líderes, libertadores, voces del pueblo, el brazo armado del estado, los guerrilleros, los civiles, los políticos, etc. ¿A qué cree usted que se deba este cuestionar lo que es, en palabras más palabras menos, la nación? ¿Siente usted que es necesario cuestionar los lugares comunes de la sociedad colombiana a través de la literatura? Y si es así, ¿desea usted generar en su público algún efecto, frente a este cuestionar?
ER: Por supuesto que es necesario cuestionar los lugares comunes. Ahora bien, este cuestionamiento ni siquiera es voluntario; si la obra de arte, el libro, la puesta en escena, la composición, es de verdad arte responsable, ya de por sí tiene implícita una reflexión crítica, incluso una rebelión. La literatura siempre ha sido una rebelión contra lo establecido, la auténtica literatura. Porque también hay literatura al servicio de pequeños intereses, y esa es la literatura mezquina. Fíjese usted en esa cantidad innumerable de poetas ensalzando las campañas de Bolívar, y con la más horrible poesía que pretende ser “épica”. Esa gran cantidad de obras de lagartos de la poesía, desde hace 200 años, fue la que se impuso como lectura diaria en las escuelas. Pero existen otras obras. El cuestionamiento de los llamados líderes, libertadores, voces del pueblo, obedece a una verdad que se impone sobre lo falso, por lo menos a través del arte. La realidad, desgraciadamente, la de nuestro país, sigue sin mayores cambios. Pero el arte la modifica, genera conciencia, y es un grano de arena que se suma a otro grano.
EA: El constante poner en duda los “pilares” de lo que es la nación, es decir, el cuestionar aquello que técnicamente nos une como colombianos, nos hace colombianos, contemplando la realidad actual del país, ¿No es una muestra de una casi inexistencia de lo que sería un ideal de nación? ¿Sigue siendo Colombia un proyecto de nación, forzado a andar, no se sabe si para adelante o para atrás, sin un verdadero punto que muestre una unidad entre todos los ciudadanos del país? ¿O siente usted que exista una ideal de nación, un constructo social ante el cual todos los colombianos, o su gran mayoría, se sientan identificados?
ER: Yo veo nación cuando escucho la cumbia, la flauta de los andes, cuando leo Cien años de soledad, cuando me asomo al arte; cuando presencio las sesiones del congreso colombiano, en cualquiera de las épocas de la historia, solo veo cofradías y fanatismo; la nación como tal no se ve por ninguna parte; solo gente vil, la mayoría. Pero siempre hay por allí una minoría “grande”; y no importa que resulte asesinada: lleva la luz y la entrega. Tiene que ser así, o de lo contrario la nación que usted menciona tendría encima una noche eterna.
EA: La novela de Alba Lucía Ángel, que nombré en la pregunta anterior, al igual que la de Caballero no encontraron, al parecer, un público que los leyese en su momento, de hecho, se podría decir que hasta hace unos pocos años estas obras están retomando visibilidad en el campo literario y, por ende, en el campo cultural colombiano. ¿Cree usted que tiene que ver con la postura crítica que existe dentro de las novelas, este debatir la idea de nación, lo que les impidió un mayor reconocimiento en los diferentes campos culturales? ¿Poseen sus novelas algún tipo de lectores ideales?
ER: Es muy posible que tenga que ver la postura crítica que existe en algunas obras para que no se les de la resonancia, el estudio que se merecen. Contra eso sobre todo hay que luchar. Leyéndolas. Compartiéndolas. Fíjese en la obra del historiador nariñense José Rafael Sañudo: Estudios sobre la vida de Bolívar. Con mucha dificultad esa obra tuvo una mínima difusión; y cuando la tuvo, cuando se la mencionaba, era para recibir toda suerte de críticas viscerales. Nadie quería aceptar que se pusiera en tela de juicio al “padre de la patria”. De eso hago mención en La carroza de Bolívar. Pero si una obra está bien hecha, si es testigo de su tiempo, si remece la realidad, si la interroga, va a continuar viva en el tiempo, a despecho de todos los depredadores.



* Estudiante de pregrado de Estudios literarios en la Universidad Nacional de Colombia. Actualmente cursando la Maestría en Estudios literarios en la misma universidad, enfocado en literatura colombiana de los siglos XX y XXI.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Tres miradas en torno a Pájaros en la boca de Samanta Schweblin. Parte II

Reseña Cerezas al óleo