Franzen, Jonathan. “¿Para qué molestarse?”. En Cómo estar solo. Barcelona: Seix Barral, 2003.
Por Rebeca Hurtado Acosta
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Edición en español. Seix Barral. 2003 |
A pesar de que en la
versión original de 1996, Franzen se refiere
específicamente a sus dos primeros trabajos, en su momento los
periodistas interpretaron el ensayo como una promesa de escritura en
la que el autor se comprometía a escribir ahora una gran novela
social. Con la publicación de Las correcciones (2001), su
tercera novela, el público lector limitó la discusión a si Franzen
había cumplido o no. Por esto, cuando el autor prepara la edición
de Cómo estar solo, decide aclarar su verdadera intención al
reescribir el ensayo (también conocido como “artículo de
Harpers”). Afirma Franzen que su idea era reflexionar sobre
la transición experimentada por él a partir de la publicación de
su segunda novela: ¿Para qué molestarse en seguir escribiendo en un
contexto cultural al que no le importa la literatura, ni tampoco el
papel que juega el escritor dentro de la sociedad? ¿Cómo se podía
dar cuenta del contexto sociocultural en la ficción contemporánea,
con recursos minimalistas y sin tener que recurrir a las herramientas
típicas de la gran novela social?
La preocupación por el
lugar de la literatura en una sociedad y cómo a su vez esta realidad
se expresa en las obras literarias ha estado presente en la reflexión
sobre la literatura desde hace varios años. Mijail Bajtín
(1895-1975) en su obra El método formal en los estudios
literarios (1994) trata de explicar que la obra literaria
contiene refracciones ideológicas de la realidad social, es decir,
hay reflejos de la sociedad mas no es la sociedad concreta la que
está plasmada en la obra. Esta concepción es una de las bases para
entender la relación literatura – sociedad, y por eso es
pertinente tener en cuenta el texto de Bajtín considerando lo
que propone Franzen.
La segunda versión del
artículo Harpers de Franzen, es decir, la que se encuentra publicada
en el libro de ensayos, empieza con el relato de la crisis que vive
el autor en el año 1991. El escritor atraviesa un periodo de su vida
en el que además de sufrir la ruptura de su matrimonio, está
desesperado con la cultura americana que de forma ingenua aprueba el
gobierno de Bush y promueve la guerra en Irak. En este momento
descubre la novela Desperate Characters (1971) de Paula Fox.
Allí, Franzen logra ver una realidad parecida a la que él está
viviendo: un matrimonio en crisis y un orden social alterado debido a
la guerra de Vietnam. Gracias a este descubrimiento, el escritor
empieza a preguntarse cómo es posible conectar el aspecto personal
de la vida con lo social a través de la novela. Franzen quería
lograr la refracción no solo de la existencia socioeconómica de su
entorno, sino también reflejar otras concepciones de diversas
esferas ideológicas como la política, la ética, la religión,
entre otras. Y esto es posible, según Bajtin, gracias a la
naturaleza ideológica de la literatura, según la cual una obra
literaria es capaz de tomar los contenidos de otras esferas del
pensamiento y la cultura en el momento del proceso creativo, e
incluso a veces logra anticipar concepciones ideológicas de esferas
como la filosofía, entre otras. La literatura entonces sería capaz
de reflejar la vida interior del ser humano, pero lo haría en el
marco de un horizonte ideológico. La representación literaria a su
vez constituiría un espacio de refracción ideológica (Bajtín
1994, p.60).
En 1988, Franzen publica
su primera novela The Twenthy-seventh city, proyecto al que
dio inicio de manera entusiasta con el ideal de hacer una novela
social que lograra crear impacto tanto por su temática como por su
narrativa. Seis años después de la publicación, Franzen ve que su
novela no entabla ningún tipo de diálogo con la cultura y, aunque
el público no rechazó la obra, la tuvo en cuenta por aspectos más
banales como la corta edad del autor y el “entretenimiento sombrío”
que estaba plasmado en la obra. Es posible afirmar que esta reacción
frente a la novela se da porque ha habido un cambio en la relación
entre la literatura y la sociedad. En el panorama en que ha visto la
luz la primera novela de Franzen algo ha cambiado y el escritor
reciente se pregunta en qué consiste tal cambio. Lo primero que
advierte es que los productos ideológicos se han convertido en
objetos de consumo, de modo que ahora su importancia radica en que
produzcan un tipo de placer equivalente al de los demás productos de
consumo, cuando en verdad uno de los elementos que le da importancia
a la obra son los vínculos de comunicación que establece con las
personas (Bajtin, 1994, p.51). Por otro lado, es cierto que los
medios masivos de comunicación se han encargado de proporcionar una
visión de la realidad más rápida y diligente que la que se logra
dar por medio de la literatura. En esa medida, Franzen detecta cierta
obsolescencia del arte con respecto al cambio de la relación entre
sociedad y literatura. Para explicar esta idea, Franzen plantea que
la existencia del ser humano está definida por un dolor, presente en
cada persona por no ser el centro del universo y por el hecho de que
sus deseos siempre son más grandes que sus medios para lograrlos.
Este dolor venía siendo mitigado por la religión y el arte, pero en
el mundo contemporáneo las nuevas tecnologías ofrecen múltiples
ilusiones de curas, las cuales afianzan en el ser humano la ilusión
de que está en el centro del universo. Por tal razón el arte cae en
obsolescencia y se ve remplazado por nuevos mecanismos que ante todo
buscan ahorrar el malestar al cual respondía el arte, en especial,
la literatura.
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Jonathan Franzen |
A continuación Franzen
llega a la reflexión de que la experiencia norteamericana es tan
amplia que necesita ser observada desde diversos puntos de vista
culturales, ya que se vuelve imposible que una sola novela refleje la
totalidad de una sociedad trastornada. Una de las perspectivas que
aporta, de manera exitosa, una visión con respecto a la sociedad
además de las novelas escritas por minorías culturales, es, según
el autor, la literatura escrita por mujeres. Las obras de narrativa
ficcional más exitosas son escritas y compradas por mujeres, lo cual
se debe a la desconexión entre la cultura literaria y la cultura
dominante, la cual otorgaba mayor espacio a la literatura escrita por
hombres. En comparación con esto, el autor también menciona a los
escritores jóvenes que se quedan estancados en el testimonio literal
del yo y que se encuentran totalmente condicionados por sus
identidades étnicas o sexuales. De esta manera Franzen da ejemplos
de temas como “Mi interesante infancia”, “Mi interesante año
en el extranjero”, los cuales reflejan el mundo interior pero
pierden de vista el horizonte ideológico y la complejidad que este
debe tener.
El tema de la soledad
entra en el texto a raíz de la reflexión sobre el autor William
Gaddis (1922-1998), quien se oponía a realizar actos de promoción
personal y publicidad, debido a que estaba en contra de la cultura
del mercado de masas, y por esto prefería el aislamiento social.
Franzen intenta seguir este ejemplo, pero se da cuenta de que los
escritores y lectores no pueden estar aislados, puesto que con esto
solo lograrían ser olvidados. Por tal razón el autor encuentra una
manera para que haya unidad en esta comunidad: los integrantes de
este grupo deben creer que la novela, más que cambiar algo, puede
preservar diversas cosas que deben ser descubiertas con respecto
tanto a la lectura como a la sociedad, en medio de la invasión de
medios de comunicación masivos.
Como forma de solución
al problema de la conexión entre lo personal y lo social, Franzen
propone la concepción de realismo trágico: un enfoque para la
escritura de novelas que debe contener una clara representación
histórica, en la que, en vez de calificar qué es bueno o malo, se
limite a representarlo. Cabe aclarar que el concepto de lo trágico
es tomado para especificar que esta forma está en contra del falso
optimismo hacia la vida, el cual impregna la cultura cotidianamente.
También representa el gusto del ser humano por lo oscuro e
imprevisible, que ya había sido resaltado por Heath. Este enfoque
tiene el objetivo de suscitar más preguntas que respuestas y
cuestionar qué hay detrás de las facilidades tecnológicas
contemporáneas.
Al culminar el texto, el
autor deja clara su recuperación de la esperanza frente al hecho de
ser lector y escritor. Su preocupación por hacer una gran novela
cultural que aporte una perspectiva crítica frente a la corriente
dominante solo había bloqueado su gusto por escribir algo y le
exigió la reflexión posterior en torno ala idea de realismo
trágico. De esta manera Franzen comienza la escritura de su tercera
novela y el ensayo termina con una posición más optimista frente a
un mundo que, en las palabras del autor, “se está acabando”,
pero a su vez es esa perdición lo que supone que la literatura viva
para seguir afrontando las limitaciones humanas.
Para concluir, es
importante señalar que el artículo deja ver de forma clara cómo el
medio ideológico de la sociedad estadounidense está determinado por
la existencia económica de esta comunidad, y es por eso que el
desarrollo de nuevas tecnologías afecta la percepción de los
individuos frente a la literatura y frente a su forma de relacionarse
con otros. Cabe aclarar que, según Bajtín, el hecho de que la
existencia económica condicione el medio ideológico es algo
característico de todas las sociedades, sin embargo en “¿Para
qué molestarse?” Franzen se limita a tratar este aspecto en
la sociedad norteamericana.
La lectura del artículo
es sencilla debido al lenguaje cotidiano con que el autor relata y
expone sus ideas. Incluso el mismo Franzen dice que después de
escribir “Para que molestarse” aprendió a tratar al lector como
un igual. Es por esto que al leer el artículo es posible reflexionar
acerca del papel de la literatura en la sociedad contemporánea sin
necesidad de entrar en conceptos especializados de teoría literaria.
1
Argumento contrario a la novela La televisión (1997) de
Jean-Philippe Toussaint, en la que el protagonista, instalado en un
apartamento en Berlín, con la misión de escribir una investigación
sobre Tiziano, toma una decisión radical y cotidiana: no ver más
televisión. (Nota de MOHAN, blog de Crítica Literaria).
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