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Mostrando las entradas de junio, 2017

El Siglo de las Luces de Alejo Carpentier

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Por Andrés Mateo Forero Garzón «Con la Libertad, llegaba la primera guillotina al Nuevo Mundo» (Pág. 335) La revolución francesa pasó a la historia, al menos en las versiones más conocidas, como el origen de nuestras sociedades modernas. El final de la monarquía, el regreso a la república, los derechos de la ciudadanía, el concepto de “Libertad”, fueron – y son aún hoy en día – estandartes de las naciones que surgirían en los próximos siglos. En Latinoamérica le recordamos particularmente por ser la chispa que ayudaría a impulsar nuestras propias revoluciones y buscar la independencia de nuestros países. Sin embargo, la triste verdad es que la revolución francesa fue, en muchos sentidos, un fracaso. Al menos esta es la idea que nos deja la lectura de El Siglo de las Luces , de Alejo Carpentier, un viaje por la Francia de finales del siglo XVIII inmersa en la que es argumentablemente una de las revoluciones más importantes de la historia humana. No obstante, la nove

¿Ale..xandra o Ale..jandra?. Una reseña de El mundo alucinante: una novela de aventuras

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Por Jonathan Mossos Nada más fugaz, sincero, espontaneo, que el amor en el trasporte público. De pie, en el acordeón, me hice a su lado. Rápidamente empezamos a jugar. Yo jugaba a no mirarla y ella jugaba a que yo no existía. Constantemente ella ganaba. Ella no era bonita ni linda ni hermosa, era bella, era la Belleza hecha mujer, ¿cómo no contemplar la Belleza? Después de perder varias veces le propuse cambiar de juego y se negó, eso cero. Como ya había perdido me dedique a descubrir su nombre mientras la miraba de reojo. Sus ojos me decían que su nombre empezaba por “A”, eran abiertos y algo comunes.  Su nariz me dedique continuaba la “L” por su fina hipotenusa. Su boca era especial, tenía una sonrisa espontanea, efusiva, era clara que seguía la “E”. De repente, cuando buscaba la siguiente letra, contesto una llamada. Vi en su lengua que era mexicana. No pude determinar bien la siguiente letra “J” o “X”. ¿Se llamara ¿Ale..xandra o Ale..jandra?  Eso me recordó

Dos relatos en tiempos de genocidio

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Por Nicolás Moreno Romero Un hombre camina por Berlín. Antes de la guerra había comenzado sus estudios en diseño gráfico. Ahora este tipo de profesión no es necesario. Para evitar ser deportado debe conseguir un trabajo. Se dirige a la fábrica en la que trabaja su madre como costurera. Le pide trabajo a su jefe. Esta es su última opción, y sabe que de no conseguir el trabajo, aunque no sabe coser, pronto lo deportarán. El jefe no necesita costureros. De todas formas lo contrata como supervisor del trabajo de la fábrica. Recibió un trabajo que un judío no debería desempeñar. Pero su aspecto le favoreció: no tiene ningún rasgo que un oficial busque en un judío. Su nuevo jefe le advierte que nadie debe conocer ese secreto que ahora comparten. El nuevo empleado despierta sorpresa en los trabajadores de la fábrica. Un alemán que trata tan bien a los empleados judíos no es común.  Otra situación. Los indígenas un poblado en el Valle del Cauca están bajo el control de un enc

Más que la historia novelada

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Por Paula A. Sánchez Lugo Evelio Rosero ha escrito en este libro lo que usted y yo hemos querido gritarles a los políticos corruptos de la actualidad colombiana. Le ha reclamado al “más grande prócer de la patria” sobre solo uno de los hechos más oscuros de la historia de nuestra independencia, y lo ha juzgado, tal y como nosotros juzgamos día a día a aquellos que escogemos para manejar nuestro patrimonio. Empezando por aproximadamente treinta páginas no muy cautivantes, una de las obras más importantes de este paisano, promete -y logra- realizar un escrutinio de la visión de un pueblo doliente sobre aquel que le causó dolor. Si usted no sabe a lo que me refiero, le comento que el hecho ocurrió la madrugada del 24 de diciembre de 1822. Las tropas de nuestro ilustre Simón Bolívar se movieron por el frío terreno que colinda con Pasto y asaltaron la ciudad. Mataron aproximadamente a 500 humanos: todos niños, ancianos y mujeres, ningún hombre en condiciones de pelear, esos ya

Sobre la vida, la muerte y la memoria en la novela La risa del cuervo de Álvaro Miranda

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Por Angie T. Merchancano G. “…su nombre ya nadie lo recordaba. Ningún pardo sabía de quién era aquel cráneo que según algunos, estaba colgado desde la misma fundación de la ciudad.” La risa del cuervo – Álvaro Miranda La obra de Álvaro miranda, La risa del cuervo, logra unir dos cosas que parecieran antónimas: la vida y la muerte, mostrando así que la una hace parte vital de la otra; es más, pareciera que no se estuviera hablando de situaciones muy distintas, porque en esta novela podemos apreciar que no hay una línea que separe la una de la otra, como si se siguiera viviendo aún después  de morir o como si nunca se hubiera estado muerto. Esta novela está escrita con un lenguaje poético y utiliza un juego de anacronismos, que hacen que el lector no pueda prever nada respecto al curso de la historia, acude también al uso de simbolismos que, en últimas, serán los que entrelacen los relatos. Dentro de la trama podemos encontrar personajes que en realidad existieron y

Una Bogotá, de tantas que hay. Reseña de la novela Según la costumbre de Gonzalo Mallarino Flórez

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Por Tito Samuel Martínez Torres Querer a Bogotá no es fácil, eso es cierto. El cariño hacia la ciudad parece muchas veces reservado a candidatos a la alcaldía capitalina, bandas distritales agradeciendo sus 15 minutos de fama en Rock al Parque e hinchas de Santa Fe. Bogotá crece como un organismo vivo, cansado de intentar escalar las montañas del oriente con nuevas sedes universitarias, y se extiende hacia el norte, el sur y el occidente; esperando a que el esqueleto de estaciones de Transmilenio, que la sostiene en pie, logre alcanzar los nuevos barrios marginales que ceden a su jurisdicción. Para los foráneos es demasiado fría y, aunque intentemos negarlo, para los que hemos vivido toda nuestra vida en ella también lo es. Pero hay algo de metrópoli de los años 50 en ella, un no-se-qué que inspira a quedarse, una cierta promesa de que todo es posible viviendo entre los cartones que hacen de cobijas para los desamparados. En Según la costumbre , primera novela de Gonzal

La carroza de Bolívar: perpetuidad del problema

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Por Carlos Orlando Castaño Franco Jamás debe juzgarse un libro por su portada o por su titulo. Si entendemos que tal concepto es igualmente valido para los títulos, obras como La carroza de Bolívar , de Evelio Rosero, hacen que dicha afirmación cobre más sentido del que pudiera dársele a primera vista. Quien, sin saber absolutamente nada sobre la obra, se topara con tal título, se inclinaría probablemente a pensar (y sería algo muy entendible) que se trata de un recuento histórico de una de las figuras más importantes de la historia de Colombia; una mente más inquieta podría incluso llega a suponer que dicho recuento apunta a una humanización de tal figura, si es que no a una total desmitificación de la misma. Pero no parece muy probable que la verdadera magnitud de la obra de Rosero pudiera ser aprehendida hasta no haberse involucrado el lector, de manera plena, en su lectura. El impacto de lo inesperado es inmediato, al conocer de entrada al personaje principal, el doctor Ju

Buen viaje General: Confesión sobre el oficio del escritor

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Por David Camilo Buitrago Fernández "A veces sueño que escribo algo, yo me limito a escuchar y a tomar nota de las frases que alguien me dicta." Sandor Marai Estamos en el veintiuno de septiembre de mil novecientos uno, dos años después de que se desató la guerra entre dos partidos políticos colombianos.  El General Tulio Varón, junto a su batallón, avanza hacia la ciudad de Ibagué y, por tercera vez, van a intentar arrebatársela al ejercito del gobierno. Caminan por la entrada principal, creyéndose protegidos por un uniforme conservador que no les pertenece, y guiados por un general, que pareciendo invencible, se dirige hacia su última batalla. Antes de que salga el disparo del fusil del francotirador atrincherado, antes de que el cuerpo se interponga en su mira, ante de que mate a Tulio Varón, la voz del autor detiene la narración y dice a su General: “no quiero matarte todavía general (…) ¿Por qué me agradeces con esa sonrisa tan irónica?” En la novela

El crimen del Siglo de Miguel Torres

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Por Anderson Alexis Peña Castañeda Roa Sierra es el epicentro de la novela escrita en el 2006 por Miguel Torres, El crimen del siglo, una novela histórica que propone a uno de los grandes villanos del siglo pasado, poco conocido, extraño, odiado por muchos, indiferente a otros, quien se hizo un lugar fatídico en la historia colombiana al asesinar a uno de los grandes líderes políticos del momento: Jorge Eliécer Gaitán. Torres nos cuenta una versión de este ser humano superado por la desventura, la angustia y la desesperación.Esta obra escrita de manera magistral, nos presenta una narración limpia donde los personajes habitan mutuamente sin sentir forzada su aparición; a partir de descripciones exactas y muy familiares para los bogotanos, nos permite fácilmente trasladarnos a los lugares donde la historia de hilvana, Chapinero, El Ricaurte, Santa Teresita, El Centro Histórico, La Séptima. Pero no solo la recreación espacial toma relevancia, desde el inicio nos u

Los avatares de un vencedor que perdió: Los sueños de Pedro de Ursúa vistos por William Ospina

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Por Johanna Carolina Espinosa Guerrero. Mucho se ha escrito a lo largo de la historia acerca de las figuras heroicas y muchas veces deificadas de los conquistadores, de los hombres que permitieron el nacimiento de todo un continente rico en diversidad y en leyendas, y ésta es una más de esas historias, aunque mejor. El escritor colombiano William Ospina siempre ha sido fiel a su creencia de que no debe contarse lo que ya ha sido contado y lo demostró en su primera novela, Ursúa , publicada en 2005, la cual a inicio a una trilogía completada por El país de la canela (2008) y La serpiente sin ojos (2012). La novela nos presenta a un joven, Pedro de Ursúa, ignorado por la historia que ingrata prefiere dar reconocimiento a su asesino, Lope de Aguirre, y a otros conquistadores cutos méritos pudieron ser menores. Ospina recrea, por medio de un narrador anónimo, la dualidad que estas figuras trágicas han representado en la historia: un joven conquistador que admira a