Natalia Ginzburg. Vida a través de Chéjov




Natalia Ginzburg

Vida a través de Chéjov

Por Héctor Julio García

Natalia Ginzburg pertenece a una generación de intelectuales que logró modificar el lente con que se observaba la historia. Hasta entonces los grandes movimientos, las generalidades, las causas que lograban superar los lineamientos políticos, sociales y culturales de una sociedad y sus efectos, constituían el único referente a la hora de recrear los eventos. Las biografías contenían los hechos significativos y sus trascendentales consecuencias. Poco tenía el lector para acercarse al biografiado, a su condición humana, a sus decisiones, sus temores, sus equivocaciones, a su vida tal cual podríamos reconocer la nuestra.
Hija de Giuseppe Levi y Lidia Tanzi, Natalia nació en Palermo en 1916. Su familia fue en varias ocasiones procesada por las ideas antifascistas que proclamaba, lo que la obligó a modificar constantemente el lugar de residencia. La vida literaria de Natalia inicia en 1933 con la publicación de su primer cuento en la revista Solaria. En 1938 contrae matrimonio con Leone Ginzburg, un intelectual de origen ruso que se desempeñaba como profesor de literatura rusa en la Universidad de Turín.

El matrimonio estuvo en constante relación con los intelectuales turineses, en especial aquellos que colaboraron con la editorial Einaudi; Cesare Pavese, Curzio Malaparte, Carlo Levi, Antonio Gramci, Italo Calvino, Eliot Vittorini. Esta generación de intelectuales antifascistas que padeció la persecución de Mussolini, cultivó un estilo propio basado en la lectura nueva del pasado y las inquietudes propias de la época.

Es en esta generación y en este clima que podemos encontrar a Ginzburg. Seguir este hilo que atraviesa el tejido de su obra nos permite acceder mejor a su lectura. Entre los múltiples frentes en que se movió la autora, el ensayo, la novela, el artículo periodístico, la crónica, el cuento, está uno que intentó, quizá con un poco de temor debido a la inexperiencia, pero que tuvo para sí el prodigio de purgar la memoria de eventos trágicos del pasado y para nosotros, sus lectores, el de constituirse en un experimento donde se harían visibles los elementos con que edificaría su obra narrativa; la biografía.

¿Por qué decide escribir una biografía de Chéjov, por qué él y no Pushkin o Tolstoi? Responder a esa pregunta nos ayudaría a identificar los elementos biográficos que se resaltan en el libro, y de paso rastrear el papel que esos elementos juegan en su obra literaria y, dando un paso más adelante de la representación histórica, nos sería útil para entender por qué ésta es una obra que transita por las fronteras del ensayo.

Todo Chéjov es un argumento lo suficientemente fuerte para realizar una biografía. Sin embargo al hablar de Chéjov, al preguntar por él, pareciera que no se hablara de un hombre de intrincados planteamientos, de vida azarosa o complejísimos dramas familiares. No es, y en realidad puede que sea así comparado con otros autores, el gran mecenas del abatimiento por la inalcanzable obra totalizante. Estos son, justamente, los elementos que más atraen a Natalia Ginzbur, los que más resalta respecto a Chéjov pero al tiempo, los elementos que serán más visibles en su obra. Hay una poderosa inquietud estética; inquietud que el ruso a su manera y condición resolvió, pero que Natalia, para comprender a plenitud, tiene que escribir.

Desde el inicio del texto el molde de las biografías es quebrado para permitir otras aristas, otras formas. En las primeras páginas hay una rápida visión de Tangarog, de su condición como ciudad mercantil y la pérdida del brillo de otras décadas. A través del negocio familiar ingresamos al núcleo de ella. Debemos caminar por entre las vitrinas sucias y las cajas húmedas antes de ingresar a la sala de los Chéjov. Una vez ahí podemos distinguir el carácter de las personas que rodearon al escritor. ¿Por qué ese ingreso? ¿Por qué no a la vieja usanza? –la de retratar las afinidades emocionales de padre y madre, la condición artística que rodeara al biografiado−, no es así porque ya se supone con ese inicio la convicción política de la autora, su afinidad por el marxismo y el concepto del materialismo histórico, sin embargo esta idea, desarrollada por ella y el grupo de intelectuales al que perteneció, será la semilla de la microhistoria, el trato de los elementos que integran la vida del ruso y en ellos la inclinación por los que permiten abordarla extrínsecamente, como si se construyera una escena para desarrollar un personaje y no un personaje para, a través de su mirada, construir un escenario, es la arista que modifica la forma y ese trato se corresponde, casi de manera exacta, a la propuesta estética que Chéjov desarrolla en sus obras.

Luego de hacer un veloz recuadro de Chéjov y sus familiares, se da un salto a la contextualización política de la Rusia zarista con el relato de la muerte del zar Alejandro II y la sucesión de su hijo Alejandro III. En ese párrafo se integra otro elemento importante en la vida de Chéjov, pero que se constituye también en un elemento trascendental en la vida de Natalia, la ciencia. Dice ella que en 1881, año en que el zar Alejandro II sufre el atentado que le causaría la muerte, Chéjov “iba a la universidad y asistía a las asambleas estudiantiles en las que se debatían ideas revolucionarias. Pero asistía solo como espectador. Creía en el progreso de la ciencia, y consideraba que este acabaría con la miseria y la injusticia social”1 Ese mismo pensamiento era el de Giuseppe Levi, su padre, el famoso histólogo a quien se debe los primeros estudios de biología celular in vitro. A partir de esta escena se ingresa a la vida de Chéjov como escritor. Lo observamos enviando sus primeros cuentos a La libélula y recibiendo, entre complicaciones familiares el poco dinero que le pagaban por línea. Natalia, a lo largo del libro, alterna tres grandes tópicos de la vida del escritor Ruso; primero, su relación entre el trabajo y el dinero (escribe para vivir, es doctor por caridad), segundo la dificultades familiares y de salud y tercero su evolución estética. Estos tópicos podrían tener una explicación particular en la vida de Natalia y su relación con Chéjov en la constelación de escritores rusos.

La relación dinero–trabajo nos la presenta Natalia a través de un Chéjov profundamente envuelto en los problemas sociales de su época y consiente de las dificultades económicas de muchos de sus pacientes. De ahí emerge la suposición de una especie de santo, pero es solo eso, una suposición, la sombra de un hombre que a lo largo del libro no llegamos a identificar por rasgos físicos ni de personalidad sino por su acción frente a los atributos de la época. También vemos a un hombre dedicado a los esfuerzos de la escritura, privilegiando siempre la posibilidad de un espacio propio, alejado del ruido pero con problemas económicos a lo largo de la vida, solicitando prestamos, cubriendo deudas, manteniendo a la familia sin remilgos ni desencuentros. El segundo gran tópico en el que se centra Natalia es el del Chéjov que sufre la tuberculosis y permanece unido, bajo un mismo techo, a su familia. Eso implica la búsqueda constante de mejores climas y por lo tanto, las grandes inversiones de dinero. En estas aparatosas mudanzas estuvo siempre su familia y, en el trasfondo que percibe Natalia, esto construye una relación en la que los parientes sienten el deber de retribuir el apoyo de Chéjov con la compañía incondicional. De ahí que su hermana desista con tristeza del deseo de casarse. Chéjov, también, sólo en contadas ocasiones abandonó su hogar para ir en un viaje largo. Esta contextualización lleva a Natalia a entrever la evolución estética de la obra del escritor ruso. Sin embargo, la evolución está mediada por la rúbrica de la aceptación y el pago en los diarios. No hay a lo largo del libro un estudio detallado de esa evolución estética en el interior de la obra, sino una explicación de la estética mediante los detalles de la cotidianidad. Una búsqueda por la afectación externa. Sin embargo, en las primeras veinte páginas del libro hay un ejercicio descriptivo de algunas de las historias más representativas de la obra de Chéjov, esto, contrario a ser un análisis estético, puede deberse más a la duda por parte de la autora acerca de su propio texto. Natalia pareciera estar indecisa respecto al tema de su libro. ¿Es una visión de la vida de Chéjov a través de sus cuentos o solo una revisión de los cuentos? Entre uno y otro tema la autora se va decantando por la vida de Chéjov como escritor, por sus afanes en las publicaciones, sus peleas con los editores, la aceptación de sus obras, la amistad con Tolstoi, etc. Esta decantación es reflejo de la vida de Natalia, de las complicaciones frente a la censura política y las complicaciones monetarias de su familia. Pero sobre todo de su convicción social y del paralelo que se entretejía entre las dos culturas a través del socialismo. Natalia se entusiasma con el papel de Chéjov en el contexto político ruso y el carácter representativo que su obra tuvo al denunciar la miseria de las clases. Pero, y esta es quizá la principal causa de que sea Chéjov y no otro el biografiado, es también un homenaje a su esposo Leone, quien en Turín dictó por un tiempo una cátedra dedicada a Chéjov y murió en Regina Coeli luego de ser torturado por los nazis a causa de su origen judío y de su papel como editor de una revista antifascista.


En la obra hay una fuerte sensibilidad en el trato de las fechas. No se obedece a un ordenamiento temporal sino temperamental. El hilo conductor del texto es la actividad creadora más que los hechos mismos de la vida de Chéjov. Pese a que esto puede ser visto como un error en el trato biográfico, esto más allá de ser una biografía, es una correlación estética y política de dos generaciones y dos culturas distantes a través de un solo autor.


1 Ginzburg, N., Antón Chéjov, vida a través de las letras, Acantilado, Barcelona, 2006.


+++Mientras iniciamos semestre en la U. N., Mohán ha querido invitar estudiantes de otras universidades para participar en nuestro espacio de divulgación y crítica. El primero de ellos, Héctor Julio García, está terminando estudios de Creación Literaria en la Universidad Central.

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