Tres miradas en torno a Pájaros en la boca de Samanta Schweblin. Parte III
Por Néstor
Flórez
Pájaros en la boca es un
libro inusual y muy atractivo, sus cuentos sumergen al lector en mundos
fantásticos. Este libro ganador del premio “Casa de las Américas” en el 2008,
fue escrito por Samanta Schweblin, publicado en varias editoriales como Emecé o
editorial Almadía, esta última no tiene uno de los cuentos de la selección
final de quince, “Última vuelta”, allí se relata el fugaz paso del tiempo en la
vida de las personas. Dos niñas montan en los caballitos de una “calesita”, con
su imaginación maquinan un mundo con un enorme castillo donde viven las indias. Antes
de que finalice la última vuelta, dos niños esperan su turno para subir a los
caballitos que ellas montan, esto desemboca en una transformación de una de las
niñas, relatado así: “Los brazos y la piernas tardan en responderme, se mueven
lento, como si no soportaran su propio peso” aparenta una rápida vejez a la
velocidad del carrusel.
Los cuentos de esta
antología contienen elementos de misterio. Es el caso de “Conservas”, una
historia oscura sobre la posibilidad de cambiar los hechos, como un embarazo no
deseado. Los protagonistas se enfrentan a una situación inesperada y acuden a
todo tipo de ayudas para posponer la llegada de su hija, Teresita. A través de
la descripción de una serie de eventos se relatan acontecimientos acerca del
tratamiento al que se somete la joven pareja, con la ayuda de su círculo
familiar detienen la energía y revierten su dirección. En ningún momento se
menciona el objetivo del tratamiento, dirigido por el doctor Weisman, es allí
donde se debe hacer una conjetura sobre los deseos de la pareja: posponer el
nacimiento de su hija.
Otro de los elementos
que se puede observar en los cuentos de Samanta es la inatención de los
personajes frente a eventos que rompen con la realidad. En “El hombre sirena” y
en “Irman” es visible ese desinterés que posiblemente sobresalte al lector. En
“El hombre sirena” la mujer del bar se preocupa por entablar una
conversación con el hombre sirena sin
inquietarse por la apariencia física de una criatura como él, además en el
diálogo entre la mujer y el hombre sirena, deja ver detalles que hacen parte de
la vida familiar de la mujer. La reacción del hombre pasa por natural, como si
se tratara de un hombre del común y no un personaje mítico.
En el caso de “Irman”,
la historia gira alrededor de dos viajeros que hacen una parada por el camino
para tomar un refresco. El lugar adonde llegan los dos hombres es una posada
desordenada que tiene una particularidad: hay una mujer muerta en la cocina.
Sin embargo los dos hombres se preocupan por la calidad del servicio que debe
prestar el dueño del sitio y no por lo que le haya sucedido a la mujer.
El cuento que le da el
nombre al libro, “Pájaros en la boca”, es uno de los cuentos que más sorprenden
por lo extraordinario de los acontecimientos: una niña que come pájaros. El
padre de esa niña debe afrontar el nuevo comportamiento de su hija Sara, además
la relación con su hija será probada ante el abandono de su madre. Al final el
padre de Sara deberá enfrentar el dilema de alimentar o no a su hija con
pájaros, porque su vida estará en juego.
Otro de los cuentos que
menciona los efectos del frenesí del tiempo en las personas es “Perdiendo
velocidad”, cuento que habla sobre la disminución de las aptitudes de dos
viejos trabajadores de circo: el hombre bala y su acompañante encargado de
encender el cañón en los espectáculos. Este relato de características similares
a “Última vuelta”, trabaja ágilmente la vejez con una conexión rápida y
sencilla que evoca los recuerdos de juventud.
Pájaros en la boca es
una antología que contiene cuentos con una temática en común, sin embargo hay
cuentos que producen sentimientos de miedo, es el caso de “El cavador”, “La
furia de las pestes” y “Bajo tierra”. Estos cuentos conservan el elemento misteriosos.
Ocurre frecuentemente en los demás cuentos, además de eso producen una
sensación que engendra cierto temor en el lector. En “El cavador”, un hombre
llega a una casa de alquiler para descansar, encontrándose con el cavador que
evoca a un personaje espectral. El cavador es un hombre que tiene un objetivo
que solo el visitante puede definir, su encargo es hacer un pozo con medidas
exactas y una profundidad indeterminada. El personaje de la historia no extraña
la presencia de un hombre cavando un pozo cerca de la casa. Continúa su plan
vacacional en la playa adonde invita al cavador. La extraña desaparición del
cavador obliga al hombre a buscarlo en los alrededores de la playa, en la casa
y en el pozo. La curiosidad del hombre por saber el paradero del cavador lo
conduce a buscar en el pozo, destruyendo uno de sus bordes. La presencia del
cavador en determinados momentos y la destinación del pozo producen un
sentimiento escatológico en el lector, sin lograr mostrar la intención del
cavador que se podría ver como un acto homicida.
“La furia de las pestes” es otro de los cuentos que
produce la sensación de caminar entre fantasmas. Allí se relata la visita de
Gismondi, un funcionario del gobierno, a
un pueblo abandonado con la excusa de saber cuántos son los habitantes.
Este cuento describe con parsimonia los movimientos desinteresados de los
habitantes del pueblo ante la llegada de Gismondi, quien va a terminar
recordándoles a todos los habitantes una sensación que lo puede conducir a la
muerte.
“Bajo tierra” es un
relato que rodea una historia en la que desaparecen los niños de un pueblo. Los
padres buscan por todos lados sin lograr encontrarlos, después escuchan sonidos
de sus hijos en muchas partes de las casas enloqueciendo a algunos, obligando a
otros a buscar los niños sin descanso. “Bajo tierra” es una historia que logra
conectar los dos niveles del cuento produciendo un efecto de miedo en el
personaje de la historia como en el lector, identificado con aquel viajero que
se toma un descanso en una posada donde le cuentan “la historia”.
Los cuentos de “Pájaros
en la boca” contienen muchas herramientas narrativas como la elipsis que
permiten la participación activa del lector junto a los textos de Samanta
Schweblin. Los elementos sin nombre, descritos por los personajes o por el
narrador obligan al lector a construir piezas que encajen en los espacios
narrativos de los cuentos. Hay muchas hipótesis sobre lo que hay más allá de
cada uno de los cuentos, las historias son muy entretenidas y pueden acompañar
un momento de silencio o una noche con deseos de internarse en una lectura
activa.
Comentarios