Líbranos del bien
Sobre Líbranos del bien de Alonso Sánchez Baute
Por: Omar Alexander Ruiz Romero
Imaginemos por un instante dos escenas paralelas registradas con el lente de la historia contemporánea colombiana. Por un lado Ricardo Palmera -alias Simón Trinidad, arrestado por el gobierno en el año 2004 y posteriormente extraditado a los Estados Unidos- descendiendo de un helicóptero con sus manos atadas y gritando: “vivan las FARC, ejército del pueblo”. Por el otro, Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge Cuarenta, -miembro de las AUC- subiendo al helicóptero que lo sacaría del país para ser extraditado y pronunciando la frase: “el gobierno me traicionó”. ¿Tendrán en común estos dos hombres algo más que una cárcel en un país extranjero y un historial de violencia en el propio?
Esta pregunta va tomando la reveladora forma del asombro en la novela Líbranos del bien de Alonso Sánchez Baute. El escritor reconstruye, a través de la voz de Fina Palmera, una mujer centenaria representante de la historia cultural vallenata, la manera en que efectivamente Ricardo Palmera y Rodrigo Tovar hilvanaron la realidad caribeña. El autor escribe sus historias y las circunstancias que los llevarían a tomar el camino de las armas y la violencia, primero en su amada Valledupar y luego en el resto del país. Así mismo, su labor es contar la historia política de Valledupar; la forma en que estas familias se fueron consolidando en núcleos importantes de la vida social de su ciudad y luego se convirtieron en piezas fundamentales en la estructura política colombiana desde inicios del siglo XX.
Sánchez Baute se posiciona como dueño de su relato y devela, al tiempo que construye la narración, momentos vividos en ese pueblito de antaño que marcarían un sinsabor en su historia de vida personal. El trabajo del escritor es recoger de manera sistemática, amplia y concienzuda los testimonios de vida de todas aquellas familias que dieron origen a esa sociedad vallenata, y explorar como sus propios valores y nociones sobre el deber ser de las cosas ha repercutido en la historia de la sociedad colombiana.
La novela se compone, a la mejor manera del siglo de oro español y de la obra cervantina, de varios apartados y sub capítulos. Su prosa mezcla términos propios del Caribe colombiano y el lenguaje retórico propio del carácter de la obra. Los momentos específicos en la vida de Ricardo y Rodrigo y cómo estos fueron labrando su concepción acerca de las necesidades de su gente, su pueblo, su país (lo que les llevaría a tomar decisiones trascendentales) e igual de importante la perspectiva que el novelista tiene frente a su sociedad.
La historia política colombiana está permeada por situaciones que se replican de manera unívoca en la voz de cada uno de los ciudadanos del común. Me refiero a la institucionalización de la corrupción, el clientelismo, la transgresión y burla de los derechos consagrados en la Constitución nacional y la violencia. Es esta la que se erige, entre muchas otras razones, como consecuencia de la inconformidad frente a dicha institucionalización. A la vez, esa violencia arrastra consigo el desasosiego que causa la muerte y el desplazamiento de la población que sufre estos fenómenos y manifestándose, en no pocas ocasiones, a través de una sensación de repulsión, de odio.
Podría decirse que ese sentimiento es el que lleva a Simón Trinidad y Jorge Cuarenta a enarbolar las banderas de dos de los bandos que más estragos han producido en la formación del conflicto armado de nuestro país – el tercero, el germen y creador de los dos anteriores es el arraigo exacerbado de la clase política tradicional en sus propios privilegios. El imaginario colectivo lleva a pensar que la diferencia radical de valores conlleva al enfrentamiento por la vía armada.
Sin embargo, existe una posibilidad latente que acompaña al relato. El indicador oculto que motiva a estos dos hombres a emprender caminos enfrentados no es el odio del uno hacia el otro. El factor fundamental, y que paradójicamente comparten, es una toma de posición, una visión ideológica de lo que debe ser un proyecto de sociedad. Su visión está influenciada por las dos caras de la moneda, por dos extremos ideológicos: la extrema izquierda y la extrema derecha, ambas concebidas como estrategias políticas y no como un simple hecho de sensibilidad o sentimentalismo. En otras palabras la toma de posiciones es inherente al carácter de cada uno de estos dos hombres.
Otros rasgos que permiten la amalgama de la sociedad productora de ciudadanos “Trinidad - Cuarenta” se muestran desde dos aspectos en la novela: por un lado, la corrupción que atraviesa los estamentos politizados del estado y la falta de ética enquistada en la sociedad. Por el otro, el machismo y la desigualdad, la anulación del otro y el sojuzgamiento premeditado. Así reflexiona el escritor sobre la crisis moral que atraviesa el país: “Es cierto: todos los maricas somos un solo Lemebel por tener cicatrices de risas en la espalda. En este pueblo los maricas somos tan inmorales como las palabras que nos mencionan, pero la gente aplaude a horcajadas –a carcajadas- a aquel que desfalca el erario, al que ladronea, al que acribilla”. (Alonso Sánchez 2008: 301). La cultura colombiana, representada en el poder político del hombre heterosexual, jamás podrá permitir darle voz a quien represente lo diferente o lo diverso como contraposición u oposición a la doble moral de esta sociedad que frecuentemente acalla con terror. La posición del autor en su escritura da cuenta del rechazo a la cultura violenta y homofóbica generalizada en su pueblo y que afectó su vida desde niño: “Yo no escribo para que me quieran, ni para tener más amigos. Ni siquiera para vender libros. Lo hago para escapar del dolor, pero a la vez para encontrar una voz con qué gritarlo” (Alonso Sánchez 2008: 299-300).
La historia del pueblo vallenato, sus nombres, sus apellidos, su idiosincrasia son el reflejo de los pasos de la historia nacional. Al analizarlos y comprenderlos será posible intentar transformarlos. “… me interesa escarbar en la cultura y la historia del pueblo donde nací, que abandoné en plena adolescencia. Quizá entendiendo el accionar de mi gente logre entenderlos mejor a ustedes dos” (Alonso Sánchez 2008: 283). En todo caso, apellidos de bien que repetimos todo el tiempo; Los Turbay, Los Santofimio, los Uribe Escobar, los Gaviria Vélez, los Gerleín, los Araujo Castro (podría seguir con la lista más puntillosa). ¿Habría que premiarlos repitiéndolos y recordándolos en la memoria? ¿O mejor hacer uso de la misma para cuestionar sus acciones dentro del panorama político de la sociedad? Líbranos del bien, amigo lector, le ayudará sin duda a tomar una posición como ciudadano en las próximas elecciones.
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Sánchez, B. (2008). Líbranos del bien. Alfaguara.
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