Oprobio, sangre y pan en San Juan de los Pastos
Sobre Verdes Sueños de Cecilia Caicedo Jurado.
Por Miguel Ángel Castro Caballero
La cultura del pan, de tantos reconocimientos,
corrió paralela a la “cultura de la palabra”.
Para un rolo como yo, que no conoce el mar, que no se ha montado en
avión, que apenas conoce las gélidas tierras del altiplano cundiboyacense, que
conoce la exuberante y cálida flora y fauna de La tierra del olvido –sí, tengo un gusto culposo por Carlos Vives –
por fotografías y vídeos musicales, que se siente extraño cuando habla con
compatriotas de otras latitudes, la literatura ha sido una de las formas de
acercarme a esas culturas, que por mi nacimiento azaroso en tierras bogotanas,
no conozco y me parecen lejanas.
A pesar de esa distancia, una de las culturas regionales con las que
siento más proximidad es la pastusa. Comparto algo en común con ellos: el odio
hacia Bolívar. Es por eso, que al encontrar una novela donde se indaga sobre su
cultura e historia regional, y en especial nuestro odio en común, ha sido
reconfortante. Verdes sueños. Bolívar, el
diciembre trágico de 1822, es una novela histórica de la escritora Cecilia
Caicedo Jurado. En ella se teje un relato desde la colonia hasta el presente,
deteniéndose en aquella navidad de 1822 cuando los ejércitos patriotas llegaron
a San Juan de los Pastos Quillacingas.
Sólo los oriundos de Pasto son capaces de reconstruir la historia de su
región (recordemos La Carroza de Bolívar
del escritor Evelio Rosero). Cecilia Caicedo nos muestra por medio de la ironía
lo que los diferencia como pueblo pastuso (y del resto de Colombia): su odio
hacia Bolívar.
Verdes Sueños es una novela donde la historia se convierte en un escenario
para exponer la barbarie: aquel diciembre de 1822, Sucre, siguiendo las órdenes
de Bolívar, toma por la fuerza uno de los bastiones del ejército realista. Sin
medir distancia, Pasto cae en medio del dolor, los gritos de piedad y los ecos
de las espadas y fusiles patriotas. Los lamentos, los miedos y las angustias de
sus habitantes pasan a primer plano, siendo uno de los aciertos de la novela el
tejer una narración donde el peso de la historia es sentido y vivido. Cecilia Caicedo
construye una voz que no exagera ni se detiene en palabras rimbombantes para
mostrar esa oscuridad detrás de la campaña libertadora. El relato se funde con
los recuerdos y vivencias de los personajes, creando una narración fluida y
amable para el lector. Esto no significa que pierda profundidad. No, por el
contrario, al narrar en un lenguaje sencillo la vida y tradiciones, y aquella
navidad trágica desde las vivencias de los pastusos hace que como lectores nos identifiquemos
con lo sucedido, se imagine el dolor, las persecuciones, las palabras de
piedad…
La narración no es lineal. Es un viaje con saltos en el tiempo, recurso
explotado por Cecilia para mostrar el desarrollo histórico de la cultura
pastusa: su aislacionismo geográfico permitió el desarrollo y el afincamiento
de los valores hispánicos por excelencia. El amor hacia la religión católica
(expresada en el culto hacia las hostias utilizadas en la santa misa) y el
cultivo de la palabra, de las letras, de esa voz castellana que hace única a la
cultura española.
En un principio el lector puede estar confundido por la narración de
Cecilia Jurado. Verdes Sueños
pareciera una oda a la colonia española situada en el nudo de los Pastos. Sus
personajes están convencidos de los valores españoles y defienden la causa
realista cuando Sucre ingresa a la plaza principal de Pasto anunciando la
llegada de la libertad. Pero no es así. La novela se encarga de destruir y
deformar cada uno de los símbolos de esa cultura hispánica y de paso, los
símbolos de la independencia encarnados en la figura de Bolívar. Es una
expresión iconoclasta de su historia regional y me atrevería a decir que
también nacional. Bajo el espejo de la ironía, Bolívar se convierte en un
semental qué solo es reconocido por el tamaño de su descomunal pene (provocando
suspiros húmedos entre las mujeres de la época); y nuestra independencia fue
una simple pelea por un florero. En cambio en Pasto y Tuquerres, diez años antes
de aquel malentendido en Santa fe, la indiada del momento “pelearon sin disfraces, pelearon de frente acorralados por el hambre”,
se rebelaron en contra de un alza injustificada de los impuestos, un verdadero
motivo para luchar sin temor a sus vidas.
__________________________________
Caicedo Jurado, C. (2014) Verdes
sueños. Bolívar, el diciembre trágico de 1822. Ediciones sin nombre S.A:
Universidad Tecnológica de Pereira: Frisby S.A. Colombia.
Comentarios