Ana María Machado: tres cuentos

Machado, Ana María. Eso no me lo quita nadie. Ilustraciones de Alejando Ortiz. Traducción de Juan Fernando Esguerra. Grupo Editorial Norma. Bogotá, 2006. 144 págs.
Machado, Ana María. Misterios del mar océano. Ilustraciones de Francisco Villa. Traducción de Santiago Ochoa. Grupo Editorial Norma. Bogotá, 2008. 110 págs.
Machado, Ana María. Todo al mismo tiempo ahora. Ilustraciones de Ivar Da Coll. Traducción de Irene Vasco. Grupo Editorial Norma. Bogotá, 2009. 173 págs.

Por Daniela Escobar M.


Es una vez más mi fascinación por la literatura infantil y juvenil lo que me lleva a escribir, en este caso, esta reseña, una invitación a la obra de una destacada escritora brasileña a partir de tres de sus historias. En los años que llevo relacionándome con “la Academia”, he notado que allí la literatura infantil tiene un espacio limitado o inexistente. En muchos casos es tomada casi con la misma seriedad que los “libros de aeropuerto”, como les llama mi padre a todas esas publicaciones cuya única intención es divertir al lector mientras espera alguna cosa y, bueno, enriquecer a las editoriales. Al enfrentarnos a autores canónicos y novelas de más de trescientas páginas (de las que se han hecho un sinfín de estudios), olvidamos que la mayoría de nosotros aprendió a leer con historias sencillas y convincentes. Es posible que esas primeras lecturas hayan tenido una incidencia tan importante en nuestras vidas, que, indirectamente, nos llevaron a tomar la decisión de dedicarnos profesionalmente a los estudios literarios a quienes hoy tomamos ese camino, y permitieron hacer más estrecha esa relación que algunos otros tienen con los libros.

La tarea que han adelantado muchos autores de literatura infantil ha consistido en invadir los espacios académicos; considero que la de nosotros, los estudiantes que aún nos fascinamos con los libros de letras grandes y dibujos, debe consistir en apoyar esta labor llevando estos libros a espacios de “discusión seria”. Cada vez es más común que tesis de grado y trabajos de investigación se especialicen en autores o libros infantiles, pero, en un momento previo, es necesario empapar a las aulas con estos textos: resumir, reseñar; invitar a descubrirlos.

Ana María Machado (1941- ) es una de las escritoras latinoamericanas más reconocidas en el campo de la literatura infantil desde hace muchísimos años, pero el reconocimiento internacional de su obra se consolidó en el año 2000, cuando fue galardonada con el Premio Hans Christian Andersen (considerado el Nobel de la literatura infantil). Considero que Machado recibió esta distinción porque se sumó a la lista de aquellos autores que, apasionados por la literatura infantil, han emprendido una “lucha” en defensa de este tipo de literatura, lucha que consiste en igualar este campo con el de la literatura “para grandes”; abrirle un lugar en cualquier biblioteca al señalar no sólo la importancia de esta literatura en la educación y formación de lectores, sino al preocuparse por la necesidad de revelar el valor estético que poseen estas obras.

Antes de dedicarse a la escritura (se debe tener en cuenta que también tiene una amplia producción de novelas para adultos), Machado estudió pintura y lenguas romances, posteriormente hizo un doctorado en lingüística en la École des Hautes Études de París, Francia, en el cual fue estudiante de Roland Barthes. Al volver a Brasil, se desempeñó como profesora de literatura en la Universidad Federal de Río de Janeiro y continuó ejerciendo la labor de docente en esta universidad hasta que, unos años después, pudo abrir una cátedra sobre literatura infantil en la Pontificia Universidad Católica. A la par de su labor como docente, empezó a escribir, publicando como corresponsal en revistas y periódicos (revista Elle de París, trabajos para la BBC de Londres y otros medios en el Brasil). Su cercanía con la literatura infantil se hizo más evidente cuando abrió una librería especializada en esta materia en Río, cuestión que la llevó a interesarse por la promoción de lectura en los niños y jóvenes. Esta actividad le permitió participar en diversos seminarios, ferias, festivales y conferencias alrededor del mundo, a los que todavía se le invita para que difunda la importancia de la literatura infantil. *

Su producción es tan vasta que hacer una reseña de esta autora resulta problemático. En esta oportunidad intento acercarme a la narrativa de Machado a partir de tres de sus obras: Eso no me lo quita nadie (1996), Misterios del mar océano (1992) y Todo al mismo tiempo ahora (1999)**. Los tres libros han sido publicados en la colección “Torre de Papel-Torre Amarilla” de Norma, destinada a lectores a partir de los 11 años. Cabe resaltar que Machado ha escrito cuentos para todas las Torres, es decir, que su producción no se limita a una edad específica; tiene cuentos desde primeros lectores (entre 4 y 5 años) hasta jóvenes adultos.

En estas tres obras se destaca la preocupación de Machado por retratar la cultura brasileña. Los nombres, las actividades, las ciudades, la playa y el mar, las fiestas (la samba y el carnaval), insertan al lector directamente en un ambiente brasileño. En Todo al mismo tiempo ahora
encontramos varias notas de la traductora que nos aclaran elementos culturales de gran importancia para entender el sentido de la historia: “Cuadrilla: baile tradicional del Brasil que se baila en las fiestas de junio. Quadrilha, en portugués” (79). Este tipo de detalles nos relacionan con elementos tradicionales de Brasil, que la autora intenta rescatar y resaltar en su texto. Sin embargo su intención no se limita únicamente a introducir festivales o tradiciones. En Esto no me lo quita nadie aparece Dom Casmurro (1899) de Machado de Assis, ocupando un lugar significativo en la historia. La aparición de esta novela no se da para reconocer lo que significó para el realismo brasileño, sino como una forma de aproximarse al lenguaje que se utiliza en esta obra. Los superlativos se convierten en la forma de expresión característica de los personajes principales de la historia: “Me puse furiosa. Furiosísima, furiosisísima, furiosérrima, furiosélima, superfuriosa, con todos los superlativos que ni siquiera José Días hubiera logrado inventar” (88).

La preocupación por el lenguaje se evidencia también en este cuento cuando se presenta una palabra “conflictiva”: saudade, que se traduce como nostalgia, pero no cualquier tipo de nostalgia sino que según su conjugación puede ser alegre o melancólica. Esta palabra, que se repite en varios momentos del texto en sus diferentes significaciones, pone a prueba al lector –puesto que el traductor, dada la dificultad de la traducción, decide dejar la palabra en su idioma original-. Así, es el lector quien debe buscar la significación más apropiada dependiendo de los diferentes momentos en los que es usada. Para un lector hispanoparlante, como para un lector del Brasil, esto evidencia un nivel de complejidad que va más allá de lo anecdótico de la historia.

Machado, en su intención por retratar la cultura brasileña más allá de la elemental alusión a fiestas o tradiciones en sus relatos, intenta acercarnos a la cotidianidad del Brasil a través de los problemas de esta sociedad. En Todo al mismo tiempo unas breves líneas dan testimonio de una problemática social compleja que está presente a lo largo de historia: “Como va el país, las escuelas públicas no tienen presupuesto y los profesores ganan muy poco” (30). La intención de la autora es clara: quiere mostrarle a sus lectores que la literatura representa más que el mero entretenimiento y el relato: también puede servir para aproximarnos a problemáticas sociales concretas.

Los tres relatos se caracterizan por ser, en esencia, bastante sencillos. En realidad, la riqueza de estos no se encuentra en la historia en sí, en lo que se cuenta, sino en la forma de contarlo. La estructura narrativa y el lenguaje –el adjetivo preciso, la palabra justa en el momento indicado-, son lo que condimenta cada narración. La acción, en muchos momentos, queda en un segundo plano, pues los saltos de tiempo, los cambios de punto de vista, la introducción de historias paralelas y las referencias intertextuales, captan por completo la atención del lector. Esto demuestra que la autora tiene la intención de dirigirse a un lector curioso, que esté dispuesto a buscar las referencias literarias e históricas que entraña cada uno de sus libros. Machado reclama un lector que no tema releer ciertas páginas en donde el tiempo de la acción se torna confuso; invita a que el lector intervenga, interrumpa el libro con el fin de darle sentido a su literatura. A ese “lector a partir de los 11 años” se le pide que no se aproxime a los libros de forma ingenua, al mostrarle que éstos poseen muchos más elementos que la simple anécdota. El lector está siendo preparado para que pueda “tener una visión crítica, pensar, intentar descubrir lo que está oculto, y saber cuál fue el verdadero significado de todo eso” (2008. 77-78).

Esto no me lo quita nadie
“Hay un momento en que crecemos y comenzamos a resolver las cosas solos” (77).

Desde la primera página nos encontramos con Gabi, una adolescente común y corriente, que empieza a sufrir los problemas que le presenta esta etapa de su vida. Gabi se enamora de Bruno, el muchacho de quien estaba enamorada su prima. En la primera parte del relato, Gabi intenta explicar que este enamoramiento no fue intencional, que no quería hacer quedar mal a su prima, que no sabía que ese Bruno era su Bruno. Esta defensa o explicación la hace Gabi también con las voces de Dora, su prima, y Bruno, él… Bruno. Conocemos la voz de Dora a través de las cartas que le enviaba a su hermana menor en su pueblo, contándole todas las cosas que va conociendo en la ciudad junto a su prima. A Bruno nos acercamos por una grabación que le entrega a Gabi, que ella transcribe para nosotros. Estas cartas y grabaciones permiten que la temporalidad de la narración se desarrolle en varios niveles: el presente desde el que Gabi nos escribe una situación que empieza a ocurrir dos años antes, momento en el que son escritas las cartas de Dora, y algunos meses después llegará la grabación de Bruno. Tras la resolución del conflicto amoroso, la problemática de la historia se traslada a Gabi. Ella continúa contándonos lo que le ha sucedido: el día a día en el colegio, sus peleas casi diarias con sus padres, su relación con Bruno. Entre una historia y la otra, Gabi descubre que los conflictos que la rodean parten de sí misma, de esa edad tan compleja que la llama a crecer, pero una parte de ella se resiste. A partir de las discusiones con su madre, sus primeras dudas respecto al amor y una pequeña campaña de reciclaje escolar, Gabi empieza a descubrir, a descubrirse. Sus frustraciones y deseos son expuestos de una forma tan sincera que lleva, tanto a Gabi como al lector, a comprender que las batallas ganadas, las decisiones y las pasiones, nadie se las quita. El resto… ya veremos.

Todo al mismo tiempo ahora
“La verdad es que nunca se había dado cuenta de que el mar pudiera cambiar tanto o que fuera
tan imprevisible pero que, al mismo tiempo, indicara los cambios que se acercaban” (100).

Jailson es un niño de más o menos 14 años que, a diferencia de todos los niños que lo rodean, debe estar haciendo todo-al-mismo-tiempo-ahora, razón por la cual sus compañeros lo llaman Yayá, o Jujú, porque además de afanado y trabajador se preocupa por reclamar siempre la justicia: Jujú, el justiciero. A Yayá nos acercamos poco a poco, lo empezamos a conocer por las apreciaciones de Marina, de su hermano y de Cintia. Yayá es un chico callado y muy estudioso. Como es un estudiante sobresaliente, logra conseguir una beca en el mismo colegio de Marina y Cintia, un colegio privado. De no tener la beca, le sería imposible acceder a la educación. Como se puede “dar el lujo” de estudiar, debe ayudar económicamente a sus padres, así que trabaja arreglando las tablas de surf de todos los jóvenes del barrio. Las historias de este grupo de amigos, sus diferentes vivencias, romances y trabajos escolares, se van intercalando con situaciones cada vez más complejas del mundo de los adultos. Las historias se van entretejiendo y relacionando entre sí, llevándonos finalmente a una historia circular en la que se pone en evidencia un conflicto social: ¿qué pasa cuando las ambiciones de un joven se truncan por su nivel socio-económico? La calidad humana de Yayá permite que esta realidad social se modifique, mientras que sus amigos y vecinos nos dejan claro que en muchos casos importa más el trabajo, la dedicación y los valores, que las monedas que se llevan en el bolsillo.

Misterios del mar océano***
“A él le parece que mis ojos cambian de color como el mar, porque son verdes. Me dice cosas muy lindas y me canta canciones llenas de ojos verdes.” (15-16).

Cristiana es una joven bastante simpática que vive junto al mar con su familia. Dedica su tiempo a estudiar, a sus amigos y a Jonás, su novio. Pero de todos, con quien más comparte es con Cristóbal Colón, un pequeño barco pesquero que están reparando en el puerto, y de quien la joven se vuelve amiga. Cristiana interpreta los sonidos del barco, sus movimientos silenciosos y descubre que para ser un barco con tan gran nombre, es bastante cobarde. Para hacerlo sentir mejor decide contarle la historia de su tocayo: el Cristóbal Colón histórico, a quien Cristiana admira por su dedicación y perseverancia. Al principio es ella quien cuenta la historia, relatando de forma muy agradable ese suceso histórico tan importante para la civilización occidental. A su narración se suman su abuelo, un apasionado por la historia, y su padre, un profesor de historia. Esta narración nos muestra las diferentes perspectivas que pueden tenerse de un mismo hecho histórico, un evento, o personaje. “Para el barco pesquero, Cristóbal Colón fue un tipo muy valiente, un loco que desafió al mar sin temer las consecuencias. Para Don Manuel, el carpintero, fue un hombre decidido y determinado. Para mi papá fue un europeo que vino a conquistar a los nativos de América, a explotar las riquezas de estas tierras. Para mi abuelo, por lo visto, era el pretexto para una historia sobre la envidia humana contra la capacidad de trabajar y crear, de hacer algo por primera vez. ¿En dónde estaba la verdad? Seguramente en cada una de las opiniones” (72). Este relato nos enfrenta al problema de la libertad y la relatividad de la interpretación. A la par con el relato de la historia de Cristóbal Colón –que, por cierto, proporciona muchísimos detalles dejan de lado los libros de texto-, descubrimos nuestro lugar en la historia, y cómo esta puede mantenerse vigente mientras la entendamos como una “cosa viva” (77) que nos hace reflexionar, pensar, y vincularnos con ella, que no se limite a la fecha y el personaje sino que establece una relación con un todo, con una sociedad de la que nosotros también participamos.

* La información biográfica de la autora fue tomada de Imaginaria. Revista latinoamericana de literatura infantil y juvenil. N. 9. Editada por Fundalectura. Bogotá, enero-junio de 1999.
**Procuré que los traductores e ilustradores de cada historia fueran diferentes.
***Aunque sobre, quiero que quede constancia de que éste es, de los tres, mi favorito.

Comentarios

Anónimo dijo…
Que interesante este comentario. Hago parte de un Club de Literatura infantil y juvenil en la Biblioteca Luis Angel Arango. Justo ahora estamos explorando esta gran escritora. Los tres libros que nombras valdrían la pena revisarlos en profundidad con el fin de conocer lo que tu cuentas. Sobretodo la parte cultural e histórica del Brasil.
Que bien que personas como t se interesen de forma seria por estos autores que no han hecho otra cosas que transmitir todo el tiempo su deseo de escribir y ser leidos para garantizar una vida mejor a la persona grande o chica que a sus manos llegue una de sus obras.
Amante de la Literatura Infantil
Alifanti
Parca dijo…
NEGRO AY AY AY AY AY AY SI SIGE YES YES AAAAAAAAAAY NEGRO
Anónimo dijo…
Gracias por ayudarme v:

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