La ruptura de las raíces: un encuentro entre el pasado y el presente

Sobre Los heraldos del libertador, de Pablo García
Por: Eric J. Latorre Mahecha




“Nadie informó nada. Jamás ha habido prensa libre e independiente, todos se venden porque desean pasar del traje Everfit al Armani, del Renault al Mercedez.” (61)
La sensación de impotencia que carcome el espíritu y la voluntad del ser humano; el no poder contra actuar ante poderes políticos que superan la individualidad; el dolor que se anida en el corazón por tener que abandonar las raíces que constituyen la identidad de las personas y el sentido de pertenencia con el territorio Son algunos de los problemas que surgen en la lectura de la novela Los heraldos del Libertador de Pablo García Dussan. Resulta absurdo que se genere zozobra por la persecución política y la dictadura peruana de los años 90, por tener un pensamiento independiente en diferentes áreas culturales del país que se contraponen a ese proyecto político.
De este modo, dicho contexto permite el exilio como única opción para sobrevivir, problemática que está retratada en esta obra. Así pues, en medio de la dictadura de Fujimori,  y su mano dura contra la subversión y el periodismo independiente, la solidaridad entre los exiliados en Colombia, falsamente acusados por entes políticos o militares, surge como un rostro humano y cálido en medio de la adversidad. Es Sencillo observar como de manera diestra se puede encontrar focalizada la experiencia desgarrada del exiliado, el peruano refugiado. De ahí que esta novela no es un simple despliegue de hechos históricos en una narración  ficcional, sino la valoración de estos para retomar y criticar  los problemas actuales del país y la actual situación política de estos.
Por ello, Pablo García aborda estéticamente diversas contrariedades de índole política, como el control de los medios de comunicación por parte del Estado que determinan la información que llega al ciudadano sobre los hechos políticos del país o las disidencias políticas, tanto en la actualidad como en el siglo XIX donde se están conformando los proyectos de nación, en su novela. En consecuencia, surge la representación del aciago despotismo que afecta el proyecto de la Gran Colombia. García nos muestra que desde los procesos de independencia existen nefastas batallas fratricidas (luchas entre países por el territorio) impulsadas por los egoístas intereses locales y extranjeros que desgarran los proyectos de nación. En medio de este caos, están los caudillos que aprovechan esta situación para subir al poder sin importar los acuerdos constitucionales de cada territorio-nación. Igualmente, están plasmados el desarrollo de la insurgencia, y la expansión de los problemas que de esta se deriva, como el reclutamiento de menores, y el mal trato frente a este problema por parte del gobierno, en la década de los 90 en Colombia y Perú.
Por otro lado, cabe resaltar la estructura de esta creación literaria: dos historias intercaladas se tejen para constituir dos piezas de un solo rompecabezas y, a la vez, permiten aumentar la intriga entre ambas. Por un lado, está la historia de Simón Bolívar y su romance con María Joaquina Costas, affaire que gesta un hijo ilegitimo pero reconocido por el propio libertador: José Antonio. En segundo lugar, el lector se encuentra con la historia del periodista Luis Obregoso, que lucha  y resiste contra el poder político que lo excede. Ambos relatos presentan la vida íntima de los personajes, como la relación afectiva con sus mujeres, familiares, amigos o vecinos. El pasado se vincula con el “presente” para ver qué han dispuesto los descendientes de Bolívar y, paralelamente, lo  qué han hecho los ciudadanos que no hacen parte necesariamente del núcleo político en la sociedad. Esto permite que la novela confronte el pasado con el tiempo actual y otorgue una mirada autónoma y libre de cualquier poder académico, político o económico.
Ahora bien, los problemas históricos no solo se encuentran en polvorientos documentos o archivos olvidados. Todo lo contrario, la cotidianidad  está encarnada en estos ejes centrales por medio del dialogo entre los diversos personajes que surgen a lo largo del libro, a pesar de que existe una voz en tercera persona que brinda un panorama general histórico en la novela.  Esto permite que el lector se tope con el “habla” particular en distinta épocas, por ejemplo: cuando aparece Bolívar o cuando están en el contemporáneo Perú o Colombia. García hace que el habla, florido y popular  cree, a través del lado humano de los personajes una contraposición  a las objetivas versiones históricas que no rescatan este ámbito.
Este escritor, profesional y magister en Literatura, es uno de los nuevos escritores emergentes de Colombia. Nace en 1974 en Bogotá y a parte de su labor como novelista ejerce una práctica de periodismo cultural e investigador en humanidades y ciencias de la comunicación. Es por esto que el asunto del cuarto poder no se hace esperar: instituciones y diversos agentes, como el periódico,  se muestran  afiliados al poder: “Salí a volar porque denunciaba a politiqueros ladrones cuando el presidente Turbay Ayala empezó su cacería de brujas. Fue otra horrible noche de la que nadie sabe en mi país porque nunca apareció en los diarios ni tampoco en los libros de historia” (57). Es decir, un periodismo asociado a grupos económicos implica que la pluma libre sea opacada, encadenada y castrada.
En efecto, el periodista  se convierte en alguien que se limita a informar, pero no a valorar desde su humanidad los hechos que suceden a su alrededor. Por ello cuestiona el exaltamiento de héroes y personajes políticos  pues esto solo ratifica versiones oficiales; la información se convierte en un bien público, bien que está afectado por conveniencias políticas. Aspecto que el lector inquieto y actual encontrará relevante si tiene en cuenta el actual problema del internet, la polarización que se desprende desde esta plataforma virtual y la famosa y repetida hasta el cansancio posverdad. Ante esta constelación de problemas, que sumergen al ciudadano en una neblina de incertidumbre y desinformación, las personas adquieren el derecho a saber la verdad.
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Garcia, Pablo. 2016. Los heraldos del libertador. Emecè.

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