Reseña sobre Adoradores de Huitaca: Memoria Escarlata

Por Daniela Bustamante

    En un universo en donde las fronteras entre el pasado y el presente se desdibujan de manera mágica, Camilo Morales Neisa teje la historia de Carlos y Nemza, dos personajes que enlazan su historia como un puente entre el pasado y el presente:  Carlos, conmovido por la inquietud de un llamado hacia lo ancestral, y Nemza, un joven musica en momentos previos a la llegada de los españoles, aventurándose en la cotidianidad indígena que lo inquieta. Adoradores de Huitaca es una novela con una narrativa fascinante en la que ambos personajes, separados por medio siglo pero unidos por un destino entrelazado, comparten las páginas de una historia que va más allá de las limitaciones del tiempo.  Me aventuré en ella y encontré que más que una exploración cronológica, Adoradores de Huitaca es un viaje intrépido donde el pasado y el presente dialogan, se entienden y, finalmente, se funden en una síntesis única que desafía las convenciones literarias. Permitan que estas líneas iniciales sirvan como puerta de entrada a un relato donde la conexión entre dos versiones de una misma alma nos transporta a un fascinante juego de espejos temporales, revelando cómo, a veces, el pasado se convierte en el arquitecto del presente, y a su vez, el presente da forma a la esencia ancestral. 

    La necesidad de conexión entre el presente y el pasado muisca en Adoradores de Huitaca se revela como un llamado urgente a reconocer y abrazar la riqueza cultural y espiritual que ha estado históricamente subyacente, olvidada y en algunos casos minimizada. Este vínculo entre tiempos fue el factor determinante para Carlos, que en una imperiosa necesidad de entender y respetar las raíces profundas que dieron forma a su identidad, busca en un acto de reconciliación ese pasado que no solo reconstruye su memoria histórica sino que nutre su identidad cultural actual. Si me preguntan podría decir que en algún momento yo también fui Carlos, que con sed de respuestas caí en el error, la reflexión y la solución, que como él quise tejer mi historia con hilos de pasado y presente. Pero también quiero ser Nemza, consciente de mi momento y en constante búsqueda de mi propia construcción. 

    Por supuesto que al igual que Carlos hay muchas cosas que no entendemos, un universo invisibilizado y una imposición a quedarnos con la historia que ya conocemos. Por supuesto que quisiera sumergirme en ese contraste entre la objetividad de Nemza y la subjetividad de Carlos. Por supuesto que esta es la historia que mi presente le escribiría a mi pasado y la que mi pasado le regalaría a mi presente. Esta novela es un tejido de dos historias aparentemente distintas con una única narrativa: dos protagonistas, uno arraigado en el pasado ancestral y otro en el presente, ambos revelándose como facetas de uno mismo. Este tejido teje un solo propósito: resistir a la aniquilación de una cultura, de un pensamiento y de una cosmovisión. 

    Mientras leía entendí que así como los tejedores entrelazan cuidadosamente sus hilos para formar una obra, Camilo Morales Neisa utiliza esta metáfora para articular la conexión intrínseca entre el pasado y el presente. Este libro es un recordatorio conmovedor de que, aunque el tiempo puede fragmentar nuestra existencia, la esencia de lo que somos perdura tejida en el universo. 

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