“A su memoria…”
Por: Vivian Andrea Niño Gutiérrez
“Nada recuerdas, pero eso no modifica la huella honda, la forma tersa que quedó en algún lugar de tu alma y que se fue grabando como el dibujo en la cera, en el comienzo de la claridad de tu memoria”
¿Cómo se teje con el hilo de la memoria? ¿Se puede aferrar a ella como al hilo de la cometa para que el viento no se la lleve? ¿o es inevitable naufragar en el mar del olvido? La memoria es un elemento maleable, puede ser un pequeño cuarto donde se guardan objetos llenos de recuerdos, puede ser un laberinto, o incluso ser un jardín con tus flores favoritas. Por eso mismo pueden desaparecer pedazos de ella sin siquiera darnos cuenta ¿Acaso recuerdas lo que pasó al comienzo de ese delicado hilo? Se pueden desvanecer desde los recuerdos agradables de la infancia, hasta los más desalentadores como la pérdida: ¿Recuerdas que jugabas de pequeño? ¿Recuerdas tu primer encuentro con la muerte? Aunque parezca que algunos momentos son imposibles de rememorar, la mayoría de veces siguen ahí, perdidos en el mar caótico de la mente.
¿Recuerdas, Juana? Es la pregunta repetitiva que se hace la narradora de la novela de Helena Iriarte. Más allá de buscar un momento de la infancia entre miles de recuerdos, se dispone a salvar a la protagonista. El relato ocurre en un solo día, desde el amanecer hasta el ocaso, pero cuenta toda una vida. La vida de una niña que nació con piel de arcilla, un padre amoroso y una afiebrada imaginación. Su padre era quien la entendía y la acompañaba, la amaba tanto que se convirtió en el único que podía escuchar las aventuras de su mundo imaginario, incluso después de su muerte. La ausencia de su padre la herirá como un rayo, tanto que decidirá no aceptar lo sucedido y olvidará ese momento. Siempre lo imaginará a su lado, acompañándola.
Aquella situación solo empeora con la falta de amor materno. Entre insultos, su madre destruye todo lo que puede lograr una sonrisa en su rostro. Así se origina la lista de eventos traumáticos que sufrirá Juana. La realidad le está fallando. Ella decide refugiarse en su imaginación, un mundo donde canta y baila con su padre, donde puede ser feliz con sus gustos extravagantes. Lamentablemente no basta la imaginación para vivir, en medio de sus intentos por seguir adelante, su mundo se fragmenta y ella enloquece. ¿Recuerdas, Juana? estremece al lector con la imagen de una niña demente, llena de miedos y angustias, que no encuentra una salida a sus padecimientos.
Helena Iriarte, la autora, hace uso magistral del lenguaje, con palabras sencillas y pocas páginas crea una emotiva prosa poética. Con su narrador indescifrable en segunda persona logra conectar con el lector como si fuera la voz amorosa de un amigo. La cercanía se vuelve innegable al manejar temas tan íntimos como la pérdida de un ser amado, el conflicto principal, una experiencia común pero completamente pura y por lo mismo, inmensamente dolorosa. Esta es una historia de familia, memoria y soledad que Iriarte aborda desde la perspectiva de una pequeña niña, evocando así el sufrimiento que viene de la falta de comprensión por parte del mundo adulto. El lector termina posicionándose en el mismo lugar que la conciencia de Juana, la narradora, pidiéndole a gritos a la pequeña niña que recuerde, que vuelva a imaginar su mundo feliz, que vuelva a oír cantar a su padre. Sin embargo, saber quién es, no hará que olvide la causa de su dolor. ¿Qué es lo mejor para Juana? ¿Qué debería recordar? ¿Qué debería olvidar?
Juana escapa de todos sus problemas de la misma forma que borró de su mente la muerte de su padre: huyendo a sus fantasías. Sin embargo, ese mundo de princesas y hadas se convertirá en una pesadilla. Su realidad y su mundo imaginario poco a poco se derrumbarán. Las cosas donde encontraba su único refugio se invaden de sombras. Juana se aparta de todo, vive en su pequeño cuarto sin poder hablar, ha dejado de bailar y reír, incluso de ver a su padre. Finalmente ha perdido toda su memoria, ya no recuerda quién es. Esta novela nos muestra que la memoria es necesaria para definir quiénes somos. Es por esto que la conciencia de Juana está en una constante búsqueda de los recuerdos, a pesar de que la pequeña Juana preferiría huir de ellos. Nuestra narradora fantasmal cree que la memoria es el único lugar donde podrá renacer el alma inocente de Juana, pero dentro de la memoria se esconde más que buenos momentos.
Durante el relato, Juana está rodeada de soledad y silencio, como si fuera un cascarón vacío. Por eso la narradora pregunta una y otra vez “¿Recuerdas, Juana?” o “¿No lo recuerdas, Juana?”, manteniendo la esperanza de que logre encender alguna luz en su mente y rehacer ese hilo de su memoria que una vez fue cortado. Me gustaría creer que en todos nosotros habita esa voz narradora que sabe quienes somos y siempre buscará hacérnoslo recordar. ¿Podrá Juana hacerlo? ¿Dónde está su salvación, en el recuerdo o en el olvido?
Iriarte, Helena. (2007) ¿Recuerdas, Juana? Colombia: Babel Libros.
Sobre Vivian Andrea Niño Gutiérrez:
Bogotá, 2001. Estudiante del pregrado de Estudios literarios de la Universidad Nacional de Colombia. Me interesa la literatura, la inclusión y los archivos históricos, especialista (en proceso) en la señalitura, en procesos editoriales en braille y en el mundo mágico de las manualidades. Correo: vivis181@gmail.com
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