Carta a Mario Mendoza y El Mensajero de Agartha
Querido Mario Mendoza:
Simplificar las cosas nunca ha hecho ningún bien a nadie. Al contrario, suele llevar a conclusiones erróneas y a momentos que varían entre lo hilarante y lo penoso. Reducir complejas y ricas materias a un solo elemento concreto o a fórmulas repetitivas. El ejemplo más icónico son las matemáticas, que en el aula se tornan fórmulas que machacan las implicaciones lógicas que existen (1). Ese tipo de prácticas se puede extender a cualquier materia. Y la literatura, que debería ser el sitio donde la simplificación no existe, también tiene representantes en esa línea.
También se ha simplificado el sufrimiento, a pesar de su enorme complejidad. Se puede entender el dolor desde un punto de vista científico como cierto desbalance hormonal, cierta actividad cerebral, etc. Una actividad biológica que en realidad esconde toda una profundidad química, anatómica y evolutiva. Del mismo modo, el dolor es algo indescriptible, lo que puede explicar que haya millones de líneas dedicadas al desconsuelo. Ese sentimiento puede ocultar profundas preocupaciones, vivencias, pensamientos y reflexiones, que no se pueden reducir ni por un lado ni por el otro. No importa por dónde se lo mire, sufrir no es una cuestión simple y la literatura se ha dedicado a desentrañarlo.
Excepto en su libro El Mensajero de Agartha, Zombies.
Es el primero de una saga de siete libros. En este en concreto, se ve la génesis del héroe de la saga, Felipe. Él es un chico imaginativo y lector que es contactado por Agartha, un mundo subterráneo cuyos habitantes quieren combatir a los reptilianos. Estos últimos son seres que han buscado dominar y manipular a la humanidad insertando sentimientos negativos en las personas y poniéndolos unos en contra de otros. Felipe es contactado para unirse en la lucha contra estos seres, como han sido contactados muchas otras personas antes. Para ello debe enviar un mensaje a la humanidad sobre lo que los reptilianos hacen (2). Desde allí empiezan los problemas.
Durante toda la novela, se nos van presentando varios casos diversos de célebres artistas cuyas vidas acabaron de manera trágica o estuvieron marcados por un sufrimiento constante: Edgar Allan Poe, Amy Winehouse, Edward James y varios más. En su novela estos artistas fueron interceptados por un plan maligno perpetrado por los reptilianos para llenarlos de energías negativas. En otras palabras, todos los problemas tienen una causa común: una conspiración mundial.
Cuando muchas complicaciones tienen una causa común, lo mejor es atacar a esa causa primero y luego, si es muy difícil de neutralizar, atacar algunas de sus consecuencias más grandes. El caso del Mensajero es el primero. Al ser Felipe el encargado de enviar el mensaje a la humanidad que ayude a acabar con esa amenaza, el texto desvía por completo la atención del problema real. El sufrimiento jamás es retratado dentro del marco complejo que le corresponde, sino como una consecuencia de la conspiración que arma. Allan Poe no sufrió porque su prima, el amor de su vida, haya muerto y él no haya podido aceptar que se haya ido, junto con el sentimiento de soledad que alejan todavía más a las personas; no, fueron los reptilianos que alcanzaron al pobre de Edgar. Amy Winehouse no estaba en constante estado alucinado porque su vida sentimental fuera dura, porque el divorcio de sus padres y por el horror vacui que viene con la vida en el estrellato; no, es que la afectó el plan maligno contra la humanidad. Edward James no estaba siendo acosado por una depresión profunda producto de reprimir su orientación sexual y por ser repudiado por su esposa, además de haber sido engañado por ella; no, estaba siendo acosado por sentimientos negativos implantados a propósito.
Esto se agrava todavía más cuando añadimos que el público objetivo de este libro (y toda la saga) son los jóvenes. Una novela juvenil que busque simplificar los problemas reales, es una novela que perpetúa la idea de que a los jóvenes se les deben ocultar los problemas o incluso negárselos. Alejar a un joven de la realidad en la que vive es ignorar el cambio que todos tenemos que cruzar: crecemos. El joven no deja espontáneamente de ser joven (3), sino que se desarrolla gradualmente, mientras obtiene experiencias y herramientas para enfrentarse al mundo. Una literatura para jóvenes no debe desviar la atención de esos problemas. Al contrario, debe tratarlos en profundidad, explorarlos y ponerlos en diálogo con la realidad. El Mensajero de Agartha se dedica a lo opuesto. Felipe debe entregar al mundo el mensaje de que hay todo un plan en contra de la humanidad, que se implantan sentimientos negativos como el odio y la envidia en la gente y que por eso existe tanto dolor. Guerras, injusticias, desigualdad, represión, peleas, crisis sociales y un largo etcétera son producto de una sola gran conspiración. Una sola causa a todo un mundo de complejidades. Y la solución, también una: convencer a la humanidad de que están siendo manipulados.
Acá quiero hacer una breve comparación para que no se malentienda mi mensaje. En It, de Stephen King, también hay toda una conspiración alrededor del terror y las desapariciones que azota Derry. Es un monstruo que se alimenta de ese terror y gana poder a base de ello. Así que se transforma en aquello en lo que la gente más teme, especialmente los niños. El monstruo It, sin embargo, no trata de ser la causa del terror que sienten los protagonistas, sino que abusa de los miedos que ellos viven a diario. Al contrario de su novela, la conspiración no se usa para apropiarse de la realidad y reducirla, sino que la conspiración ayuda a explorar ese mundo que es el terror humano. Además, también es excusa para explorar su opuesto: la valentía que requiere enfrentarse a esos miedos tan fundamentales.
Quiero acabar diciéndole que, después de toda esa diatriba contra su novela, debo justificarme y reconocerle algo. Que haya dedicado tantas palabras a destripar su novela no es porque sea mala. Sino porque lo que le critico parece un simple gesto narrativo y en verdad oculta un gran problema. Convencer de que no es algo desdeñable es complicado. Pero considero que El mensajero es una novela que sirve muy bien de introducción a los lectores jóvenes. Hablar de tantos artistas y de tanta cultura en tan poco tiempo tampoco es fácil. Revisitar la vida de la gran Amy Winehouse, una de mis artistas preferidas, me gratificó. Y volver a mi época adolescente, cuando pasaba días enteros leyendo sobre ocultismo y brujería, y hablaba con mis compañeros de ir a buscar duendes y fantasmas, también me agradó bastante. El mundo espiritual que se sale de las religiones está muriendo. Volviendo a la simplificación, poco a poco las redes están reduciendo ese mundo de conexiones tan complejas a actividades que sólo pueden ser comparadas con el azar. Usted, al contrario, les hace honor al tratar de revisarlas adecuadamente.
Sin embargo, varios años han pasado desde entonces y ya he olvidado todo sobre los mundos ocultos y la magia. Incluso les he tomado cierto rechazo y creo que he cometido un error al hacerlo. Luego de leer su novela, me dan ganas de revisar El péndulo de Foucault de Umberto Eco, para poco a poco sacar a la luz todas las referencias que utiliza. Pero eso es algo separado de la simplificación de la que quise escribir primero. De él sí puedo hablar ahora y creo que hacía falta.
Sólo me queda decir que quien quiera leer su novela, busque la profundidad donde usted sí la puso. Así el lector la disfrutará más.
Atentamente:
Juan Esteban Parra Amariles
1. Un ejemplo sencillo: 8-2+1 ¿da 5 o 7? El hecho de que no entendamos cómo funciona verdaderamente la matemática lleva a esa ambigüedad; saber que la operación en realidad quiere decir 8 + (-2) + 1 siempre llevará a 7 como resultado. Pero como no se explica eso, sino que se simplifica a usar una fórmula, se pierde esa riqueza lógica que hay detrás.
2. Método, por cierto, bastante poco efectivo, en tanto hay allá afuera cientos de charlatanes que han enseñado a la humanidad a desconfiar.
3. Como un Pokémon que evoluciona. Y la referencia es incorrecta, porque incluso en el mundo de Pokémon se debe entrenar y ganar experiencia antes de dar el paso a evolucionar de un estado a otro.
Mendoza, Mario. El Mensajero de Agartha, Zombies. Destino (2015) 188 páginas.
Sobre Juan Esteban Parra Amariles
Nació en Bogotá en el año 2000. Cursó la carrera de Estudios Literarios en la Universidad Nacional de Colombia. Se interesa por la pedagogía, la escritura, la promoción de lectura y la recreación. Desde hace dos años es líder juvenil en Mosquera. Contacto: jepasale@gmail.com
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