
El viejo Eguchi y la casa de las bellas durmientes Por: Cristian Camilo Baquero Valbuena Es común que los hombres solitarios busquen refugio en cuerpos desconocidos. Es común que los rostros juveniles llenen de nostalgia a los hombres longevos. Es común que, para unos y para los otros, el deseo se esfume o se transforme en una pálida necesidad de compañía. Eguchi, el viejo Eguchi es ambas clases de persona. Casi por casualidad Eguchi se entera de la existencia de la casa de las bellas durmientes, un lugar en donde mujeres jóvenes y hermosas, son sedadas y abandonadas a la suerte de hombres mayores. En compañía de estas mujeres narcotizadas Eguchi es capaz de darse cuenta como su vida de a poco se agota, de cómo sus horas se consumen al igual que las horas de las jóvenes dormidas, pues basta con sentir el cálido aliento de la mujer dormida en su cara, basta con percibir el aroma suave y dulce del cuello o de las axilas de la mujer, para que la memoria de sus sentidos se a...