Por: Sergio Orlando Rojas Parra.

A través de las páginas de Lo bello y lo triste, el tiempo se define como un río dividido en muchas corrientes, cuyos afluentes, tienden a ser un completo misterio. Este arrastra los escombros de las cosas que destruimos,  rodeados por pétalos de diversas formas y tonalidades, amores inconclusos, sacrificios silenciosos; si bien resulta incierto que en algún momento nos reencontremos con alguno de estos elementos, para bien o para mal, los protagonistas de esta novela estarán a punto de cruzarse con algunos de ellos.

Oki Toshio es un afamado escritor, conocido principalmente por su novela “Una chica de dieciséis”. Él decide viajar a Kioto en vísperas de año nuevo para presenciar las campanadas que conmemoran esta época del año y las cuales solo había escuchado por radio. Sin embargo, muy rápido nos daremos cuenta que esto no es más que una excusa para buscar a su antigua amante: Otoko, pintora y protagonista real de la obra con que alcanzo el éxito. Este rencuentro será el que nos permite conocer el pasado de la pareja por medio de sus recuerdos; veremos la forma en que su amorío dejo dolorosas marcas, de parte y parte,  las cuales, terminan incluso afectando a sus seres más allegados; desde la esposa del escritor, Fumiko, hasta la joven aprendiz de la pintora, Sakami Keiko, personaje trascendental para la obra, ya que es la que decide en gran medida como se irá formando la nueva historia de los viejos amantes; en medio del odio que siente por el escritor que lastimo a su maestra, y la pasión desbocada que profesa por esta,  se presenta ante el lector una mujer que parece no tener límites a la hora de pensar en una venganza perfecta.


Kawabata, por medio de la historia de estos dos amantes, nos muestra una parte de este mundo que puede llegar a parecernos ajeno debido a las diferencias culturales, Japón. Esto logrado con trazos sencillos mas no carentes de profundidad en su escritura, en los que se refleja parte de la historia y formas artísticas representativas de su país, caracterizadas principalmente, por la pintura de Otoko y la forma en que concibe la tradición de su país, su propia obra y las manifestaciones artísticas de su aprendiz. Gracias a estos elementos, se crean diferentes reflexiones sobre la vida misma y la condición humana, lo que permite derrumbar en alguna medida el muro geográfico y cultural, y de esta manera, tener la posibilidad de conectarnos plenamente con las pasiones y motivaciones que dan lugar al argumento de la novela.

Si bien en el plano literario Japón me resulta prácticamente desconocido, desde mi experiencia personal, creo que Lo bello y lo triste es una muy buena novela para  empezar a explorar este terreno. Es una obra que abre el apetito hacia las letras japonesas. Sus personajes, están construidos de manera profunda pero sencilla en cuanto a sus motivaciones, o eso nos hacen creer en primera instancia; sin embargo, en varios puntos de la novela parece que nos están ocultando algo bajo lo cual se fundamentan sus acciones. Esta aura de misterio nos puede llevar a una lectura a la espera de héroes o villanos que podemos nunca encontrar, debido a que son personajes con cierta dualidad, la cual no nos permite amarlos u odiarlos, solo comprenderlos con el propósito de entender, qué es para Kawabata, Lo bello y lo triste.
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Lo bello y lo triste de Yasunari Kawabata. Editorial Emecé. 2011

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