Por Boris Abaunza Q.
¿Cuánto
puede sufrir una persona por su manera de ser? Esta parece ser la pregunta que
la novela Confesiones de una máscara
se ha propuesto responder. Kochan, su protagonista, es un joven que no logra
aceptar sus deseos homosexuales en el Japón de los años 30 y 40. Su secreto,
que muchas veces se oculta a sí mismo, le lleva a pensar con frecuencia en su
muerte, en el suicidio y en el derramamiento de su sangre.
Para
nosotros, Confesiones de una máscara
es un libro tan actual como pudo serlo al momento de su publicación. Vivimos en
un momento de transformaciones sociales, en el que el homosexualismo es
aceptado por un amplio sector de la sociedad. Pero aún hoy en día, chicos homosexuales
de colegio se suicidan por el aislamiento y el matoneo que sufren. Conocer lo
que piensan y sienten personas como Kochan es tan necesario hoy como lo pudo
ser en 1940.
La
novela de Yukio Michima se sumerge de forma profunda en la mente de Kochan, su
protagonista, y nos muestra todo lo que él piensa y siente sobre el sexo y el
amor, sobre lo que él llama su “vicio”, sobre la máscara que se ha puesto, o
impuesto, para aparentar una vida normal. La máscara es más evidente cuando
Kochan conoce a Sonoko, una mujer que le produce nuevos sentimientos y
emociones.
La
fidelidad del monólogo interior del protagonista es conmovedora. No estamos
solo ante un homosexual reprimido. Estamos ante un personaje que siente que hay
algo fundamentalmente malo en él. Un anormal. Un desviado. Si dejamos de lado
por un momento su condición de homosexual y nos enfocamos en sus reflexiones
sobre el deber ser, quedamos ante un relato universal sobre el miedo, la
frustración y el conflicto interno que sufre cualquier persona que se siente diferente.
La
historia transcurre antes y durante la Segunda Guerra Mundial, y la violencia
de las imágenes que Kochan imagina en su mundo interno encuentran su
equivalente en el mundo externo en los bombardeos que Japón sufre hacia el
final de la guerra. La violencia siempre está presente en esta novela, en la
mente del protagonista, y también, podríamos pensar, en la mente del autor.
Yukio
Mishima, uno de los más reconocidos autores de Japón, murió en un suicidio
ritual luego de un fracasado golpe de estado. Kochan, su personaje, relata
imágenes de suicidios rituales hacia las que se siente atraído. La idea del
suicidio o la muerte a manos de otro siempre está presente en su mente. Tal vez
esta es una de las razones más fuertes para que esta novela haya sido
catalogada como una historia autobiográfica.
Ya
sea un personaje completamente ficticio, o un alter ego del autor, Mishima
conoce perfectamente lo que Kochan piensa y siente. La historia transcurre en
la cabeza de Kochan. Todo lo que ocurre en el mundo externo es filtrado a
través de su miedo, su frustración y su mentira. Pocos autores tienen tal
habilidad para mostrar la psique de un personaje de forma tan descarnada. Confesiones de una máscara es un drama
psicológico que nos obliga a calzar los zapatos del otro, del diferente, y
sentir por un instante todo su dolor.
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