Por: Sergio Orlando Rojas Parra
Si
hay un momento decisivo por el cual, desgraciadamente, recordamos al bellamente
nombrado país del sol naciente, será la segunda guerra mundial, si bien es un
momento histórico que afectó a diferentes grados a todas las naciones del mundo
por la inconmensurable destrucción que trajo consigo, al intentar encontrar las palabras adecuadas
para definir lo que fue Nagasaki e Hiroshima, resulta una búsqueda amarga e
imposible, las voces que nos llegan de este suceso en gran medida vienen a través
de los vencedores, la novela de Yukio Mishima se enmarca en este periodo y nos
permite dar una ojeada a la otra cara de la moneda, un Japón conservador frente
a su tradición, en medio de muerte y tragedia, que no tocaran al protagonista
de la obra de forma directa, pero cuyos
ecos retumbaran a lo largo de la obra en la forma de actuar de los personajes y
sus deseos, no es un relato lastimero sobre el drama que trajo la guerra, es
una historia sobre cómo se replantea un individuo y una nación.
Para
Koshan, el protagonista de confesiones de
una máscara la vida en sí parece convertirse en un juego de apariencias,
cuyas reglas están definidas bajo la tradición, inculcada por su familia y
principalmente bajo la figura de su abuela quien es la encargada de criarlo, esto
conlleva además a lo que parece ser la imposibilidad de manifestar de
forma publica la atracción sexual que siente por figuras de su mismo sexo, las
cuales tendrán como particularidad ser modelos de poder en los grupos sociales
donde se desenvuelven sumado cierta carga trágica que los rodea, aspectos que
fascinan al protagonista, llevándolo a dar rienda suelta a su “vicio” en un
sinnúmero de ocasiones. Koshan, desde su infancia, será un ser propenso a la
enfermedad física y a los estigmas ya mencionados, esto lo llevara a cuestionar
su papel en el mundo y la forma en que encaja en este.
Concibiéndose
tempranamente como un ser puramente racional, es sincero y consciente frente a
sus deseos y fijaciones, pero decidirá actuar para su entorno y de esta manera logrará
no sentirse como una especie de monstruo, el cual no es más que una creación de
los prejuicios propios de su entorno, y como si se tratara de una obra de
teatro Nôgaku, en la cual, se esfuerza
por no desentonar de lo que socialmente se espera de él, disfrutara de esta
danza en la cual adquiere un aura de superioridad al enorgullecerse de tener
totalmente cubiertos sus secretos detrás de una máscara cuya fabricación
veremos de forma detallada en diferentes etapas de la vida de Koshan, Sin embargo, en este proceso no
contara con una serie de situaciones que terminan sacando a la luz la
fragilidad de esta construcción, y es que su punto débil no es otro que el
único material que se puede tomar para su elaboración, lo humano, razón y
sentimiento no se pueden desligar, y es el factor emocional lo que rediseña la
pintura de esta mascara; una cosa es desear una muerte trágica de belleza
artística, y otra enfrentarse a un cielo dominado por los sonidos de la guerra;
no será lo mismo razonar sobre cada uno de los detalles que lo atraen, y a su
vez, lo hacen sentir envidia por algunas figuras masculinas, que enfrentarse a
un amor que parece crecer naturalmente, inesperado, uno con forma de
mujer.
Confesiones de una máscara es
una novela que trata de la incapacidad de evadir las pasiones más intensas, de
fetiches por la sangre, habla de apuñalar a un hombre sobre una mesa como si se
tratara de un cerdo que próximamente será la cena, retrata la experiencia de enamorarse de la
persona que menos se espera, separa lo carnal de la belleza del espíritu, plasma la pasión humana por la muerte, bien
sea deseando la propia misma o vitoreando aviones de guerra sin importar que
bando está destruyendo a cual, es una obra que nos lleva a reflexionar sobre
nosotros mismos y nuestros tabús. Describe la dualidad del hombre entre razón y
emoción, carne y espíritu, y las dudas que emergen en medio del eterno dialogo
que se da entre estos aspectos. Es una novela que aborda un gran número de experiencias,
las cuales se convierten en un espejo en el cual el lector termina admirando un
reflejo distorsionado de sus propias mascaras.
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