Reseña de Valentina Duque Vargas
No
sabremos nunca el nombre completo del
narrador de Confesiones de una
máscara. De hecho, solo en un par de escenas de las doscientas páginas que la
componen mencionan un atisbo de nombre. Y quizá no sea necesario saberlo, ya
que la prosa de Yukio Mishima nos hace pensar casi desde la primera línea que
es un relato autobiográfico. Que él es, en efecto, el narrador. El estilo anecdótico
es lo que destaca de esta obra. El narrador, un hombre de unos 20 años,
comenzará a contarnos su vida casi desde el nacimiento. Más adelante, explicará
su despertar sexual, su búsqueda de soledad y las luchas que tendrá consigo
mismo para sentirse parte del mundo. Homosexual, fascinado con la muerte y el
sufrimiento, sabe que sus pensamientos no encajan con los de aquellos a su
alrededor. Se valdrá de mascaradas para ocultarlo.
La
novela de Yukio Mishima escaba un conflicto muy humano: la aceptación del yo,
así como las múltiples contradicciones que puede tener una persona. Es posible
que muchos de sus lectores se identifiquen con este profundo dialogo
introspectivo, sintiendo empatía por el personaje. Otros, quizá, les repudie un
poco y cierren el libro antes de acabarlo. Y de esta forma se sostiene la
premisa misma, a mi parecer, de esta novela: somos tan diferentes como iguales.
Lo
cierto es que la novela es demasiado retrospectiva, teniendo como desventaja el
distanciamiento de los hechos. De esta forma, se mengua de forma notable la
emoción que de otra forma suscitaría: genera empatía, pero no emoción. Un claro
ejemplo es el contexto de la guerra, cuya escena más fuerte es, quizá, el
bombardeo en Tokio. No obstante, estos sucesos están introducidos como
información y no generan impacto. Lo único central será a burbuja en la que
está metido el personaje; sus sentimientos y sus recuerdos. De hecho, no son recuerdos en sí mismos, están reinterpretados,
puestos para describir o justificar una conducta actual y pasada. La motivación
por contarlos parecerá surgir de un deseo por explicarse ante el mundo y, en
especial, ante el lector. Esa preselección puede molestar un poco; el lector muchas
veces se preguntará la necesidad de saber tantas cosas.
El
primer capítulo, por ejemplo, describe la infancia del protagonista, en la cual le encantaba
disfrazarse. Este hecho, en apariencia superfluo, quiere mostrar, por analogía,
la necesidad que él tendrá en el futuro de esconderse de los demás. Así será
todo el relato, seleccionando elementos que rescaten la idea de la máscara, del
masoquismo y de la homosexualidad. El lector los irá descubriendo. Por ahora,
bastará con decir que el narrador querrá explicar cómo se siente, porque cree
que es de vital importancia que se sepa. Para ello redundará en reflexiones y
emociones sobreentendidas. También explicará de forma abstracta y generalizada muchos
de sus sentimientos, creyendo con ello extirpar todo tipo de dudas interpretativas.
Es
probable que Confesiones de una máscara
no alcance el impacto esperado debido a que la historia de un homosexual, quizá
revolucionaria en su época, hoy en día
no es nada del otro mundo. Lo cierto es que el lector podría identificarse con
algunas de estas experiencias por ser, después de todo, bastante genéricas, y
por mostrar temas que, más allá de ser homosexuales, son humanos.
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Mishima, Yukio. 1948. Confesiones de una máscara. Traducción del inglés: Andrés Bosch.
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