Por: María Alejandra Gómez


Cuando Hajime escucha por primera vez South of the border de Nat King Cole al lado de su amiga Shimamoto, comienza a comprender lo atraído que se siente por ella. El niño, que con tan solo doce años desconoce por completo el sentimiento del amor y que tampoco comprende la letra de la canción, ignora por completo que el sentimiento es mutuo.

Una serie de situaciones externas alejan a esos niños, cuyos destinos se vuelven a encontrar 24 años después. Hajime con 36 años, casado y con dos hijas, vuelve a ver a Shimamoto, una mujer muy bella, pero misteriosa, que se le acerca para hablarle en la barra de su bar. A partir de aquella escena el amor revive, pero esta vez no por la senda del sur de la frontera, al que hace referencia la canción de Cole, sino en dirección del oeste del sol, cuyo sentido adquirirá significado al final de la obra, cuando Shimamoto afirma que esa es la dirección por la que caminan quienes padecen de histeria siberiana y que tal vez allí no hay nada “O tal vez sí. En todo caso, es un lugar distinto al que esta al sur de la frontera”, un lugar simbólico para una obra dramática, un lugar donde solo queda la muerte.


Así se va desarrollando la historia de dos amantes que luchan por estar juntos, que se enfrentan al vacío y al mañana, y cuyos esfuerzos son en vano.

Por un lado Hajime es un hombre exitoso, con dinero, con familia, un ser que ha descubierto que con todo, se siente perdido. “Esta no parece mi vida”, piensa cuando se encuentra frente a un semáforo en rojo, esperando la luz verde para poner en marcha su BMW.

Shimamoto también se enfrenta a lo mismo, pero de una forma diferente. Si bien, el lector no logra saber nada sobre su vida personal (solo que tuvo un bebé y que este murió unos días después de su nacimiento), por el secreto que ella esconde, por el silencio que guarda sobre su vida, por sus gestos y sus ojos; cuyas pupilas guardan “un espacio de hielo y tinieblas”, es que entendemos que también lleva consigo una carga, situación que advierte a su amante: “Tendrás que aceptarme por entero. De pies a cabeza. Con todo cuanto arrastro, con todo cuanto llevo encima”.

La situación de ambos los hace sentir vacíos y solo cuando suponemos que se encuentran llenos, porque por fin han consumado su amor, cuando Shimamoto promete a Hajime revelar todo al día siguiente, tal cual como ocurre en el acto V de Romeo y Julieta, en donde los amantes niegan la llegada del siguiente día, Shimamoto toma una decisión que deja en ascuas al lector.


Es esa falta de información la que también ayuda a mantener  la tensión de la obra. Es por Shimamoto que el lector inicia y termina la novela, pues al igual que Hajime tiene preguntas.  Igualmente sin la presencia de Shimamoto, Murakami, su autor, no podría dibujar la idea de ese amor imposible que se solidifica, “Como el cemento dentro de un cubo” y que al final solo deja la idea del desierto, porque “hay muchas maneras de vivir. Hay muchas maneras de morir. Pero eso no tiene ningún importancia. Al final, solo queda el desierto. El desierto es lo único que vive de verdad”.
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Título del libro: Al sur de la frontera al oeste del Sol
Autor: Haruki Murakami
Número de páginas: 268
Editorial: Tus Quets editores

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