Por: Paula Andrea Rojas Cifuentes
Noboru es un chico de doce años aficionado
por los barcos, y vive con su mamá en una casa costera. Fusako, su madre, por
complacerlo lo lleva a conocer un enorme barco carguero donde conocerá al
Segundo Piloto Ryuji Tsukazaki. Este marino llega a invadir su casa al iniciar
una relación amorosa con su madre, su casa donde la voz de un hombre empezará a
hacer resonancia después de tanto tiempo sin escucharse.
Todo parece óptimo para este encuentro
como “un círculo vital ineluctable (…): Noboru y la madre, la madre y el
hombre, el hombre y el mar, el mar y Noboru” (pág. 18) . Ryuji es un hombre
fuerte, viril y con gran conocimiento sobre la vida de mar, pero además, se ha
regido como un caballero respetuoso, cansado de la inmoralidad de mar, su
soledad y rudeza. La madre es una mujer hermosa, acostumbrada a moverse entre
lujos que definen su éxito: la independencia para llevar adelante la vida de un
niño estudioso y aplicado; para ella, conocer a un hombre virtuoso y sencillo
-hasta parecerle ridículo-, le dará la oportunidad de replantear un futuro
mejor, con la estabilidad que ambos están buscando. Para todos, este encuentro
es una ruptura en la cotidianidad que abre alternativas para realizar su ideal
de gloria.
Fusako tiene una vida llena de trabajo,
ayudantes, dinero, lujos, etc. Pero esto no llena el vacío que dejó su esposo
como pareja y como padre, por eso para ella encontrar pareja no puede ser una
equivocación, tiene que cerciorarse de la calidad del hombre, un hombre de
hogar. A Ryuji la vida de mar le ha brindado la libertad que espera la gloria
pero también la amargura de las despedidas de la lejanía y la muerte; para él
su hombría tiene que desatarse en una muerte gloriosa, quizás guiada por el
amor que se genera al conocer a la mujer perfecta.
Noboru en cambio, no tiene tan claro
este ideal, como tampoco su identidad. La idea sobre lo que un hombre debe ser,
sobre las virtudes que debe poseer, son influenciadas por la familia y sus
amigos que se anteponen. Para ellos, un hombre debe ser capaz de llenar los
vacíos de la existencia, un poder que sólo se puede adquirir a través de la
muerte. Enfrentarse directamente con la muerte y con la sangre es lo que brinda
la libertad de hacer lo que se quiere, este límite se amplía cuando se está en
la edad en la que no se puede ser judicializado.
La solemnidad y la gloria no se presentan
siempre como se esperan, sino que se dirigen sólo con la tenacidad de quien
está dispuesto a entregar todo por ellas. Este encuentro cambiará la vida de
todos, desde enlaces de relaciones personales tan confusos en los que incluso
las ideas pasionales de otros sujetos fuera del círculo pueden marcar su
trayectoria.
Yukio Mishima, el autor de ésta obra
escrita en 1963, suele cuestionar la imagen de la máscara, entre la identidad y
el deber ser. Esta perturbadora novela explora cómo se puede enmascarar el
ideal tras la acción, y cómo la acción impone el ideal en la realidad en un
acto trágico.
_________________________
Mishima, Yukio. (2003). El marino que perdió la gracia del mar. Madrid: Alianza Editorial, S.A.
Comentarios