Por: Héctor Alfonso Gómez Sánchez
Esa
angustia que nos produce la imposibilidad de concretar nuestros objetivos y
deseos, nos perturba, y más sí le apostamos todas esas fuerzas, sentimientos y
esfuerzos que se conjuran. ¿Cómo llegamos a ese punto si la tranquilidad y la
seguridad nos cubren? ¿Es al “oeste del sol” dónde la verdadera felicidad
existe? Creo que es está, la premisa con
la que Haruki Murakami escribe Al sur de
la frontera, al oeste del sol una novela que relata la vida de Hajime, un
hombre que conoce en su infancia a Shimamoto de quién a temprana edad se
enamora y, por más que pasen los años, ella siempre estará presente sus pensamientos,
e incluso, sus sentimientos perdurarán. Pero, este temprano amor se ve imposibilitado
por cuestiones del destino de cada uno (viajes, traslado de la familia de
Hajime, improbabilidad de un nuevo encuentro). Hajime, ya adulto, es dueño de
dos bares de jazz, tiene una hermosa familia que ama –su esposa Yukiko y dos bellas
hijas–. Sin embargo, aunque haya llegado a la madurez (tiene treinta y siete
años), estado en que la búsqueda de tranquilidad se completa, para él existe algo que lo hace sentir incompleto.
Oculto
a sus ojos y su corazón, existen unos fantasmas que lo rodean y es su lucidez la
que lo ayuda a identificarlos, con esfuerzo, pues ocultos en su interior estos
fantasmas desatan su pasado y con ello el regreso de su eterno amor para
atorméntalo. Los errores que cometió(los que lo perturban), aún no los ha
olvidado. Se aferra a ellos porque si los deja ir, puede perder ese algo que crea su propia identidad. La
tranquilidad de su vida es quebrantada por la aparición de Shimamoto, aquella
primera mujer que amo y que aún ama. La aparición de ella hace que su vida se
ponga de cabeza, y él decide ocultar la infidelidad que comete, a través de
artilugios que pueden conectar al lector con una experiencia vivida. Asimismo, el
protagonista se ve obligado a pactar una doble identidad y a luchar contra ella:
por un lado, ser hombre de familia, amoroso y exitoso; y por otro, el hombre libre
abandonado a la pasión y a recobrar ese algo
que Shimamoto le arrebato.
Esta
historia está mejor definida a través de la canción favorita de Hajime: Star-Crossed Lovers o en español amantes desdichados. Ya que la historia
de esta novela se centra en la imposibilidad del amor entre Hajime con
Shimamoto. La perfecta estructura vital que el protagonista se encuentra
viviendo se ve afectada por la aparición de esta chica, esto hace que la vida
personal de Hajime comience a afectarse porque deberá tomar profundas
decisiones frente a la tranquilidad que le proporciona su familia y vida actual
o el amor y la incertidumbre que Shimamoto (emocionalmente inestable) le pueda
ofrecer.
La
escritura de Haruki Murakami no se desborda en grandes nociones abstractas, la
narración transcurre entre la emotividad y el plano desdibujado entre la
realidad y la ficción. Haruki Murakami, nacido en la segunda mitad del siglo xx y en un Japón convertido en un
milagro, renacido de entre las cenizas se encuentra con una cultura que dejo
atrás mucho de su pasado para concentrarse en un presente moderno e impulsado
por la búsqueda de otra perspectiva a la cual dirigirse después de las Guerras
Mundiales. Una nación moderna muy parecida a cualquiera del hemisferio
occidental.
Este
libro, que por suerte leo por segunda vez (la primera hace ya más de siete
años), lo considero como la apertura a la lectura de la obra de Murakami.
Porque despertó en mí ese impulsó para conectarme con la literatura japonesa de
este siglo. Asimismo, pienso que su prosa se enmarca en un trasegar de imbricaciones
entre los temas más hondos de la cultura nipona (la muerte, el sexo, el amor,
la soledad, el suicidio, la identidad) con temáticas de la actualidad de la
literatura occidental. Sin embargo, debo declarar que esta segunda lectura dejo
en mí fuerte sensaciones de que la prosa de Murakami se ve forzada a crear
atmosferas y líneas de un estilo que mezcla lo japonés y lo occidental,
perdiendo en el horizonte aquello que hasta este momento me ha enamorado de la
cultura japonesa. Recomiendo su lectura, pero eso sí, con cierta precaución para
no llenarse de demasiadas expectativas.
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Trad. Lourdes Porta, 2007, Buenos aires: Ed. Tusquets. 266 págs.
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