Por: Edison Andrey Rojas Olaya
“Cuando tienes un gran amor, debes cuidarlo como si
fuera una planta. Debes abonarlo y protegerlo de la nieve. Es muy importante
tratarlo con esmero. Si el amor es pequeño, deja que se marchite hasta que
muera”
Hiromi Kawakami (El
cielo es azul, la tierra blanca)
¿Te has percatado del momento preciso en
que sientes que te estás enamorando? ¿Te has preguntado, cómo es que te das
cuenta? Leyendo El cielo es azul, la tierra blanca de Hiromi Kawakami me
fue inevitable hacerme estas preguntas. Durante la novela sentí cómo iba
germinando lentamente la relación entre Tsukiko y su antiguo maestro de
escuela. Luego de su reencuentro casual, muchos años después del colegio, estos
dos personajes inician una historia de amor ajena a los ojos de cualquier
occidental. No hay sexo en la primera cita, no hay caricias constantes ni
cumplidos que van y vienen. Lo que sí hay es una complicidad orquestada por sus
encuentros indeterminados, como la vida, llenos de incertidumbre. La
inseguridad que nos produce no encontrar lo que buscamos cuando lo buscamos y
lo queremos, acecha constantemente a Tsukiko, la protagonista de esta novela.
De ella, conocemos sus dudas, sus pocas certezas y su soledad... entendemos lo
mal que se la lleva consigo misma, al punto que necesitar cantar, cantar para
no llorar más bajo la lluvia, para huír de sí misma. Ella canta sola para
refugiarse hasta que olvida la letra y percibe que, repentinamente, aparece
quien se encarga de terminarle las estrofas.
La escritora Hiromi Kawakami, ganó el
prestigioso premio Tanizaki otorgado a la mejor novela del año en su país, con El
cielo es azul, la tierra blanca. Esta misma novela fue adaptada al cine y
recibida con gran acogida. Kawakami es una de las escritoras contemporáneas más
reconocidas en Japón. Estudió ciencias naturales en la universidad y ejerció
como profesora de Biología unos cuantos años. Su formación académica se siente
en la novela reseñada para esta ocasión: el conocimiento y la contemplación de
la naturaleza se funde armoniosamente con lo que le está sucediendo a los
personajes. Este rasgo narrativo nos recuerda grandes escritores de la
tradición japonesa como el Nobel Yasunari Kawabata. La autora también se
conecta con la tradición japonesa por medio de su gastronomía. Recomiendo en la
lectura buscar los platos presentados e imaginar sus sabores, si es que no se
los pueden conseguir.
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Kawakami, H. (2011). El cielo es azul, la
tierra blanca. Editorial Acantilado.
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