Por: Dayan Alexander
Arévalo Arévalo
Hablemos
de esos recuerdos que construyen vida. Hablemos de los instantes que parecen
insignificantes pero que son capaces de llenar de historia un cascarón vacío.
Hablemos del inicio de la humanidad condensada en un individuo que muere y
revive, que se orina sobre sí y que lucha por respirar. Hablemos de sexo y del
despertar erótico. Hablemos de apariencias y de hipocresías. Hablemos de Confesiones de una máscara.
Publicado
en 1949, este libro narra las historias de Kochan, historias que están
enmarcadas en el aislamiento y en el contraste que vive un personaje que tiene
acceso a sus recuerdos como si estos fueran pequeñas láminas coleccionables
depositadas en un baúl al cual tiene acceso en el momento que lo desee. Por
ello quien narra recuerda hasta el momento de su nacimiento, pues toda su vida
está ahí, a su entera disposición.
Mishima,
quien fue el artífice de esta narración, elige un narrador en primera persona
para construir un personaje intimo que sea capaz de hablar de la única vida de
la que puede hablar (la suya) y emplea un elemento de acumulación difícil de
mantener pero que a él le funciona: el personaje, aunque lleno de todos sus
recuerdos, se va construyendo con el pasar de cada línea, de cada palabra;
Kochan, aunque tiene su vida a su entera disipación, no desperdicia nada y nos
permite crecer con él.
El
lector será consiente desde la primera línea que está en frente de un personaje
completamente elaborado, pero no dejará de sorprenderse y se angustiará cuando
lea que Kochan casi muere de bebé e intentará a toda costa entender las
distintas revelaciones homosexuales que se van presentando y que van
construyendo a un personaje contradictorio e inestable. El lector de esta
novela debe estar dispuesto a ver cómo se crea a un individuo, a ver cómo se
crea vida.
La
narración, aunque extensa en detalles minúsculos y en recuerdos que parecen
insignificantes (el mismo narrador lo admite) realiza una construcción
ficcional tan estable, que es imposible no querer seguir leyendo y seguir
mirando la vida de Kochan, un personaje que, por iniciativa propia, ha querido
exponerse ante nosotros.
Comentarios