Por: Edison Andrey Rojas Olaya


“Cuando se separó de Oki, pensó que nunca se casaría. El dolor la había dejado exhausta; apenas si podía trazar planes para el día siguiente. ¿Cómo pensar entonces en un futuro lejano?”
Kawabata (Lo bello y lo triste)

A medida que avanza la narración de Lo bello y lo triste, nos vamos enterando del profundo amor que existió entre Oki Toshio y Otoko Ueno. También, somos testigos del sufrimiento que vivió la muchacha. Con tan solo dieciséis años, tuvo que enfrentar dos grandes pérdidas frente a las cuales, tal vez, ninguna mujer se siente preparada. El desgano, el desencantamiento por la vida, rozar la línea entre la cordura y la locura son las marcas que quedaron en Otoko luego de estos eventos traumáticos, que le llegan fragmentariamente al lector con un profundo eco emocional, haciéndolo tal vez detenerse en la lectura y, quizá empatizar con el personaje.


El estilo fragmentario con el que nos llegan los hechos a la hora de leer está relacionado con una de las características más encantadoras de la novela. En ella los saltos temporales son constantes: en un momento el autor sitúa a los personajes conversando de cerca tras un reencuentro que se había demorado muchos años, luego la imagen se desdibuja para dar paso al profundo desamor y sufrimiento que vivieron unos pocos meses después de separarse. El desamor, el amor, el tiempo, la venganza y la juventud, son algunos de los temas de interés universal que destacan en Lo bello y lo triste. Según los intereses del lector ésta novela lo moverá a reflexionar, a identificarse, a conmoverse o a imaginar, pues este libro, como los buenos libros, ofrece muchas posibilidades, las cuales, seguramente, un alma sensible no desaprovechara.

Leer a Kawabata es introducirse a las atmósferas japonesas. El autor inscribe la narración en los templos a los que asisten sus personajes, detalla con precisión los estímulos que los conmueven e impresionan:

Al resonar las siguientes campanadas dejó de esforzarse por escucharlas con atención y entonces percibió el sonido que sólo puede producir una magnífica campana antigua, un sonido que parece atronar los aires con toda la fuerza latente de un mundo lejano. (Kawabata, 2002, p.16).

Las atmósferas en la novela son también generadas a partir de sus personajes. Sakami Keiko, la joven pintora y discípula de Otoko, destaca por teñir a la novela en sus apariciones de una potente marca perversa y desquiciada. A veces suena masoquista, otras sádica. El tinte que esparce este personaje en la narración contiene además la frescura de la juventud, el arrojo y apasionamiento por la vida.

En conclusión la lectura de Lo bello y lo triste de Yasurani Kawabata es altamente recomendada porque, como dije anteriormente, este es uno de los buenos libros de la literatura y como tal atraviesa el espíritu de quien lo lee, es decir, se logra abrir espacio dentro del lector, le conmueven, lo interrogan, lo hacen imaginar y sobre todo emocionarse.
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Kawabata, Y. (2002). Lo bello y lo triste. Emecé editores.


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