Por: Ana María Rico
Rangel
"El fin de la Historia y de la
Humanidad somos los sendos hombres, cada hombre, cada individuo. El individuo
es el fin del Universo.”
Del sentimiento trágico de la vida. – Miguel de Unamuno.
Del sentimiento trágico de la vida. – Miguel de Unamuno.
Hablar
de la restauración Meiji evoca una época de profundas reformas en el ámbito
político, económico y social de la civilización japonesa en la segunda mitad
del siglo XIX. El fin del régimen del Shogunato, el retorno del poder al Tenno,
la transformación del régimen feudal y su estructura social, fueron algunos de
los sucesos significativos de la reforma que sustituyó la organización social y
política tradicional del Japón. Dichos cambios fueron fundamentales en el
proceso de modernización, casi defensivo, que emprendió el Japón ante la
eminente y amenazante expansión de occidente; sin embargo, esta transición
significó también el furor de occidentalización entre la sociedad que trajo
consigo una ambición de individualidad y un ansia de progreso que empezó a
debilitar los cimientos dela sólida tradición japonesa. La progresiva
sustitución de las tradiciones resultó insostenible para una parte de la
sociedad japonesa. El divorcio con el mundo legendario que erigió tan compacta
civilización produjo tensiones entre la nueva concepción de individualidad y la
sociedad, entre la novedad y la tradición, lo cual significó una severa
dificultad de adaptación para los japoneses.
El Caminante
de Natsume Soseki es una novela que ilustra los efectos de la modernización
Heian en el interior del individuo japonés. La pugna entre individualidad y
colectividad, la imposibilidad de conectarse con los semejantes, la conciencia
de la soledad en una sociedad cuyos principios se derrumban, el conflicto de un
individuo en un mundo sometido a cambios frenéticos, el egoísmo y la
insatisfacción con las relaciones familiares y personales son algunos de los
temas dominantes en la novela.
La
novela se organiza en cuatro partes y cada parte se divide en capítulos cortos,
inicialmente fue publicada por entregas en el periódico japonés Asahi Shimbun entre 1912 y 1913. Cada
parte parece independiente aunque los cuatro apartados se articulan con un
sutil hilo conductor: en esta obra la acción no es la que determina la unidad
sino la escalonada neurosis de Ichiro. La novela está escrita en primera
persona desde los ojos de Jiro Nagano, hermano menor de Ichiro, aunque en la
cuarta parte la prosa adopta un formato epistolar con la carta escrita por el
Señor H, un amigo de Ichiro, en el que despliega un análisis del comportamiento
del protagonista; ambos narradores son testigos de la crisis de Ichiro y
describen los hechos que la desencadenaron. La exploración formal de Soseki es sorprendentemente
novedosa, el ritmo psicológico que penetra en los pensamientos de los
personajes y la doble perspectiva desde la que se narra la crisis existencial
del protagonista son algunas de las cualidades de la estructura de la novela.
La
primera parte se titula “Amigo” y en ella se cuenta el viaje de Jiro Nagano
desde Tokio a Osaka dónde se encontrará con su amigo Misawa, el cual sufre una
dolencia estomacal que lo obliga a internarse en un hospital, cancelándose el
viaje que pretendían realizar por los alrededores de la ciudad. Durante su
estancia en Osaka, Jiro se reúne con un pariente lejano: Okana y su esposa
Osane. Aquí se cuenta la manera como solían concretarse los matrimonios en la
época a través de la mediación de un tercero, gracias a la intervención de la
madre de Jiro se había llevado a cabo el matrimonio entre Okana y Osane y luego
se puso en contacto a Sano, un conocido de Okana, con Jiro para desposar a la
empleada de los Nagano. Luego, durante la estancia de Misawa en el hospital, se
introduce en la trama una geisha
hospitalizada por dolencias estomacales que resulta ser conocida de Misawa,
quién días antes la había incitado a beber sake,
razón por la cual habría enfermado.
La
fijación de Misawa con la geisha se
confiesa más adelante cuando él es dado de alta, la geisha recordaba a una mujer de su infancia que sufría de un
delirio mental, aquella mujer había sido desposada con un sujeto con el que
posteriormente el matrimonio fracasó por la esterilidad emocional de la pareja.
Luego de este suceso, la criada regresó a la casa de Misawa y antes de que él
saliera de casa, le hacía prometer que regresaría, tal promesa parecía en un
principio un gesto de preocupación, pero luego se convirtió en una obsesión de
la criada. Es sutil la relación y el choque que Soseki establece entre ambas
historias en cuanto a la forma convencional de concretar matrimonio entre
desconocidos como entre Okana y Osane o entre Sano y la empleada de los Nagano,
esta costumbre habría sido la misma que ocasionó el fracaso de la criada de
Misawa y la condenó al delirio hasta su muerte.
La
segunda parte, “Hermano”, describe el viaje de Jiro, su madre, Ichiro y su
esposa Nao por Osaka, en este capítulo se empieza a manifestar el quiebre en la
relación entre Ichiro y Nao y la preocupación de él por saber con quién lo
engaña su esposa, pues no encuentra otra explicación a su actitud insensible y
le resulta incomprensible el carácter distante de su mujer. La preocupación es
tal que lo lleva a desconfiar de su hermano y le propone que viaje con ella a
solas y averigüe si su esposa lo engaña o sería capaz de insinuarle alguna
aventura (esta misión recuerda el episodio cervantino de El curioso Impertinente cuando Anselmo decide poner a prueba la
fidelidad y amor de su esposa Camila). El viaje permite al lector conocer la
naturaleza pasiva de Nao y sus verdaderas intenciones, que nada tienen que ver
con algún propósito de serle infiel a Ichiro y cuando está a solas con Jiro,
confiesa que su actitud es propia de su naturaleza distraída. Al regreso, Jiro
le asegura a su hermano que no tiene de qué preocuparse, sin embargo, Ichiro
desata una angustiosa preocupación ante la incapacidad de forjar una relación
sólida con Nao.
En
el segmento “Amigo” Jiro había sido apenas testigo de los acontecimiento y se
mantenía al margen como observador, en cambio, en el capítulo “Hermano”, se
involucra en los acontecimientos a tal punto que, apresuradamente se podría
señalar un triángulo amoroso entre Jiro, Nao e Ichiro, sin embargo, es claro
que en la novela no hay lugar para esta intención melodramática y la
desconfianza de Ichiro apunta a otro sentido, que bien podría ser, su interior.
En
la tercera parte “Después del Regreso” se presentan algunos episodios de la
familia Nagao en Tokio: la relación de Ichiro con su familia es cada vez más
distante lo cual lo conduce al aislamiento, el distanciamiento de Nao es
insoportable, mientras Jiro se mantiene ajeno a la situación. En este capítulo
se presentan críticas hacia las relaciones amorosas y se muestra la
independencia del sujeto como una opción deliberada en la figura de Jiro.
En
la última parte “Angustia”, se intensifica el aislamiento depresivo de Ichiro
por lo que su familia acude al Señor H, un maestro compañero del trabajo, para
que lo invite a un viaje a la península de Izu para aplacar su neurosis. Jiro
solicita al Señor H que le cuente como se desenvuelve Ichiro durante el viaje y
en respuesta recibe una carta en la cual relata las conversaciones con Ichiro.
La carta es un análisis psicológico de la situación de Ichiro, el Señor H
comprende y comunica la naturaleza de la angustia de su amigo y deja de
manifiesto que la crisis vital de Ichiro no es producto de los conflictos
familiares, sino del frenético proceso de modernización al cual se ha
enfrentado y a la instrumentalización de las relaciones personales.
Me
parece que una de las razones por las que se considera a Soseki como el
precursor de una nueva época narrativa en la tradición literaria del Japón, es
su aguda conciencia sobre la contradicción entre modernidad y tradición que lo
impulsa a reformular una ficción emancipada del esplendor del tradicional monogatari, en la cual construye
personajes conscientes de su singularidad, aislamiento y orfandad emocional.
El
universo de El Caminante se opone
rotundamente al orden armónico del Genji
Monogatari en el cual la dama Murasaki magistralmente desplegó un dossier
de amoríos en los que el anhelo del protagonista por renovar el enamoramiento
era incesante, en él habitaba un deseo permanente que nunca fue satisfecho y
cada amante de alguna manera sustituía a la anterior; el deseo, entonces, era
transitorio y se redescubría y alimentaba de las muchas mujeres que conoció
Genji. El universo temático de El
Caminante es diametralmente opuesto, el conflicto en esta novela es la
incapacidad de Ichiro y Nao de construir una relación amorosa sólida, por lo
que Ichiro cae en una angustia neurótica que lo lleva a desconfiar de su
hermano y lo conduce al aislamiento.
Con
la cita del encabezado de Unamuno apunto al vínculo de Soseki con el ethos de la modernidad occidental, la
exaltación de la individualidad desde Montaigne y Descartes marcó un hito en la
revolución del pensamiento occidental que siglos después se convertiría en un
problema existencial, el maestro Soseki en El
Caminante descubre la individualidad y adapta el drama del yo a la sociedad
japonesa de su tiempo.
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