Por: Ángela Viviana Salamanca Martínez
La
literatura japonesa ha tenido un auge particular en las últimas décadas, lo
cual ha posibilitado un diálogo entre oriente y occidente que se manifiesta en
la cultura y en la sociedad en general, y que se puede apreciar claramente en
la literatura misma. Autores como Natsume Soseki han planteado y cuestionado
esta relación con propuestas estéticas que permiten entender el problema en un
nivel personal y humano. Un claro ejemplo de ello es su obra Botchan, que fue publicada en 1906 y que
deja ver claramente todas esas problemáticas que se daban entre ciudad y
provincia / tradición y modernidad.
Esta
novela tiene como personaje principal a Botchan, un joven docente que empieza a
ejercer su profesión en una provincia alejada de la capital. A lo largo de la
historia podemos apreciar una serie de episodios que giran en torno a las
burlas o engaños que sufre este joven por parte tanto de sus compañeros
docentes, como por sus estudiantes. Pareciera que todos en este lugar se mueven
con unas dinámicas diferentes que Botchan no logra comprender del todo, y es
por esto mismo que termina en medio de problemas sin saber exactamente cómo
salir de ellos. Su forma de entender el mundo, como un joven de la Capital, no
le permiten desenvolverse correctamente en este nuevo contexto al que ingresa.
La mirada desde la cual se narra -desde el mismo Botchan- está cargada de
expresiones peyorativas y negativas frente a estas personas, pero es
interesante que a lo largo del relato que se construye, el personaje que más
parece quedar en ridículo es el propio protagonista.
Es
interesante reconocer a lo largo de toda la novela, la forma en que Soseki
presenta una serie de problemas principales que están en el fondo de la
historia. Más allá de las situaciones cómicas en las que se ve inmerso el
personaje, podemos apreciar una construcción de sentido de este autor y su
posición frente a la realidad en que vive. Teniendo en cuenta que su contexto
era la época de restauración Meiji (1868-1912), en la cual Japón se abre a
múltiples influencias occidentales, los habitantes del común se encuentran en
un choque profundo que afecta no solo su tradición, sino también su esencia y
estilo de vida. Esta contradicción y encuentro de valores de la tradición y la
modernidad occidental, se puede entender como un problema humano en la
literatura, y es lo que vemos en el fondo en la vida de Botchan. Soseki hace el
plantemiento de este problema, ya que a pesar de ser un defensor de los valores
y costumbres de la tradición, su personaje asume una actitud negativa con
respecto al “atraso” que tiene este pueblo con respecto a las dinámicas a las
que estaba acostumbrado en Tokio. Pero más allá de la voz de este protagonista,
es una cuestión que afecta directa o indirectamente a todos los personajes de
la novela. Un claro ejemplo de ello es la dinámica de roles que se da en dicha
provincia: en la tradición japonesa un maestro es tratado con suma reverencia y
respeto, pero en este relato, los estudiantes solo hacen burla de Bothcan en
cualquier ocasión que se les presente, tomándolo como un sujeto inferior a
ellos.
De
este modo, surge la pregunta de si Soseki lo que pretende es hacer una
valoración crítica no solo de una situación específica, sino de un problema
social en el que, como sujeto que hace parte de una sociedad, se ve inmerso y
que lo está afectando directamente. Lo más probable es que el autor plantee
este dilema como una posibilidad desde la cual se cuestiona acerca de su
entorno y de los problemas sociales de forma crítica y estética, posicionando
así esta novela como una obra que es capaz de mirar de frente a su época y de
lograr, de forma cómica, una crítica que da cuenta de un problema social,
cultural y humano.
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