Por: Santiago Rodríguez Segura

¿Quién nunca ha tenido una experiencia que le cambie la vida? ¿Quién no ha conocido a una persona llena de conocimiento que transforma su manera de ver el mundo? ¿Quién no alberga en si mente un maravilloso recuerdo que guardamos con enorme nostalgia? Este tipo de preguntas son las que se despiertan en la mente del lector de Tsugumi, la segunda novela de la escritora japonesa Banana Yoshimoto (1964).

Tras establecerse en Tokio junto a sus padres e iniciar sus estudios universitarios María Shirakawa decide regresar al pueblo costero donde creció para pasar unas últimas vacaciones junto a sus primas Tsugumi y Yoko. El mar y el espíritu explorador del grupo de chicas les permite encontrar varias aventuras en el pequeño poblado, pero el problema más grande al que se enfrentan es el de descifrar la personalidad y carácter de Tsugumi.

Tsugumi, la menor de las tres, es una joven propensa desde pequeña a las enfermedades, de un fuerte carácter, egoísta, grosera, pero sobretodo misteriosa e indescifrable. Sobre este elaborado personaje Yoshimoto construye una novela llena de peripecias y de juicios sobre el ‘yo’, es Tsugumi la que organiza el mundo de todos los personajes de la novela, ella es la que permite que las vacaciones adquieran un mayor sentido: "La sola presencia de Tsugumi nos ponía en contacto con lo que realmente importaba"(334).

A medida que transcurre la novela, María va descubriendo la importancia de su niñez y adolescencia, reconoce la importancia de establecer amistades que lo sobrevivan todo; la novela gira en torno a una temática constante en las ficciones japonesas: la marca del pasado. En el recorrido de la novela el lector se siente fácilmente identificado en los personajes y en los problemas de tipo ‘adolescente’ que los aquejan. 

El grupo de amigas y primas entran en la novela llenas de dudas, pero cada una de ellas logran entrar en un proceso regenerador que, si bien no soluciona todos los problemas de la adolescencia, prepara a cada una (a su modo) para enfrentarse con los que las rodea; cada una de ellas se dejan llevar por el aroma del mar, la dulzura de la lluvia y la tranquilidad: "Pero ese verano había sido para mí la esencia de todo cuanto había amado en el pasado" (361).

Yoshimoto escribe con tremenda sensibilidad una prosa delicada y sencilla que transporta al lector junto al mar. Tsugumi es la voz de una autora que nos demuestra el carácter universal de la literatura, una pieza de Japón para todo el mundo.
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Yoshimoto, Banana. Tsugumi. Tusquets editores. 2008. 399 págs.


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