Jisei no ku
Acerca de Lo bello y lo triste, del escritor nobel Yasunari Kawabata en la traducción de Nélida M. De Machain
Por: Jose Gabriel Dávila

Jisei no ku traduce del japonés “poema de muerte”, y consiste en escribir una última impresión de vida antes del suicidio, o de la vejez como absceso inminente. Acaso, este es el género en el que mejor cabría Lo bello y lo triste (1956), la última novela de Yasunari Kawabata antes de quebrar su último hálito de superviviente en un Japón degradado. Un último poema al imperio del sol poniente.

Lo bello y lo triste es una enorme campanada de templo, un año nuevo en Kioto, un sonido de palabras que parecen atronar los aires con toda la fuerza latente de un Japón lejano. Sus reverberaciones flotan con un sonido erótico y doloroso, su prosa es como si oyéramos la soledad rezumando, con largos intervalos de párrafos, oscilando, como una brisa en nuestro corazón inflamado.

Me atrevería a decir que Lo bello y lo triste, no es sino el chasquido prolongado de un haikú escrito hacia el siglo XI por el maestro zen Ikkyū, que dice:


¿Y qué es el corazón?
Es el sonido de la brisa entre los
pinos
dibujado allí en una pintura.

                                              
            (El bello Japón y yo, Y. Kawabata, trad. 1968, p.p. 37)

Pues, esta obra conserva consigo todo el espíritu de la pintura nipona, y, sobre todo, de la técnica suibokuga, que consiste en pintar la nada. Éste es el espíritu de Yasunari Kawabata: escribir la nada. Su palabra simplemente encaja con la intención de jugar con los espacios en blanco que deja abierta la narración. Lo que no está dicho, lo sugerido, se contrasta con los trazos precisos de la trama, y terminan generando una obra maestra, utsukushisa: lo sublime aparece de la nada.

Oki se puso en cuclillas para observar la pintura.
–Es una plantación de té que parece un mar agitado... es un campo de té restallante de juventud. Al comienzo pensé que simbolizaba un corazón en llamas.

                                                           (Lo bello y lo triste, Y. Kawabata, 2011, p.p 50).
Otoko y su discípula Keiko son los dos vértices del triángulo de añoranzas que termina en Oki, el protagonista de Lo bello y lo triste. Ambas pintoras, proceden en su arte de la misma manera que lo hace Kawabata, las imágenes más comunes de la primavera están eslabonadas, unas con otras sin vacilación, y transmiten así los colores de la venganza, del amor, de la soledad, los colores infinitamente ricos que se generan del binomio belleza y tristeza. Así, cuando aparece lo trágico, lo hermoso también acontece producto del contraste, como lo blanco y lo negro, lo vacío y lo lleno.



Figura número 1, suibokuga* del japonés Hasegawa Tōhaku.

 En apenas doscientas páginas se nos muestra el trabajo de las perdurables transformaciones de las estaciones, de la invisible oscilación y excitación de la naturaleza… a lo amado visible y aprehensible, la introducción de nuevas frecuencias de dolor y sexo en las oscilaciones de la primavera. Sin caer en la abstracción, como un cuadro de Keiko, o en la vana tentación por lo real, como un cuadro de Otoko, Kawabata está envuelto de la soledad de una silla en un tren sin pasajeros, respira silenciosamente bajo la sombra de tres cuerpos, el tercero es Oki, el novelista.

–No temo al suicidio. Lo peor que puede ocurrir es que uno se harte de la vida. Me sentiría plenamente feliz si usted me estrangulara... después de haberme usado como modelo.

(Lo bello y lo triste, Y. Kawabata, 2011, p.p 53).

Ese mismo idilio ocurre en Kawabata, un escritor que fue felizmente estrangulado por la naturaleza, después de haber sido el pintor. Shuntarō Tanikawa, acaso el poeta contemporáneo más importante las últimas décadas, escribe, a manera de epílogo involuntario de la novela de Kawabata el siguiente poema, Tristeza:

El cielo claro y el sonido de la ola
son  ridículos;
Cosas cercanas que siento
nunca podrán abandonarme.
En la estación del nítido pasado
Me dirijo al oficial
de objetos perdidos
y tomo más cosas tristes.
(Tanikawa S., Tristeza, trad. Rodrigo Ramírez, Terrar, 2013).
  
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*Suibokuga es una técnica de pintura con tinta sobre papel de algún modo parecido a la técnica del esténcil, juega a crear con los vacíos, los espacios en blanco entran a figurar en el lienzo, la obra aparece del contraste entre lo vacío y lo lleno, se pinta sin pintar, representando como la nada también configura activamente la realidad. En esta obra, una sexta parte del papel ha sido expuesta a la tinta, y gracias la forma y la tonalidad de los árboles dibujados podemos captar la atmósfera de la escena: un bosque de pinos, en medio de la bruma. Pero la bruma, el suelo, la atmósfera, todo ello ha sido dibujado sin tinta, esto es así gracias a la interacción entre la tinta y los espacios vacíos en el papel. La técnica permite pintar el viento que sopla entre los árboles, la violencia de las olas, el suelo y las paredes de un recinto, todo ello con el material de la nada.
KAWABATA, Y., El bello Japón y yo, trad. 1968, Dos ensayos de Yasunari Kawabata; Emecé ed.
KAWABATA, Y., Lo bello y lo triste, 2011; Barcelona, Emecé ed.
TANIKAWA, S., Tristeza, Tres poemas, trad. de Rodrigo Ramírez, 2013; Terrar.



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