Por: Jairo Ramírez Bohórquez


Aunque la Segunda Guerra Mundial significó una catástrofe para el Japón, el llamado Imperio del sol naciente no solo pudo recuperarse de esa hecatombe humana sino que produjo una generación de escritores que fortalecieron ante el mundo la identidad de su cultura. De allí surgió Yukio Mishima, considerado uno de los escritores contemporáneos más importantes del Japón, no solo por su narrativa neorrealista sino porque abordó temas considerados tabú en la literatura de ese país, como la homosexualidad. Aunque fue un prolífico escritor de novelas, ensayos e, incluso, de guiones de cine, la obra de mayor reconocimiento mundial es su novela Confesiones de una máscara, publicada en 1948 cuando el autor tenía apenas 24 años.

Si bien el tema central de esta novela —considerada autobiográfica por los críticos— es el homosexualismo, no cabe duda de que dicho asunto es más bien un pretexto o, si se quiere, un recurso literario para dejar al descubierto (vaya paradoja) la gran mentira que es la vida de los seres humanos en su mundo cotidiano. Existen unos convencionalismos sociales de los que nadie puede salirse so pena de ser considerado un ser extraño y, por tanto, sin identidad. Esa es la lucha que Kochan, el protagonista, debe enfrentar desde los mismos inicios de su infancia, cuando sus familiares lo veían como un niño algo desquiciado, siempre que afirmaba recordar muchas cosas que había visto en el instante de su nacimiento.

Confesiones de una máscara es una sátira a la vida, considerada como un escenario teatral, en el que los seres humanos no son lo que son, sino lo que la sociedad quiere que sean. Por tanto, cada hombre es un actor que representa infinidad de papeles de acuerdo con las circunstancias y ven afectado debido a ello su propio ser, su identidad, lo cual crea en el individuo una especie de confusión existencial. Es lo que le ocurre a Kochan cuando descubre su sexualidad enteramente carnal hacia los hombres, pero que le es imposible manifestarla, porque no encajaría en los convencionalismos éticos del “hombre normal”. Aunque Kochan siente de manera intensa su primera atracción homosexual hacia Omi (su compañero de salón), debe guardársela para sí y sufrir con ella en sus pensamientos. Y, debido a esto, solo puede deleitarse con la imaginación como única forma de sobrellevar el sufrimiento.

La lucha de Kochan frente a lo socialmente establecido llega a tal afectación, que hasta él mismo duda de lo que siente, de si está en lo correcto o no en cuanto a sus deseos sexuales, hasta el punto de intentar, por momentos, hacer el papel de un heterosexual como lo exige su entorno cotidiano. Tanto así que muchas veces piensa en mujeres y en buscar intensamente la relación con ellas. Entonces, acude casi siempre a las chicas cercanas a su familia, a las hermanas de sus amigos y compañeros de colegio, como ocurrió con Sonoko, una bella veinteañera de quien por momentos cree estar enamorado. Sin embargo, la realidad sobrepasa la careta que intenta usar Kochan, hasta convencerse de que su condición de invertido es su verdadero sentir.

Aunque la novela de Yukio Mishima se desarrolla en el ambiente de un Japón en guerra, sin ninguna duda la historia de Kochan y sus confesiones enmascaradas pudo haberse desarrollado en otro momento y en otro lugar. Incluso puede ser una historia corriente en cualquier nación de occidente, porque las múltiples personalidades, las abyecciones, los impostores y las apariencias, hacen parte de las patologías incurables de la humanidad. 
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Autor: Yukio Mishima (1925 - 1970)
Título: Confesiones de una máscara

Editorial: Planeta Colombiana, 2003

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