¿Cuál es el
significado que tiene para usted la literatura infantil y juvenil? Una
concepción personal ¿Cómo la concibe usted?
Yo a veces pienso que la literatura infantil y
juvenil no existe, y a veces pienso que sí existe. Eso cambia de acuerdo a mi
estado de ánimo y a la relación con los editores, sobre todo. En cuanto a qué
puede definir la literatura infantil y juvenil, es una cierta manera de
acercarse a los conflictos, a los personajes y a las complejidades narrativas
de cada obra. Yo creo que de acuerdo a las edades hay unos problemas que son más
importantes a ciertas edades, digamos la presencia materna hasta los nueve años
es una cosa determinante, pero igual eso no significa que sean los únicos temas
que se puedan tratar para los niños o para los jóvenes. Por eso es que no creo
que haya literatura específicamente infantil y juvenil, porque en este tipo de
literatura se pueden abordar todos los problemas del mundo, no hay limitación.
Digamos, si un género se define por los temas por las formas o por las
poéticas; yo no creo que en las poéticas o en las narrativas de la literatura
infantil o juvenil, que es un campo muy amplio, haya restricciones. Hay libros
álbum que tienen una complejidad narrativa tremenda, hay novelas que son
también novelas con una complejidad narrativa enorme; de manera que no creo que
haya unos elementos específicos del género.
Sin embargo, si hay una cosa que la caracteriza, lo que se considera literatura infantil y juvenil circula en las escuelas. Es decir, si la otra pata de la definición del género fuera la producción, la parte comercial, lo que tiene que ver con el objeto cultural de consumo, ahí si hay unas características que son bien importantes. Es muy difícil en nuestro país, en otros países no es difícil, pero aquí en el nuestro sí lo es, y es que la literatura infantil y juvenil que se distribuye y que se importa, circule por donde circula el resto de la literatura. La literatura para niños y jóvenes circula sobre todo en los colegios, y eso sale de la fábrica, la imprenta y va directo a los colegios, sin pasar por otro intermediario, por lo que esa es una de las grandes características de esta literatura. Esto hace por un lado que circule mucho, porque una decisión implica unas ventas muy grandes, pero eso también hace que cubra al género de una cierta opacidad en la cultura, los escritores de literatura infantil y juvenil no son tan escritores como los otros escritores en términos generales.
Sin embargo, si hay una cosa que la caracteriza, lo que se considera literatura infantil y juvenil circula en las escuelas. Es decir, si la otra pata de la definición del género fuera la producción, la parte comercial, lo que tiene que ver con el objeto cultural de consumo, ahí si hay unas características que son bien importantes. Es muy difícil en nuestro país, en otros países no es difícil, pero aquí en el nuestro sí lo es, y es que la literatura infantil y juvenil que se distribuye y que se importa, circule por donde circula el resto de la literatura. La literatura para niños y jóvenes circula sobre todo en los colegios, y eso sale de la fábrica, la imprenta y va directo a los colegios, sin pasar por otro intermediario, por lo que esa es una de las grandes características de esta literatura. Esto hace por un lado que circule mucho, porque una decisión implica unas ventas muy grandes, pero eso también hace que cubra al género de una cierta opacidad en la cultura, los escritores de literatura infantil y juvenil no son tan escritores como los otros escritores en términos generales.
¿Cómo usted
limita o da rienda suelta a las temáticas que quiere usted trabajar en sus
libros, sabiendo que está trabajando con un público infantil o juvenil? Porque
como usted dice, debería no existir una limitación en cuanto a las temáticas,
pero inevitablemente a veces lo hay, sobre todo porque está trabajando para un
público que está casi siempre en los colegios, porque se está respondiendo a
unas limitaciones de las editoriales, ya que lo menciona.
¿Por qué le
apuesta usted a este tipo de literatura?
Es un poco una casualidad. La primera novela que yo
escribí contaba una historia un poco autobiográfica, unas vacaciones mías. Una
novela un poco iniciática, aunque el personaje es una niña adolescente. La
novela tiene un poco de histórica, hay un poco de historia en cuanto al
contexto en el cual sitúo la novela, que son los años ochenta, las bombas de
los ochenta, que es un poco un período que me ha interesado tiempo, que hizo
que todos estuviéramos muy encerrados en nuestras casas, que la calle fuera un
espacio un poco colonizado, poco apropiado para todo el mundo. Contando esta
historia, yo no pensé que fuera una historia para jóvenes, pero la presenté en
una editorial donde la persona, que escribía tanto para adultos como para
jóvenes me dijo que le parecía perfecta para jóvenes, en parte porque tenía
cierta necesidad de hacer algo para jóvenes y salió así. Una vez abierto el
camino, seguí escribiendo cosas similares y siguieron apareciendo con cierta
frecuencia y facilidad, de manera que ha sido un poco así. Yo de todas formas
me siento muy orgulloso de hacerlo, me parece un campo muy pero muy importante
en el cual es determinante hacer aportes. Yo creo que hay tanta basura al mismo
tiempo para los niños, que es importante que si uno es un poquito responsable,
consciente y tiene ciertos gustos mínimos por la buena literatura y una mínima
exigencia por la escritura, eso de cierta manera va a contribuir a formar
distintos lectores, lectores más críticos, gente que entienda lo que quiere
decir el goce estético, que entienda la literatura. De manera que me parece muy
importante hacer esto y lo hago con mucho cuidado y con mucha seriedad.
¿O sea que
inicialmente usted no pensó en un público infantil para trabajar su literatura?
Al principio no. Pero luego, de hecho sí empecé a
pensar en los libros que hago para niños chiquitos, en los que sé que
claramente si deben ser para este tipo de niños.
¿Cuál cree usted
que es la función de la literatura infantil colombiana? Destinada a un público
infantil colombiano.
Es fundamental. La idea de nación es un poco
complicada, nosotros tenemos una combinación de orígenes mentales,
espirituales, culturales, que hace que seamos europeos pero también indígenas.
Entonces, por un lado, para nosotros las fronteras y la nación sí son un
referente, y por otro lado, no son un referente, entonces es como complejo. De
todas maneras sí hay una lengua oficial que compartimos, que es la lengua en la
que circula la mayor cantidad de producción, y creo que el papel que juega la
literatura colombiana es fundamental, porque los problemas de los colombianos
son justamente eso, de los colombianos, son problemas, realidades, formas de
decir nuestras. Son formas de entender que nosotros encontramos. Ser capaces de
verlas, o de no verlas, las cosas que nos rodean. Entonces, yo sí creo que es
fundamental en la configuración de lo que podría ser una literatura nacional,
digamos. No es muy considerada de esta forma de parte de los grandes críticos,
pero yo creería que sí debe empezar a serlo, porque, yo empecé también a
escribir literatura para niños sin tanto problema, porque descubrí algo en el
campo. Yo cuando era joven también tenía todo el tabú y todo el prejuicio de la
literatura infantil como un género menor. Ni siquiera el policíaco, ese era un
género elevado comparado con la literatura infantil. La literatura infantil era
una cosa como para bobos, hecha por bobos, hecha por unas señoras amas de casa,
por abuelitas cuando tienen su nieto entonces empiezan a escribir y no había
otra motivación literaria. Es como si apareciera un niño en la vida de alguien
entonces “¡Ay, hay que contarle una historiecita al niño!” En mi caso, yo sí
creo en la literatura y al creer en eso tuve la oportunidad de leer la
literatura infantil que se ha publicado en el mundo, es fantástica. Son
historias bellas, complejas, conmovedoras, extrañas, ambiguas, es decir, es
literatura, es la mente humana, una creación humana, es una maravilla.
¿Cuál es la
diferencia que usted considera radical entre la literatura infantil y juvenil y
la literatura, por así decirlo para adultos, la otra literatura? ¿Cuál es esa
brecha? A parte del medio, de las ventas y el mercado.
A partir de los 12 años en adelante, para mí no hay
ninguna diferencia, por lo menos en mis libros, en lo que yo hago que está
pensado para un público mayor de 12 años creo que puede ser perfectamente leído
por cualquiera. Con los chiquitos ahí si hay diferencias, esas diferencias
pueden tener que ver sobre todo con la forma de tratar los problemas. Para los
niños las cosas deben ser divertidas. Para los adultos también, pero uno es
capaz de aguantarse más una cosa que no sea divertida en principio y encontrar
la diversión ahí en otras cosas, en las ideas en la forma, en cambio a los
niños les vale un pepino la forma o las ideas que hay, ellos quieren
divertirse. Es una relación más espontánea y vital con el libro, con la
historia, entonces ahí es donde está la diferencia. Pero si uno se pone a ver
esas mismas características que acabo de dar como espontaneidad, vitalidad,
alegría, humor, están en toda la literatura.
¿Qué cree que
haga falta en la literatura infantil colombiana por trabajarse? Algo que usted
diga, sí muy bonito todo, pero creo que hace falta ahondar en este tipo de
aspectos, o tomarse la de una manera distinta. ¿Y qué cree que influye para que
esta literatura no sea tomada con tanta seriedad cómo debería?
Yo creo que porque se vende muy fácil. Como se vende
muy fácil se vende cualquier cosa sin importar qué es. No hay mucho criterio ni
mucho rigor. Uno ve en las cosas que publican que hay colombianos que ya están
haciendo sagas, entonces no sé, eso a mí me parece algo sospechoso. Es decir,
yo leí 5 o 7 de esas sagas gringas que eran muy muy divertidas, pero bueno,
digamos, yo no tengo ningún problema con que se haga eso, me parece que está
bien. Lo que yo sí creo que no se ha hecho con mucho cuidado es, bueno, yo he
tratado de hacerlo de alguna manera, pero no he encontrado cómo, y es explorar
el mundo indígena. Me parece muy importante. Explorar el mundo indígena desde
el punto de vista de un lector juvenil infantil, eso ni siquiera se ha hecho
desde el punto de vista de un lector adulto, o no lo sé, puede ser que sí.
Ya entrando un
poquito más en su obra, yo he visto que ha trabajado guion de cine ¿Cómo ha
influido esto en su creación literaria?
Pues completamente. Yo aprendí a escribir una cosa
distinta a los versos, que fue lo primero que empecé a escribir, poesía, con
una cámara en el ojo, es decir, pensando en que lo que yo escribiera se tenía
que ver. De manera que eso definió de manera fundamental la escritura de mi
prosa, completamente, inclusive la estructura de las novelas está influenciada
un poco, yo creo que casi todas son por debajo de un guion de largometraje.
¿Y no ha pensado
en mezclar sus dos disciplinas?
Sí, he pensado, pero no he hecho más allá de
pensarlo.
Yo he visto que
ha trabajado poesía, novela, cuento, teatro también ¿Cuál género de estos es el
que más disfruta trabajar y por qué le parece más idóneo para su trabajo?
Yo creo que yo soy más novelista, pero la poesía es
un momento como, como estar enamorado. Lo que pasa con la poesía es una
conexión. A mí lo que me pasa con la escritura en general es que me permite
como vivir, yo escribo mucho, he publicado menos de lo que escribo, en parte
porque también tengo algo de escrúpulos. Pero para mí la escritura es un medio
de conocimiento de mí mismo, y de sanación, de liberarse de rollos, al menos de
ser capaz de ponerlos ahí, de verlos. Entonces no sé por qué estoy hablando de
eso. Bueno la poesía es el momento en el que esto ocurre con mayor intensidad,
en el que hay como una mayor capacidad de condensación de cosas. No siempre se
logra, yo tengo publicada muy poca poesía, precisamente por eso, porque, aunque
escribo con frecuencia no siempre todo lo que logro escribir es algo que
merezca la pena ser publicado, pero he escrito mucha, muchísima poesía. Pero yo
creo que soy más novelista. La novela es un género que es fantástico, me encanta.
La posibilidad de armar universos, de seguirle la huella a cierto personaje por
cierto tiempo, de conocerlo íntimamente, de jugar con él, de ver lo que él
tiene para dar, me parece que es muy agradable. Yo creo que de los momentos más
felices de la vida es el momento de la escritura, después corregir y editar y
todo eso es un poco maldito, pero del resto es muy placentero.
Finalmente ¿Qué
cree que viene para la literatura infantil y juvenil? ¿Ve un futuro prometedor?
Yo creo que sí. Cuando yo empecé éramos muy pocos,
cada vez hay más, y cada vez hay más narradores visuales que narradores
literarios. O en lo que yo he visto creo que no hay muy buenos narradores
literarios, hay una chica nueva Adriana, que salió de tu carrera, yo creo que
es muy buena y es una de las voces que van a sonar en un tiempo. Yo creo que
hay mucha tendencia a los narradores visuales, como ilustradores que se vuelven
autores.
¿Ha tenido la
oportunidad de trabajar más con la ilustración? Un trabajo mano a mano con un
ilustrador.
Sí, tengo un par de libros así. “El cocodrilo
amarillo en el pantano verde” es uno, hay otro que es muy visual “La muda”.
Comentarios