Entrevista con Luis Carlos Barragán sobre Vagabunda Bogotá
Por Juanita Porras Sepúlveda*
Juanita
Porras Sepúlveda: Vagabunda Bogotá narra un mundo sin límites, en el que
se puede cambiar de identidad, se puede ser otro y no hay nada establecido.
Quizá por ello ha sido denominada como una de las primeras novelas posmodernas
de Colombia. ¿Crees que tu ópera prima responde a ese fenómeno de la
posmodernidad?
Luis
Carlos Barragán: Lo que yo entiendo por posmodernidad es que los grandes
discursos de la historia se han roto y se fragmentan para incluir otras
visiones de mundo, otras formas de entender la ciencia o las culturas, y toda
esta idea del progreso se desarma. Entonces no estoy muy seguro, en el sentido
en que el personaje, por ejemplo, no es un hombre heterosexual, sino que es un
tipo súper gay, en ese sentido ya está hablando de una persona que no está en
el centro cultural del mundo, sino que está en la periferia.
Además, el libro habla de ciencia, pero
como si fuera más allá de la ciencia, como si existiera la “poscuántica”, y
afirma incluso que es una pseudociencia. Eso es muy cercano a la posmodernidad,
la idea de que la ciencia se pueda ver también desde el chamanismo o desde el
esoterismo.
La
novela está hablando de romper los límites, de nuestros cuerpos, de nuestras
identidades, de los miedos que tenemos a vivir.
JPS:
¿Ves el mundo que creaste en Vagabunda Bogotá disímil al que vivimos en
un país como el nuestro?
LCB: Vivir
en una ciudad como Bogotá es vivir en una cantidad de contrastes, de muchas
cosas distintas sucediendo al mismo tiempo. Hay bares de metal y jazz, viejitos
que van a cursos de historia del arte mientras hay gente peleándose en las
calles… Hay unos grandes contrastes. Yo creo que lo que hice fue mostrar esa
cantidad de transformaciones que suceden en la ciudad. Claro, estoy hablando de
ciencia ficción, transmutaciones y hay objetos que se mueven, pero eso no
estaría tan extraño teniendo en cuenta la cantidad de locuras que suceden en la
ciudad, la cantidad de información que recibimos.
JPS: Hay
una enfermedad del olvido que cae sobre Bogotá, las personas que se contagian
no saben dónde viven, en qué trabajan ni quiénes son. El protagonista parece
haberse salvado de la enfermedad y recuerda su pasado constantemente. En un
fragmento dice: “sin los recuerdos que nos recuerdan quiénes son los extras de
nuestra novela, nuestras vidas solo se pueden vivir en zigzag, en un completo
vagabundeo sin saber que desear, sin saber a dónde ir”. ¿Qué papel juega la
memoria en Vagabunda Bogotá?
LCB: Yo
pienso que finalmente es la memoria la que nos construye, si no recuerdas, tu
identidad se diluye. Y lo que Luis está haciendo es intentando agarrarse de los
recuerdos y narrarlos.
Vagabunda
Bogotá es sobre cómo
los recuerdos nos limitan, lo que creemos saber nos limita la experiencia con
los otros. Por eso cuando la gente olvida se puede relacionar con los demás.
JPS: Me
parece muy interesante la relación que estableces entre la ciencia y el
chamanismo, ¿cómo funciona esa relación entre una ciencia como la física cuántica,
que podríamos decir es infravalorada por muchos, y lo místico, que se aleja de
lo verificable?
LCB: En
cierta medida están unidas. Creo que lo que sucede con las experiencias
místicas es que no las entendemos completamente, sabemos que suceden en el
cerebro, pero necesitamos más ciencia para entenderlo. Ese es el trabajo de la
ciencia, ir descubriendo e interpretando qué es lo que sucede con nuestro
cerebro. También muchas cosas de la física cuántica son un misterio.
Hay
un libro que se llama El Tao de la Física y compara la mecánica cuántica
con los libros de los Vedas, que son libros muy antiguos de la religión
que tenían antes los hindúes, la más primitiva. La indeterminación de
Heisenberg, un concepto de la mecánica cuántica, por ejemplo, se compara con
otros tipos de indeterminación que existen en el libro de los Vedas.
Una
de las definiciones del misticismo es la posibilidad de unirse con el universo
o de entenderse con dios, expandirse, ser más de lo que ya somos, porque somos
individuos separados que queremos integrarnos a todo lo demás. Y a medida que
uno va aprendiendo de mecánica cuántica uno descubre que, por ejemplo, estamos
hechos de la misma materia. Si aprendemos de ciencia nos damos cuenta de que la
comida se integra en nuestro cuerpo y hacemos parte de esa misma materia; de
que todo viene del Big Bang y el Big Bang era un universo en un milímetro que
se expandió. Sin creer en dioses o espíritus, ya la misma ciencia se puede ver
como una experiencia mística. No me parece que estén separadas.
JPS: ¿Qué
papel juegan las drogas en la búsqueda de esa experiencia mística?
LCB: Yo
probé yagé y LSD, he probado otras,
pero estas han sido las más potentes. La experiencia es extraordinaria, uno
siente que todo es falso, que el cuerpo es falso. El yagé es muy antiguo, el LSD está más perfeccionado y es sintético,
pero ambas son experiencias chamánicas. Uno empieza a sentir que la
individualidad se disuelve. Lo hice con unos amigos y sentía que la habitación
era mi cerebro y que entre los tres teníamos telepatía, nos podíamos comunicar.
Lo
que sucede con el LSD es que hay regiones en el cerebro que se activan, uno se vuelve
muy inteligente y hace conexiones que antes no había hecho. Se tiene la
sensación de que hay una especie de matriz geométrica, que por alguna razón es
muy importante, como un diseño geométrico que se mueve, se abre, se transforma.
Siento que eso simplemente está en el cerebro, no creo en ningún dios. El
funcionamiento del cerebro es esta especie de consciencia que nos hace sentir
que todo está integrado, que no hay límites, que los límites que nos separan de
la materia no son reales y, de hecho, no son reales, sino que es la forma como
interpretamos la realidad.
JPS: En
Vagabunda Bogotá se encuentra este deseo de la integración en un ‘Todo’,
pero extrañamente a partir de la fragmentariedad del recuerdo. ¿Cómo funciona esa
fragmentariedad en tu obra? ¿Cuál es la razón de que coexista lo arbitrario y
el azar en tu novela? ¿Y cómo eso se conecta con la búsqueda de un sentido en
la vida, que parece ser importante para el protagonista?
LCB: Estaba
intentando reflejar que la memoria es aleatoria, de todas formas, me dejé
llevar muchísimo. Cuando estaba escribiendo el libro, escuchaba música, y si la
música me daba algo, yo lo ponía. Estaba muy influenciado por la Beat
Generation, que son unos escritores que experimentan, hacen improvisación,
están influenciados por el jazz, que también tiene algo de improvisación.
Quería dejarme llevar, vomitar todo lo que pudiera e intentar darle forma de
alguna manera a este libro.
Lo
del sentido es muy importante. El libro comienza diciendo: “este es un libro
sobre el sentido de la vida”. Hay una parte en la que Luis está con Mario
comiéndose una salchicha, Luis la parte en dos y dice: “esta salchicha estudió
y esta no”, luego, se las come, entonces ¿cuál es el sentido?, ¿para qué nos
esforzamos con todo esto? Eso es un conflicto que he tenido toda mi vida, ¿por
qué hago esto?, ¿para qué me esfuerzo si voy a morir? Incluso si dejo algo, eso
también va a morir como en dos millones de años, ¿será que alguien se va a
acordar de nosotros?, ¿será que esta ciudad va a seguir existiendo dentro de
dos millones de años? Y no creo.
La
forma en como lo respondo ahora es que es una especie de juego y, por lo tanto,
muchas cosas pierden importancia. Si es un juego la idea es pasarla bien y
luego uno se muere y ya. La gente se preocupa por muchas cosas que no son
inmanentes.
JPS: ¿Por
qué escoges la ciencia ficción como el medio para expresar esas experiencias
místicas y tus dudas sobre la existencia?
LCB: La
ciencia ficción permite llevar muy lejos la imaginación y expandirse más que el
realismo; le permite a uno llegar al límite, incluso de la imaginación. En la
fantasía también, pero en la fantasía podrías inventarte cualquier cosa y las
cosas empiezan a perder perspectiva. La ciencia ficción le permite a uno
imaginarlo de una manera más realista.
Pones un tema muy extraño y luego ves cómo las personas reales
reaccionarían ante eso. El gusano es sobre personas que se pueden fusionar,
de un momento a otro, y mi pregunta era ¿cómo reaccionaría el mundo si eso
pasara? La ciencia ficción permite imaginarse posibilidades.
JPS: ¿Crees
que tu novela podría considerarse como una novela total?
LCB: Lo que
yo he escuchado sobre novela total es que se trata de novelas que intentan
abarcar todo, que intentan abarcar los aspectos de los humanos, de los
animales, de la tierra, pero ninguna novela es realmente total porque es
imposible abarcarlo todo. Por ejemplo, La comedia humana de Balzac es un
intento de entender la forma en que viven los humanos, las cosas buenas y las
malas, los errores y las tragedias. Eso englobaba todo el trabajo de Balzac, al
final se murió y no lo pudo terminar porque es imposible abarcarlo todo.
*Periodista graduada de la Universidad
del Quindío. Actualmente estudia el máster en Estudios Literarios de la
Universidad Nacional de Colombia. Ha escrito en Revista Icónica y La
Expuesta. Entre sus interés se encuentra el cine, la literatura y la
escritura.
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