La desmesura como estética


Por Richard León*

Si quisiéramos adentrarnos en el corazón roto del sueño americano, tres personajes vendrían a mi memoria: el fantasmagórico Mucho de La subasta del lote 49, de Thomas Pynchon, el introvertido Hal de La broma infinita, de David Foster Wallace, y el utópico Casi, personaje central de Una singularidad desnuda, opera prima de Sergio de la Pava.
Una singularidad desnuda se erige como heredera de una tradición narrativa inscrita en la exploración y dinamización del género novelesco, que busca representar una realidad fragmentada y huidiza, incluso, psicológicamente solipsista. De allí el gusto apremiante que dicha tradición narrativa —que algunos se atreverán a llamar ‘posmoderna’— tiene por la experimentación formal, en un intento por captar la multiplicidad de registros orales y escritos que construyen nuestra idea de la realidad —que, para el caso que nos ocupa, van desde la confusión babélica al enrevesado lenguaje del entorno judicial— y la fractura de la temporalidad, que ello termina por desencadenar.
Los personajes que pueblan las páginas de la novela son un vívido retrato de las multitudes que deambulan por toda ciudad que haya crecido más allá de sus límites concebibles, esas ciudades en que conviven la opulencia y la miseria, y de las que Nueva York no sería otra cosa que el resumen. Personajes exiliados que han huido de un mundo sin oportunidades, en busca del tan mentado sueño americano, y que conviven con la fortuna misma al alcance de la mirada, ya que no de la mano. Personajes que sueñan con alcanzar un poco del brillo de ese mundo para iluminar sus vidas, pero cuyo contacto apenas se da a rasguños en las puertas que lindan con la justicia.
Sumado a esa multiplicidad discursiva, se da un análisis soterrado al impacto de los medios de comunicación masiva sobre la condición humana y la cruda disección a las lógicas de la vida norteamericana, que en Una singularidad desnuda se centran en la inhumanidad y la coerción propias de los procedimientos penales. No en valde, el autor mismo señala que esta novela nació de la rabia y la frustración frente al sistema judicial y frente a la desigualdad en el trato entre los seres humanos.
En la novela nos encontramos con Casi, abogado de oficio —aquellos que defienden lo indefendible—, en el culmen de su carrera como abogado, con apenas veinticuatro años: invicto, siempre dispuesto a participar en cuanto caso se le atraviese, dueño de una afabilidad desinteresada, que terminará reflexionando acerca de su existencia y cayendo en cuenta de que en realidad no ha hecho nada llamativo, ya no digamos que maravilloso. Sin embargo, se mantiene, esquiva los golpes con una destreza admirable —tan admirable como la de su continuamente mentado Wilfred Benítez—, renueva fuerzas, se moviliza. Hasta que llega el día negro, el día en que debe enfrentarse a la mundana existencia del abogado promedio: pierde un caso, lo que lo deja al borde del colapso, poniendo en entredicho sus convicciones, pues ¿cómo podrías conservar tu ética en un mundo que carece de ella? ¿Cómo mantienes tu sistema moral, en un mundo abiertamente inmoral?
A partir de este punto, todo va cuesta abajo. Al menos, esa sería la forma como un mediocre novelista nos presentaría la evidente crisis que enfrenta su protagonista. Sin embargo, Sergio de la Pava quiere arrancarle algo de maravilla a la existencia y nos propone una novela que, no sería desproporcionado afirmar, es una apuesta por la desmesura.
De entrada, el lector tendrá que enfrentarse a una novela que presume de su exceso desde su presentación misma: una cuidada edición de 716 páginas en empaste duro —¿Qué otra cosa podría contener semejante número de páginas?—, cortesía de la editorial española Pálido Fuego —cortesía sumada al no menos excesivo trabajo de traducción de José Luis Amores—. ¿Quería Sergio de la Pava hacer una representación del mundo mismo? ¿Superarlo? ¿Por qué apostarle a una historia, inflada de digresiones, cuya lectura muy pocos lectores se atreverían a realizar?
Exagero, por supuesto. Que el objeto no termine por alejarte, desocupado lector, pues la desmesura continúa —o mejor, se multiplica— en cuanto nos vemos atrapados por una narrativa que nos sumerge, de manera abrupta, en el inmensurable laberinto burocrático de la rama judicial neoyorquina, un laberinto en el que los sujetos terminan por desdibujarse mientras se transforman en una sencilla estadística.
Una de las fuerzas del texto reside en el detalle minucioso, casi diría que maníaco, de los múltiples registros, de carácter oral y escrito, que conforman al mundo como dotando de una voz potente a sus protagonistas. En esta medida, podría afirmarse que de la Pava trabaja en flagrante contraposición al Kafka que proponía: “La vida fermenta y se descompone demasiado rápidamente para poder conservarla mucho tiempo en libros vastos y largos”.
Para el novel autor, de origen colombiano, esta afirmación será inconsecuente y, a lo mejor, absurda. La novela, la narrativa, permite que el autor abunde en la materia de su oficio para dar vida a sus personajes, de tal manera que el lector conecte con esas atribuladas existencias ficcionales. Después de todo, ¿cómo no identificarse con el traficante, el yonqui o la prostituta, cuando en el fondo siguen siendo humanos? ¿Cómo desconectar abiertamente de esos sueños rotos que también son los nuestros, de la condición de estos seres que también es la nuestra?
Para el arte literario no existen limitantes temporales o narrativas que no puedan ser desbordadas por la fuerza misma de lo literario. Después de todo, dar una voz singular y propia a una serie de personajes diversos que pueblan los pasillos del sistema judicial amerita un trabajo desmesurado de observación y apropiación de una realidad difusa. Después de todo, retratar las singularidades de la vida humana merecen toda minuciosidad, toda abundancia y toda fatiga. Precisamente como lucha contra la fugacidad, como intento de inscripción en lo infinito.
 Pava, Sergio de la. (2014). Una singularidad desnuda. [Amores, J. L., trad.]. España: Pálido Fuego. 716 págs. [Obra original publicada en 2008]. 

*Bogotá, 1986. Lic. en Humanidades y Lengua castellana de la Universidad Distrital F.J.C. Actualmente candidato a Magíster en Estudios Literarios de la Universidad Nacional de Colombia. Algunos textos de mi autoría han sido publicados en Notas al margen, Revista Gavia, Blog Indieo y Casa Litterae. Creador y coordinador del blog Revista Esperpento, página de divulgación literaria y cultural. Mis áreas de interés son la escritura creativa, la literatura, los estudios y la crítica literarios. 

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