En la huida y permanencia de un brusco acercamiento a La región más transparente


La región más transparente
Carlos Fuentes
Ediciones Cátedra
Madrid
1982


Por: Ángela Valeria Dimaté C.


Para adentrarse en la lectura de La región más transparente de Carlos Fuentes ―publicada en 1958 ―es recomendable no dejarse llevar con facilidad por la opinión que se encuentre en una reseña o preferiblemente acercarse a una que no incluya demasiada información; si en la lectura del segundo párrafo se empieza a saber más de la cuenta de los datos de esto y de lo otro, la primera impresión empieza a ser muy pesada. Un comentario sin mucho engreimiento es suficiente; cabe precisar que ésta no es una justificación que cobije la presente reseña, los filtros de lectura son siempre imprevisibles y por otra parte cada uno tiene su manera de tener un “primer contacto”, un acercamiento muy o poco desprevenido. No obstante sin pretender ser una justificación, este preámbulo ―un poco caprichoso ―procura advertir del peligro de leer este comentario si se prefiere el camino más seguro de un arrimo sin esperanzas a la novela de Fuentes.

La región más transparente sugiere la tentación de pronosticar y aun más de conjeturar con respecto al motivo de su encabezamiento. Inscribiéndose en un espacio que podría preverse como imaginario pero delimitado y augurando la transparencia que en el curso de las páginas niega, donde nada parece ser definitivo más que un recuerdo y una imposición pesada y en desorden, esta novela resulta insólita incluso después de 51 años de publicada. Insólita a pesar de que la experiencia de su lectura resulte clara o brumosa; en cierto sentido decir si es buena o mala no vale la pena porque en su momento fundó un punto de fractura en la literatura del orbe -si podemos considerar el carácter plurivalente del ‘boom latinoamericano’-, porque estas dos valoraciones son muy limitadas y por otro lado porque no es fácil definirla; sólo una lectura despreocupada y sin motivaciones alternas que vayan más allá de una tarde de lluvia fugitiva y privaciones antojadizas, puede calificarla. La novela sucede en Ciudad de México donde el cielo demasiado gris y la ciudad atestada por las sombras de mil y un revoluciones parecen un crepúsculo que cada personaje tiene que cargar y que subvierte la cita de Alfonso Reyes cuando refiriéndose a las palabras de Humboldt califica esta ciudad como ‘la región más transparente del aire’. Construida por voces que extrapolan a los personajes de la novela, nos hablan, más que los personajes de la historia los recuerdos que dan voz a aquellas sombras; los anonimatos de los aztecas. Una circularidad repetitiva configura la estructura de la novela que parecería excesivamente desordenada si no fuera por este detalle. Detalle que parece forzado cuando es demasiado evidente, la circularidad, la circularidad, la circularidad. Discursos de todo tipo se entremezclan en un complicado engranaje de principio a fin que podría incentivar un abandono despechado de la novela, so pena de no saber por qué fue tan importante en su momento.

Preparando el terreno para la trifulca de novelas de los 60’s en que escritores latinoamericanos crearon verdaderas novedades, La región más transparente en la tinta de un Carlos Fuentes aun libre de compromisos de alta talladura y espectros literarios que se colaboran y se empujan entre sí, la novela sería una esfera tan débil como una burbuja si no fuera por su armazón. La estructura del libro generó probablemente gran parte de la estridente respuesta de la crítica, estructura que contraria a un sistema afirmativo se chamusca en las irregularidades y desarmonías de una ciudad cuyas calles no nos son tan conocidas como los pasillos internos de las casas de reunión, de los espacios innombrables, de la tienda, de los discursos vejatorios y hasta incomprensibles; luego de ellos, como venidas de otra parte llegan a suavizar nuestros ojos ya rojos de tanta intensidad unas páginas suaves que se van tan inesperadamente como llegaron. En suma podríamos decir que una buena excusa para leer con amplitud “La escritura del desastre” o “Nietzsche y la escritura fragmentaria” de Maurice Blanchot, es acercarse primero a la novela objeto de este escrito.

Por otro lado se alega que La región… es una novela histórica y podríamos decir así que algunas, no pocas, lo son. Porque puede haber varias lecturas de la novela y algunas podrían resultar excluyentes. Carlos Fuentes evidencia muchos momentos de la historia de México que se yuxtaponen a pesar de estar alejados temporalmente; una mirada novedosa que podría sugerirnos la inclusión de aspectos constitutivos de la nueva novela histórica son un cambio importante en la narrativa de la época. Estudiar la historia de México del siglo y medio anterior (e incluso un poco acerca de la Conquista de México-Tenochtitlán), así sea superficialmente como seguramente sería sólo para acercarse al libro en un primer momento, aclara enormemente múltiples pasajes de la novela que resultarían inconexos e incluso arbitrarios si se ignoraran muchos juegos internos motivados por narraciones externas a la historia ―aunque no creo que ese calificativo sea una justa denominación para la tambaleante ‘trama’ de esta novela.
Dejando a un lado agradecimientos, rencores disolutos e infantiles, confusiones, correspondencias o sentimientos de retribución es razonable admitir que La región más transparente es una novela interesante y que sobre todo, tiene mucho contenido de dónde extraer mugre, patraña, rapidez, fragmentación, alteridad y demás categorías por inventar. ‘Si se corona el primer capítulo que parece comprometer al lector en una figura profética y más lúcida de lo que hubiesen pretendido algunos teóricos de la recepción, el resto es mamey’.

Es conveniente aclarar que esta última frase, evidentemente odiosa, no puede ser sustraída de este escrito aunque sea evidente que el verbo “coronar” cargue con el peso de superar una prueba y someter a una recepción trabajosa. Resulta incluso recomendable, luego de este final, releer el primer párrafo de la reseña y olvidar lo leído para aventurarse sin ambages a La región más transparente de Carlos Fuentes.

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