LA FORMA ES LO PROCAZ


LA FORMA ES LO PROCAZ.
Otra reseña de “Los detectives salvajes” de Roberto Bolaño


Por: Pablo Rátiva


Si yo le contara a su merced de que trata “Los detectives salvajes,” si le dijera, por ejemplo, es la historia de un movimiento poético Mexicano que desapareció dos veces y que nunca tuvo éxito, aunque si excitó mucha controversia (entre pequeños grupos, de vez en cuando); o si le dijera que es la historia de dos amigos que se creen poetas, de los cuales jamás leemos su poesía, y que son abatidos por la vida y por el fracaso: uno termina viejo y desconocido en Ciudad de México mientras el otro desaparece en algún lugar de África como en una mala imitación de Rimbaud ; o si le dijera simplemente que es la historia de un grupo de poetas pobres que viven entre México y Europa en una búsqueda constante de algo no muy preciso; si le dijera todo esto, o algo no muy diferente, que tratara de resumir la anécdota no le estaría contando nada, y probablemente su merced pensaría que no se puede encontrar unos lugares más comunes y unos conflictos más trillados para hacer una novela.
Y lo más probable es que tenga razón.

Sin embargo esta novela es una novela que atrapa, que seduce, que te lleva y no te suelta en meandros y en laberintos, que te desespera a ratos con sevicia, sabiéndose inabandonable; que logra cosas increíbles como darle voz a un gran número de personajes y lograr que te los creas, o crearte la imagen de dos protagonistas que jamás tienen la palabra y hacer que los quieras entrañablemente.

Entonces la pregunta que termina por hacerme su merced (la que me hice yo, como usted comprende) es ¿Qué hace a esta novela tan afamada, por qué ha tenido tanto éxito, que la hace una buena novela? (que no es lo mismo que tener éxito) probablemente esa pregunta tiene múltiples respuestas, pero creo que una de las más importantes es que vuelve a preocuparse por crear un lector, y por cuestionar la forma, después del “Boom” hubo en Latinoamérica (en mi concepto, aún pobre) un regreso a una narración que aunque ya no podía ser lineal hacía todo lo posible por serlo, es decir se planteaba crear historias redondas, que eran dichas fragmentariamente pero que podían ser armadas como un rompecabezas y no les faltaba ni pieza y media, novelas y cuentos de disfrute en los cuales no se le exigía al lector gran participación, ni gran actividad, novelas para los lectores-hembra (¡Oh, que misógino!) que tanto criticó Cortazar.

“Los detectives salvajes” es una novela para lectores inocentes que se descubren salvajes, que se encuentran sin percibirlo en una cruenta búsqueda en la que las pistas no llevan a un resultado unívoco, o que llevan a una destrucción de la indagación racional que, se supone, debería ayudarnos a llegar a la meta, una historia en la que sumerced se encuentra de un momento a otro desnudo y saltando sobre árboles espinosos que lo chuzan en su subordinación, que no lo dejan caminar tranquilo en la búsqueda sino que se la corrompen y difractan.

Roberto Bolaño nos sumerge en una novela que es todo un viaje, que es fluida pero no fácil; experimental, pero no aburrida; atrevida pero creíble. Una novela que vuelve a jugar con la forma, con el tiempo, con la construcción de los personajes; que tiene secciones enteras que son grandes metáforas, o metonimias enclaustrantes, o analogías gigantes que confrontan al lector, que le parten su búsqueda de coherencia, pero sobre todo que lo plantan frente a la Burla, al Humor: de ahí su éxito. El autor nos cuenta una historia dramática, tragicómica casi siempre, que lo convierte a su merced en constructor amante y acompañante, ese es su logro, éste fue mi disfrute.

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