Traiciones de la memoria


Abad Faciolince, Héctor. Traiciones de la Memoria. Bogotá: Alfaguara, 2009. 265 págs.

Por Ivonne Andrea Alonso M.


Aunque el tema del recuerdo y la memoria se encuentran entre mi caja de gustos personales, después de terminar el libro me he visto en la mal saboreada situación de tener que volver al comienzo, y aún así no encuentro la razón de por qué existe en Faciolince la urgente necesidad por hacer de Traiciones de la Memoria una escritura mixta poco elocuente y más bien rei-te-ra-ti-va-men-te repetitiva.

Este libro contiene alrededor de 60 fotografías -la mayoría bien logradas- y tres historias en 265 páginas, que podrían haber sido contadas en 100 sí, por un lado, la edición no evidenciara que gran parte de su preocupación era dejar la letra grande y espaciada, y por otro, no le hubiera dado al reverso del libro la ventaja o desventaja –ya cada quien juzgará– de resumirlo y anticiparse a cualquier curioso que al menos se hubiera sentido intrigado por el título: “Después de la lectura de estos textos –un híbrido de cuento, ensayo y autobiografía– nos queda la extraña sensación de que lo que fue y lo que vendrá no se completa nunca del todo, salvo en las palabras que intentan apresarlo.”

El escritor dejó que se le anticiparán a su escritura y él mismo desde el prólogo se anticipa a sus historias. No parece haber interés en dejar que la narración del hallazgo de un poema en el bolsillo de un muerto conduzca al lector a la inquietud, a la curiosidad o a la duda. Ese es el primero y más extenso de lo tres textos que contiene el libro. Empieza en Alemania y, pasando por Finlandia y Argentina, resulta, sin más ni más, aterrizando la historia de un poema aparentemente anónimo en el libro de Héctor Abad; así que como cuento policiaco resulta aburrido, y como autobiografía, ya anticipada en prólogo y reverso, contiene un significativo peso sentimental pero un muy escaso valor literario, ya que antes de la mitad de la historia se sabe que efectivamente el poema era de Borges y que el resto es carreta.

Luego de este laxo intento, el segundo no resulta mejor. Como nueva historia aparecen las aventuras de un exiliado en Turín, las cuales tampoco encuentran cabida en el tema de la memoria, pues todo parece ser una jocosa historia con alma de cuento más que cualquier otra cosa. Y aunque en este hay móviles interesantes, como el sentimiento de miseria que habita en el contexto de un exiliado, el relato es comido por una estructura perdida donde todo empieza con la venta de un reloj y termina en las tetas de Lorenza, un italiana por la cual nos quedan debiendo la mitad de la historia, pues no se sabe que fue del reloj “que por tantos años acompaño a los Faciolince” y que les permitió ver una película de Woody Allen.

Y valga anotar que en "Un camino equivocado", título que recibe esta segunda narración, a Lorenza también le quedan debiendo su parte, porque al parecer fue también equivocado el camino que toma este autor para tocar el tema del erotismo.

Estas son dos historias cómodas, eso es, propicias para todos aquellos que en un idilio de sus lecturas personales no buscan inquietarse con un mínimo de verdad.

Pero, y qué pasa con la tercera historia, se estará preguntando usted, apreciadísimo lector. Pues, ¡¡voilá!!, "Ex futuros", contada en tan sólo 24 páginas, sí que resulta hacer valer el bien logrado título del libro, pues arrancando con un despacioso y aparentemente vacuo párrafo acerca de la pasión literaria, une el ensayo y el cuento para poner sobre la mesa el tema del pasado que pudo ser pero no fue, generando, ahí sí oportunamente desde Borges y Unamuno, la pregunta de si será que el arte de escribir se olvida o de si “cuando uno sufre de esa forma tan peculiar de la brutalidad de la memoria, el pasado tiene una consistencia casi tan irreal como el futuro”… y esa última frase también está en el reverso del libro, así que cada quién vera si le cree al libro o a un lector.

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