Diario de un libertino


Fonseca, Rubem. Diario de un libertino. 2da edición. Traducción Elkin Obregón. Bogotá: Norma, 2006. 191 páginas.

Por Rafael Cely


El interés por la literatura brasileña en Latinoamérica era más bien escaso hasta hace unos pocos años. Las letras brasileñas todavía constituyen un amplio espectro de obras que son poco estudiadas en el ámbito de nuestros países. Este hecho se debe quizás al mermado interés que ha suscitado hasta ahora el estudio de la cultura del Brasil desde nuestra interpretación. Sin embargo, el autor que nos convoca en esta oportunidad se ha ido consolidado durante los últimos años como un referente obligado de la literatura contemporánea del Brasil en los países de habla hispana.

El Diario de un libertino es un libro de principios de siglo XXI que pretende hacer hincapié en la cotidianidad pero desde una compleja elaboración estilística. El género que el autor define de entrada, con el título, deja abierta la pregunta por si, además de diario, se puede considerar también una novela, al pretender contar otras historias aparte de las del mismo protagonista, el escritor del diario, quien obviamente marca el ritmo de los sucesos.

El oficio de escritor y las peripecias de un mujeriego empedernido dan el ambiente para que se desarrolle una estructura basada en el lenguaje cotidiano. El narrador y protagonista del diario es un escritor que pretende contarnos los recuerdos, reconstruidos a partir de su experiencia vital, pero anotando que está todo el tiempo en una disertación continua sobre la manera de desarrollar su técnica literaria. Unas veces comenta, “me estoy ensayando en el discurso indirecto flaubertiano” (27), otras veces dice que la forma más óptima de comunicar es la del diálogo. Desde las primeras páginas del libro señala que va a utilizar la forma dialógica para configurar su diario. En esta medida, después pregunta: “¿Debo olvidarme de los diálogos y escribir mi diario usando una stream-of-consiousness technique para impresionar a los ingenuos?” (73).

Pero no sólo es una reflexión sobre la forma, tiene también otro componente fundamental y es la contraposición ficción-realidad. El protagonista dice: “si no uso mi imaginación, como en este instante, y hablo sólo de la realidad, estoy siendo apenas el redactor de un diario” (119). Este hecho pone de manifiesto la pretensión ficcional del Diario de un libertino; así como tiene en cuenta la ficcionalización de los sucesos vividos, se tiene conciencia de que se cuenta el recuerdo y así se le hace el quite a un tipo de obra más realista.

El conflicto ficción-realidad es también esbozado en el llamado “síndrome de Zuckerberg”, el cual hace que el escritor sea juzgado por los lectores según lo que haya dicho en los libros. Es decir, el lector pretende que el escritor se haga responsable del decir y el actuar de sus personajes. El “síndrome” sobre el que teoriza “Rufus”, como se llama el escritor del diario, va a ser una constante en la relación del mismo protagonista con los otros personajes, especialmente con las mujeres.

Por citar un ejemplo, la lectura, casi obsesiva, que hace Lucia (una de las primeras amantes que presenta Rufus) de los libros del protagonista, se convierte en un arma de doble filo para él, quién a veces pareciera no tener a la mano frases que no hayan sido citadas antes en alguna de sus novelas. El conflicto autor-obra es puesto en evidencia y hace que el protagonista le diga a su amante: “nada tengo que ver con las cosas que dicen en mis libros” (55), para después hacer una reflexión y recordar: “esa frase, ahora lo recuerdo, la dice un personaje afectado y ridículo” (55). Esta dualidad, que estará presente durante el transcurso del diario, pone de manifiesto la contradicción entre ficción y realidad, sustentada sobre todo en la intertextualidad de protagonista y de sus amantes con los otros textos novelados que él ha escrito anteriormente. Lo que él dice en sus libros pareciera jugar en su contra cuando se enfrenta a asiduas lectoras de sus textos.

El síndrome de Zuckerberg afecta en gran medida al protagonista quien es juzgado por sus amantes debido a lo que ha dicho en sus libros; como si lo que hubiera escrito se convirtiera en una frase de cajón que lo deja en situaciones embarazosas frente a sus amantes al ellas descubrir que ya han sido utilizadas con antelación. Y es que Rufus cuenta: “lo más aconsejable, pues, es tener una mujer después de otra, sea casada o soltera. Pero yo no lo logro, siempre tengo dos” (38). Las mujeres y la infidelidad serán entonces otros hilos conductores importantes. Las mujeres que son, para el libertino, elementales en su concepción de vida, son también las que comparten la mayoría del protagonismo junto al personaje principal. Primero será Henriette, con quién convive, luego Lucia, Luego Clorinda, después Virna, en fin, hasta mezclarlas a todas en tramas de distinto tipo.

La estructura del diario constantemente toma rasgos de la novela policíaca que fortalecen la intriga. La búsqueda de Leandro, un misterioso hombre, padre de Clorinda, y el juicio que se le adelantará al protagonista dan referencia a estos modelos narrativos del género policíaco.

El diario está escrito desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre de un año indeterminado, pero ubicado transitoriamente en la contemporaneidad. Los hechos que desarrolla tienen que ver principalmente con el avance de las conquistas amorosas en una actualización del libertino a nuestros tiempos. Entre las referencias que sobresalen en el libro, se encuentran las influencias señaladas del Marqués de Sade y Molière, entre otros. El diario que funciona como pretexto para contar un año de vida, explorando diferentes formas de creación, también da cuenta todo el tiempo de una novela que el autor nunca logra escribir.

El libro de Rubem Fonseca que hoy presento se lee rápidamente y de forma divertida. Los conflictos amorosos que se desprenden de la infidelidad y la forma liviana de asumir la vida por parte del libertino contemporáneo hacen que las páginas del libro pase apresuradamente porque el lector quiere enterarse de la próxima peripecia del protagonista. Es además un texto liviano y fácil de leer que sin embargo nutre al lector con buenas referencias bibliográficas las cuales podrían servir para seguir explorando la creación artística del escritor brasileño.

Comentarios

Konstance Kat dijo…
Rubem Fonseca es un gran escritor. Doy fe de su obra, desde "El Gran Arte", pasando por "Agosto" y por sus inumerables relatos policíacos. Ojalá fuera más leído y reconocido.

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