Por: Manuela González Morales y Alfredo Alejandro Rodríguez


Celso Román es, sin duda alguna, uno de los autores colombianos de literatura infantil más reconocidos, no sólo por su extensa obra sino porque a lo largo de esta exalta la cultura. En todos sus relatos, sean largos o cortos, se ven motivos como el indigenismo, el ambientalismo, la mitología, que configuran la identidad como una preocupación transversal en su obra.

Este escritor nació en Bogotá en 1947. Estudió veterinaria y, al terminar, decidió estudiar Artes Bellas en la Universidad Nacional de Colombia y continuó con sus estudios hasta conseguir una Maestría en Artes Plásticas con Especialización en Escultura. Estos estudios, junto con su desempeño como profesor en varias instituciones, nos muestran que la literatura no es la única de sus pasiones.

Sus libros infantiles, que invitan a la fantasía por medio de explicaciones mágicas del mundo o suscitan reflexiones por medio de las descripciones de la hermandad del hombre con la naturaleza, han sido galardonados en repetidas ocasiones y son un importante aporte para el crecimiento que la literatura infantil colombiana ha tenido en las últimas décadas.

¿Por qué escribir literatura infantil?

Considero que la literatura infantil se debe escribir para compartir sueños, ideas y visiones con los más jóvenes, que es cuando los lectores están en una edad en la cual todavía se cree, se vive y se disfrutan la imaginación y la fantasía.

¿Cuáles son sus escritores de referencia y por qué?

En temas de la llamada “literatura infantil” están los autores que a lo largo de la historia han recopilado cuentos populares, tanto en Europa ─menciono a los hermanos Grimm, y Hans Christian Andersen─, como en nuestro país, donde están el infaltable Rafael Pombo, Tomás Carrasquilla y José Antonio León Rey, entre muchos. Por otra parte, son de mi interés personal los mitos de creación de diversas culturas y las leyendas tanto indígenas como campesinas. En términos de literatura en general, tengo como clásicos a Cervantes, a García Márquez y sus compañeros del llamado “Boom Latinoamericano” (Cortázar, Fuentes, Vargas Llosa, Rulfo, Borges, para mencionar unos pocos), y todo lo que tenga que ver con poesía. 

En su opinión, ¿la literatura infantil, es literatura? 

Me parece que la llamada literatura infantil es una de las ramas ─o de los frutos─ del gran árbol de la palabra. En alguna conversación con Jairo Aníbal Niño, llegábamos al acuerdo que la literatura no debería dividirse en infantil, juvenil, para mayores, para mujeres, etc., sino en dos categorías: buena literatura y mala literatura.

Usted es un escritor que ha publicado con distintos sellos editoriales, ¿Qué criterios tiene a la hora de decidir con quién publicar? 

Afortunadamente he contado con la suerte de que las editoriales me llamen para publicar con ellas, y el único criterio que manejo es entregar textos de calidad. 

¿Cuál cree que es el panorama de la literatura infantil en Colombia?

Para parafrasear al poeta Porfirio Barba Jacob, podría decir que el panorama de la literatura infantil en Colombia es “claro, undívago, y abierto como el mar”, y que es una necesidad fundamental en tiempos de búsqueda de la paz y la reconciliación después de tantas décadas de guerra. Es necesario recuperar la fantasía, la magia y la poesía que la violencia trató de arrebatarnos. También, considero que las editoriales han abierto un nuevo mercado en el universo de la lectura en los colegios, donde se abren oportunidades a nuevos talentos de la literatura dirigida a los más jóvenes.

¿Considera que la literatura infantil tiene el deber de enseñar?, ¿por qué?

Más que el “deber de enseñar”, considero que la literatura en general debe hacer propuestas al corazón de los niños y jóvenes desde el ámbito de la fantasía, que permitan a los lectores generar un espíritu crítico a través de la palabra, que los forme en valores y les permita tomar decisiones acertadas en sus vidas.

¿Cómo es su relación con el ilustrador a la hora de crear, por ejemplo, un libro álbum?, ¿hay conversaciones previas?¿es un trabajo mancomunado? 

He tenido excelentes experiencias con respecto al libro álbum, pues por mi formación profesional ─soy Maestro en Bellas Artes de la Universidad Nacional─ suelo generar ideas en forma de bocetos, que muchas veces son una buena orientación para los ilustradores. Claramente, todo eso dentro del respeto hacia el talento de los artistas, pues yo tiendo a ser muy “realista” en las imágenes, y soy consciente de que el ilustrador “interpreta” el texto desde su particular estilo, lo cual se concreta en conversaciones e intercambio de criterios con el editor y el ilustrador. 

Los animales son tema central en gran número de sus publicaciones, y es claro su amor por ellos, ¿cree que desde su obra, o desde la literatura infantil en general, se pueda crear conciencia sobre el correcto trato a los animales?

Estoy completamente seguro de que la literatura puede generar valores como el respeto y el amor hacia la naturaleza en todas sus formas de vida, y eso es algo que tiene que ver con el espíritu que prodigaban nuestros antepasados indígenas, para quienes la Madre Tierra ─conocida como Pachamama─ prodigaba la vida y demandaba respeto. Esa creencia se desvirtuó cuando otra cultura vino de Europa con la conquista y nos hizo olvidar esos valores, que yo considero se pueden recuperar. Eso es algo que mis lectores reconocen en muchos de mis libros, como Los amigos del hombre, Argemiro cazapájaros y Rogelio y la bolsa, para enumerar unos pocos.

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